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jueves, marzo 28, 2024

Patrones alimentarios y sostenibilidad

Consideramos que a la mayoría de las personas nos interesa sentirnos bien, activos y con salud, es por ello que debemos reflexionar sobre la elección de alimentos que hacemos día con día.

En la elección de los alimentos intervienen varios factores como son las preferencias personales determinadas biológicamente, es decir la predilección por los sabores (dulce, salado, ácido), los mecanismos de hambre y saciedad, los efectos sensoriales al consumir ciertos alimentos, las experiencias y asociaciones agradables o desagradables con los alimentos, los conocimientos, las influencias sociales, las prácticas culturales, los recursos económicos, el precio y la disponibilidad de los alimentos.

Todos estos elementos van conformando nuestro patrón alimentario que es el conjunto de alimentos que un individuo, una familia o comunidad consumen de manera ordinaria y habitual con una frecuencia estimada de por lo menos una vez al mes, o bien que estos productos tengan un arraigo en sus preferencias alimentarias, es decir la forma en la que acostumbramos comer.

En las últimas décadas los factores socioeconómicos y culturales han influido en los patrones alimentarios. Actualmente en México predomina el patrón occidental que se caracteriza por un consumo elevado de alimentos ultraprocesados con alta contenido de grasas saturadas, azúcares refinados, un alto consumo de carnes rojas, embutidos y alimentos ya preparados; así como una elevada ingesta de bebidas azucaradas, dulces, chocolates y de bebidas alcohólicas.

Un patrón alimentario saludable es el basado en la dieta mediterránea que se caracteriza por un consumo abundante de frutas, verduras, frutos secos (como nuez y almendra), la preferencia de pescados, carne blanca, cereales integrales, aceite de oliva, además de promover la ingesta de agua y de actividad física.

Si adoptamos el patrón de dieta mediterránea o basada en plantas, no solo podemos mejorar nuestra salud, sino incidir en la viabilidad del planeta, ya que se puede reducir la emisión de gases de efecto invernadero en el 2050 hasta el 80%, ya que la producción global de alimentos, es la responsable de una parte significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero que se ha estimado del 20-33% y es la mayor fuente de contaminación del suelo, el aire y el agua, además da cuenta de más del 70% del uso del agua potable y el 40% del uso de la tierra, y contribuye a la pérdida de biodiversidad.

Estos efectos pueden aumentar un 50%-90% para el 2050, a menos que el sistema de alimentos deje de ser impactado por la producción de carne roja y de alimentos ultraprocesados.

Por lo tanto, si adoptamos un patrón alimentario saludable, podemos incidir en nuestra salud y en el planeta. Estamos dispuestos a hacer un cambio.

Mtra. Lidia Araceli Rodríguez Pérez. Coordinadora de la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad Iberoamericana León, con Maestría y Especialidad en Educación, miembro del Colegio de Nutriólogos de León.

Referencias:

  • Doval, Hernán C.. (2019). Una alimentación saludable y una producción sustentable para la salud de nuestra población y de nuestro planeta. Revista argentina de cardiología, 87(3), 245-248. Epub 01 de mayo de 2019.https://dx.doi.org/10.7775/rac.es.v87.i3.15197
  • FAO y OMS. 2020. Dietas saludables sostenibles – Principios rectores. Roma. https://doi.org/10.4060/ca6640es

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