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jueves, abril 25, 2024

Pensamientos en cuarentena: La familia en Jurassic Park

León, Gto.- La mayoría del tiempo tomamos el cine veraniego o de temporada como parte de un disfrute en donde es muy frecuente escuchar la frase “para apagar tu cerebro”. No culpo a nadie del uso de esta frase, después de todo siempre tendremos incertidumbre en cada área de nuestra vida, lo que usualmente uno quiere hacer en el cine es ir a desconectarse de la cotidianeidad junto a un cúmulo de personas para disfrutar la vida de otros zapatos sin temores a la escuela, o el trabajo, o las relaciones, o los impuestos que junto a otros elementos formulan las bases de una vida de adulto tediosa.

Pero asumir que por ello los productos son inocuos de un mensaje latente, sería tomar partida de una mentalidad absurda… porque mientras tú no lo tomaste en cuenta cuando te divertías frente a una película, quizás tu cerebro haya captado algo extraño que después razonarás cuando tengas tiempo. Bueno, eso me acaba de pasar a mí, tanto en tiempo, como en apenas percibir una extraña similitud e intención dentro de una franquicia que al igual que muchos de mi generación, se plantea como un símbolo máximo de la nostalgia: Jurassic Park.

Jurassic Park es a mi parecer, el blockbuster moderno de perfecto destilamiento. Los puristas dirán que este título es para Tiburón o para Star Wars, tratándose de el primero en gran escala y aquel que hizo que los niños sacaran espuma por la boca al recibir una caja de muñecos vacía en navidad respectivamente, pero lo cierto es que las dos son evidencias de la falta de un entendimiento logístico mercantil proveniente de la escuela de mercado de los años setentas, después de todo Tiburón contó con muy poca parafernalia oficial -curiosamente incitando la venta de dientes de tiburón y libros sobre escualos- y en el caso de Star Wars, la falta de fe al producto condujo a una situación de poder irrepetible para una persona como George Lucas que derivó en la forma de plantear productos durante la década posterior.

El caso de Jurassic Park es herencia del prueba y error de todos estos años acumulados, además de que poseer la cualidad de ser una película meta narrativa, expresando las deficiencias de un parque de diversiones con productos establecidos en este universo y el nuestro generados por un hombre billonario… productos que son dinosaurios, animales que desde el momento en el que se descubrieron fueron perfectos para los niños, ya que existe cierto razonamiento entre la lógica de los más pequeños de asociar la existencia de dinosaurios a un mundo en donde la civilización –y por ende el civismo- no existían entre tantos seres bestiales.

Pero encima de eso, el factor que hizo más influyente a Jurassic Park respecto al blockbuster moderno va más allá de los productos y generación de nostalgia inmediata, esto yace en su mensaje terciario, porque haciendo labor de investigación, ninguna otra película o franquicia de esta calaña del pasado tiene un interés tan recalcado en generar una asociación sobre la necesidad de la familia en una película de aventuras. Empecemos:

Jurassic Park de 1993 es una película producida y dirigida por Steven Spielberg en indudablemente su mejor año de dobleteo fílmico. No sólo ganó la taquilla mundial por la epónima película, sino que además dentro del mismo estudio entregó su obra más personal y la prueba indeleble de su capacidad como artesano del medio fílmico tomado en serio hasta para los más necios en el tema: La lista de Schindler; y es que ponerse a pensar en que Spielberg sorteo la producción de dos películas completamente diferentes en el mismo tiempo y sin caer en un bache creativo se dice fácil, pero no lo es ni por una milésima.

Jurassic Park es una adaptación de la novela homónima de Michael Crichton de 1990,  su historia es bastante problemática, de pasar a una adaptación directa por el autor de la novela, a una revisión de Malia Scotch Marmo –que anteriormente ya había trabajado con Spielberg en Hook de 1992. La tercera revisión del material sería por parte de David Koepp, y fue quien logró revitalizar un proyecto que iba desde algo demasiado visceral, a uno que no se tomaba muy en serio. Koepp adaptó el material de manera fiel en cierto sentido, decidiendo enfocar atención en la cuestión moral presente en los personajes de Ellie Sattler (Laura Dern), Alan Grant (Sam Neill), e Ian Malcom (Jeff Goldblum), doctores tanto en paleontología y caos frente a las idealizaciones optimistas y cegadoras de John Hammond (Richard Attenborough). Se deshizo de otros personajes que servían para carne de cañón o para exaltar un atisbo de machismo explosivo –quiero decir, el abogado resulta ser un hombre físicamente capaz de enfrentar a un velociraptor y sobrevive- y alteró las edades de los niños presentes en el material, haciendo que el mayor fuera Lex (Ariana Richards) y el menor Tim (Josephn Mazello), en mayor parte para hacer que Grant tuviese un cambio dentro de la aventura.

Porque Grant en un inicio, aborrece a los niños.

Y no lo culpo, maldito niño que denigra el trabajo de mi vida.

Los ve como un factor de distracción para sus labores científicas, muy a pesar de que Ellie –a quien podemos percibir como su pareja- los encuentre como algo que le gustaría tener en un futuro dentro de su relación. El doctor Grant es un hombre que no quiere mantener un orden natural impuesto por la sociedad, de madurar y sentar cabeza, y su viaje a la isla fantástica de Hammond no sólo lo establece como el hombre que comprueba la tesis de Ian Malcolm en dos ocasiones del filme encontrando los huevos y teniendo que amarrar su cinturón de seguridad con dos eslabones del mismo género, sino que su mayor cambio surge a través de la interacción de este con los niños Murphy, a quienes está de más decir que poseen el apellido de una famosa ley que predica que “aquello que pueda salir mal, saldrá mal”.

Grant no congenia en un principio con ellos porque los ve como parte de esta fascinación irrespetuosa hacia su trabajo, pero conforme van relacionándose Grant se vuelve la figura protectora de estos, ocasionalmente tratándolos con su humor negro pero siempre velando por ellos, especialmente en un punto en donde arriba de un árbol, de manera literal abandona la fascinación de los dinosaurios expresa en una garra de velociraptor, para dedicarse de manera entera al cuidado de los jóvenes.

Hacia al final, salvándose el pellejo después del encuentro con los seres que Dios no permitió dentro del orden natural, el grupo liderado por Grant huye en un helicóptero con heridas y un notable cansancio en medio de rostros de reflexión pero de todos, la figura del doctor Grant es la que más percibe el cambio, porque no se aleja de los niños, quienes vuelven a descanzar bajo sus brazos y este voltea a ver a su pareja, confirmando su cambio de percepción ante la idea de sentar cabeza… lo cual es bastante curioso si tomamos en cuenta que su mayor queja ante estos eran de que olían mal, y Timmy Lex abandonan la isla con restos de vómito, mócos de dinosaurio y pelos quemados… entonces su razonamiento ante los niños debe de ir más allá de las percepciones simplistas y escatológicas que tenía en un inicio.

Jurassic Park fue un éxito en ventas masivo en todo sentido, por lo que una secuela era bastante obvio de imaginar por parte de Universal Pictures y Steven Spielberg, los cuales por alguna razón tomaron una decisión bastante incongruente: esperar a que Crichton ofreciera algo como base sólida que justificara otra adaptación; Crichton no estaba muy seguro de hacer otro libro, y eso se percibe en El mundo perdido, una secuela que recupera al doctor Malcom de su anterior obra –y quien había fallecido tras las heridas causadas por un Tiranosaurio Rex- y lo pone en una carrera por estudiar a los dinosaurios de otra isla de Hammond, frente a un grupo de visionarios que quieren sacar provecho de los monstruos a como dé lugar. El libro apareció en 1995, y David Koepp fue de nuevo el encargado en adaptar el material… material que tiró por la borda salvo la idea de traer de vuelta a Malcom a la isla Nublar.

El mundo perdido es una serie de ideas propuestas por todo tipo de personas menos el autor original que culminan en una película que se percibe más por encargo, sobre todo si tenemos en consideración la participación desinteresada de Spielberg en la dirección, lo que le da un aire demasiado nihilista y mala leche. Y esto, a pesar de tratarse de una película mucho más violenta que la anterior, decide que además de retomar el subtexto de hombre vs naturaleza de Jurassic Park, lo que se requiere aquí es otro mensaje afianza familia.

La película inicia con una escena que al parecer a Spielberg le pareció horrorosa en la película anterior pero que aquí no presenta problema alguno: una familia millonaria se encuentra en la isla Sorna descansando al lado de la playa y esperando la preparación de sus alimentos por parte de su staff, y la hija de dicho matrimonio se aleja del lugar para encontrarse con un grupo de compsognathus que le desgarran a niveles tan grotescos que no podemos ver; puede ser que la inclusión de la escena fuera para prevalecer una tesis que la película posteriormente no deja de recalcar sobre el valor familia integrado por los dinosaurios que los humanos han perdido conforme pasa el tiempo… eso o para hacer un corte entre una mujer gritando y el doctor Ian Malcom bostezando.

El doctor Ian Malcom a pesar de tratarse la persona más incrédula respecto a la fiabilidad de un Jurassic Park de pronto se embarca a un viaje de rescate a la isla, en una carrera contra el nieto de Hammond, accionista de Ingen y que quiere su dinero y cree en el potencial de de los dinosaurios en San Diego.

¿Esos niños de al fondo? Son Lex y Timmy, que no hacen otra cosa más que la reforzar la idea de que su pariente es un desgraciado que se preocupa por el potencial monetario... no te preocupes, no vuelven a aparecer.
¿Esos niños de al fondo? Son Lex y Timmy, que no hacen otra cosa más que la reforzar la idea de que su pariente es un desgraciado que se preocupa por el potencial monetario… no te preocupes, no vuelven a aparecer.

En medio de las preparaciones que representa ir a viajar a una isla repleta de seres que te quieren matar, el doctor Malcom se encuentra con uno de los tantos hijos que mencionó tener en la primera película, una adolescente llamada Kelly (Vanessa Lee Chester) que tras un diálogo expositorio conocemos que le va mal en la escuela y en el área de gimnasia, además de exprimir el incentivo capital de Jurassic Park al recriminar que una persona es un troglodita por no tener un Sega. Un acierto que tiene El mundo perdido es que la diferencia de color entre Malcom y Kelly, situación que aunque no lo pueda creer uno, era controversial en 1997 y quizás para uno que otro quejón entre las audiencias modernas que llora de la corrección política metida en su película de dinosaurios, situación que deriva del propio Spielberg quien tiene dos hijos de descendencia afroamericana.

Claro que eso es lo único de valor en el personaje de Kelly, quien no tiene cabida en el material original –de hecho es la fusión de dos personajes sin relación a Ian Malcom– pero como David Koepp quiere remarcar el tema de la familia, Kelly logra meterse de infragante a la expedición, muy a pesar de su padre.

Ian Malcom está en un lugar que desprecia porque está buscando a su pareja actual, la paleontóliga Sarah Harding (Julianne Moore). Más allá de si Malcom encontró solución a la lujuria no correspondida de este hacia Ellie en la película pasada, Sarah es una mujer igual de atrevida que Kelly, y quien le explica a Malcom que está aquí, para investigar a los tiranosaurios, quien de acuerdo a las teorías que planea desechar, eran pésimos padres que abandonaban a sus hijos a la primera oportunidad. Así es: El mundo perdido acaba de comparar al doctor Ian Malcom con el ícono de la franquicia, y jura que estos eran buenos padres, que aquel con el asunto del abandono familiar es el hombre que explora el territorio que no le pertenece. Naturalmente Sarah y Kelly, quienes parecían querer tener un acercamiento que Malcom no estaba dispuesto a ofrecer generan una relación estrecha en la isla, con todo y dulces y la supervivencia del equipo conformado de “los buenos”.

Las cosas se complican cuando los nefastos ejecutivos logran transportar a un Tiranosaurio Rex a San Diego, la peor de todas las ideas porque además de masacrar a todos los tripulantes de un barco de manera que no se explica –se supone que estos fueron culpa de un grupo de velociraptors, pero esto generaría el problema de tener que lidiar con velociraptos y un Tiranosaurio Rex en San Diego, y lo que quería Spielberg era tomar el final prestado de la adaptación homónima de 1927- logra escapar por la ciudad. Entre escenas de japoneses gritando que huyeron de Japón por Godzilla y un hombre masacrado en frente de un Blockbuster, el Tiranosaurio termina en la casa de una familia acomodada, los cuales poseen un hijo.

El niño al ver un dinosaurio no termina gritando como loco, pero sí sus padres, quienes antes de hacerle caso, terminan enfrascados en una discusión típica de un matrimonio respecto a una pecera que le está volando la imaginación a su cría, comprobando la ceguedad con la que nos manejamos en las situaciones diarias frente a un titán que está en busca de su hijo secuestrado.

Ian Sarah logran hacerse del pequeño Rex, confinan a los dos monstruos de vuelta al barco, y duermen al mayor para que estos regresen a la isla origen, pero no sin antes la película comprobar la teoría de la paleontóloga Sarah, quien a pesar de haber tenido un encuentro entre los dos padres y la cría que casi acaba con su vida, no está presente en el momento más definitivo del cariño del Rex a su cría, enseñándole a devorar a su hijo a través del nefasto Ludlow.

El final de El mundo perdido nos muestra a Malcom y a su nueva familia, integrada por Sarah Kelly. Al igual que la película anterior, estas duermen en sus brazos tras una noche que celebra tanto su supervivencia como la formalidad de este nueva unión; Kelly quien despierta primero que los demás, alcanza a ver en CNN una entrevista otorgada por John Hammond, quien no se hace responsable de los sucesos y fatalidades dentro de sus islas y en San Diego, pero sí predica que comprendamos a las criaturas que al parecer viven en completa armonía una de la otra, sin necesidad de estarse matando.

Al igual que su anterior entrega, El mundo perdido fue un éxito en ventas total, aunque a comparación de esta -en un ejercicio que siempre quieren hacer lo estudios- perdía dólares, eso y el hecho de que la taquilla de Spielberg se viera comprometida por la llegada de Titanic en ese mismo verano. El ejercicio de Spielberg le resultó cansado, quien no querría volver a la franquicia bajo la dirección para una tercera ocasión, la cual tardó más en desarrollo porque Universal Pictures no sabía qué hacer con la franquicia.

Pero, a pesar de la salida de Spielberg en el área directoral, no dejaba enteramente sola a la franquicia. Es gracias a este –para bien o para mal- que los protos narrativos de Jurassic Park debían llevarse al pie de la letra. Los rechazos a múltiples guiones e ideas por parte de Spielberg fueron hasta semanas previas a la filmación y gracias a estos no tuvimos películas en donde los dinosaurios se usaban como armas contra narcotraficantes o la idea de mutantes híbridos de humano y velociraptor, pero sí la validación del mensaje familiar que ya ni debía establecer considerando que no dependía de un material o personajes que debía adaptar.

 Jurassic Park III vuelve con el doctor Grant,  a quien la película plantea un juego cruel para nosotros las audiencias. Lo vemos jugando con un niño a quien trata de enseñarle sobre dinosaurios, y al fondo vemos a Ellie salir para recordarle su edad, la audiencia supone que el doctor Grant logró establecerse como padre de familia tras los acontecimientos de la primera película y con la mujer que ama, pero al acercarse la mujer saluda a otro hombre: en realidad Grant nunca abandonó sus estudios paleolíticos, y rechazó la idea de sentar cabeza… Alan Grant no creció como personaje durante todos estos 8 años.

Por razones demasiado forzadas, el doctor Grant termina en la isla Sorna y con ello, la revelación de las verdaderas intenciones del grupo que se encuentra en el peor lugar del mundo: El ex matrimonio Kirby -compuesto de Paul (William H. Macy) Amanda (Tea Leoni)– están en busca de su hijo, y gran parte de la atención de Jurassic Park III radica en revelar la relación entre estos dos, los cuales llegan a ser bastante nefastos dentro del equipo, nivel “son consecuentes de la muerte de más de uno de los rescatistas”.

Paul es un hombre terco que se ha alejado de su familia para atender cuestiones familiares, y por ello el abandono de su esposa e hijo. Por su parte Amanda comienza una relación informal con otro hombre, el cual es consecuencia de que busquen a su hijo en la isla Sorna, ya que es un imbécil que piensa que lo mejor que puede hacer para que el joven piense menos en el deterioro matrimonial de sus padres es retar al peligro en uno de los lugares más infames de la historia moderna. De hecho, Jurassic Park III hace un gran hincapié en ridiculizar a Amanda y a sus decisiones. En un determinado momento la campaña encuentra los restos de lo que parecen ser vestigios de la supervivencia de su hijo y su amante, y mientras están revisando una cámara que se encuentra en el lugar, corroboran sus esperanzas: su hijo está con vida… lástima que de inmediato por acciones del doctor Grant y su compañero Billy (Alessandro Nivola)¸tras remover los restos de un paracaídas, dan con el cadáver del amante de Amanda, a pocos segundos de que esta pensara en la supervivencia de los dos seres que ama.

Y no es sólo eso: el cadáver salta y se enreda en su antigua amante mientras esta grita del horror que se establece como una secuencia humorística.

 

El pobre doctor Grant además de sobrellevar a los dinosaurios, tiene que soportar a este matrimonio fallido, y en el momento cumbre de la película, todo se soluciona. Tras enfrentar al temible Spinosaurio, la película hace un truco narrativo de fingir la muerte del patriarca Kirby para recibir las adulaciones de su ex esposa, confirmar su vigencia en este plano terrenal, hacer las pases con su esposa e hijo, y al igual que siempre: huir de la isla con un rostro de esperanza y posible cambio… aunque si consideramos que esto era el mismo sentimiento que Grant obtuvo durante su primera desventura, quizás no tengan mucho éxito.

Jurassic Park III sería la última película de la franquicia en un largo lapso de tiempo, y era una que a pesar de llevar los estímulos narrativos/publicitarios de sus antecesoras, no tuvo mucho éxito en taquilla a comparación. Quizás gran parte del problema se lo podemos adjudicar a que después del 11 de Septiembre, las susceptibilidades del público eran bastante diferentes, por lo que Jurassic Park se guardó como proyecto de antaño y nostalgia, elementos que serían bastante atinados para una generación en extrema fascinación con esto para la posterior década en donde… de manera sorprendente tuvo los mismos elementos conservadores.

Pero esto es para una segunda parte de nuestro devaneo mental.

 

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