- Publicidad -
jueves, marzo 28, 2024

A temblar

A raíz de la visita que hizo la activista Greta Thunberg a la Asamblea Francesa volví a hacer una especie de recuento mental de como veo la situación del cambio climático y sus posibles consecuencias… que en el fondo no estamos en posición de predecir con exactitud.

De entrada me parece que esta gran humanidad (como diría Fidel Castro) se divide en tres grupos, lo que sucede con frecuencia: aquellos que no se enteran o no les interesa el tema, los que opinan que no hay tal cosa como un cambio climático y los que creemos que hay suficiente evidencia científica para afirmar que estamos siendo testigos de uno.  Entre los que sí creemos que hay un cambio climático en curso veo otra vez una subdivisión: los que piensan que es un asunto natural, que sucede cada determinado tiempo, y los que pensamos que es el resultado de nuestros actos y nuestra forma de vida como humanos.

Ha corrido ya suficiente tinta sobre las razones de unos y otros grupos, solo lo resumiría para efectos de este artículo diciendo que tanto los que niegan el cambio climático como los que no aceptan que sea ocasionado por el hombre comparten tal vez el temor de que si así fuere tendríamos muy seriamente que pensar en cambiar nuestro estilo de vida, lo que golpea fuertemente a muchas industrias como las que producen o usan combustibles fósiles y aquellas que no pueden funcionar con ganancias económicas sin contaminar, por citar solo algunas.  Para aquellos que solo ponen en duda el origen antropogénico del cambio climático puedo pensar que a su vez se subdividen en los que exageran los vaivenes de los ciclos climáticos de la tierra, que aunque los ha habido no hay registro de que haya sido nunca tan drástico, y además eso tampoco explica otros factores como el hecho de que la acumulación de CO2 nunca había sido tan alta en la historia del planeta y que su crecimiento correlaciona con el advenimiento de la época industrial.  Finalmente podría haber un segundo grupo que simplemente no puede creer que las pequeñas hormigas que somos puedan afectar algo tan grande como el planeta con su complejo sistema climatológico.  A estos podemos responder que somos ya algo así como 7,600 millones de hormigas… que son un montón. Se atribuye a Mao la frase de que si todos los chinos dieran al mismo tiempo una patada en el suelo el resto del mundo se enteraría.  Todos nosotros asumiendo y repitiendo malos hábitos para el clima y el planeta podemos fácilmente llegar a crear un efecto perceptible, como la patada de Mao.

A pesar de todo, sigue siendo complicado para gente no entrenada en algún campo científico o técnico, asociado o no con el clima, ver con claridad las causas de los cambios.  En 2017 y 2018 vivimos las pruebas de que si los huracanes no aumentan en número sí lo están haciendo en duración y virulencia, lo cual predicen algunos de los modelos sobre los efectos del cambio climático.  También podemos ver en qué forma se han alterado las temperaturas en el planeta: llevamos varios años batiendo récords de calor en la tierra, las imágenes de palmeras incendiándose solas en Kuwait, o de partes de autos derritiéndose al sol dieron la vuelta al mundo.  Al mismo tiempo, durante el invierno Chicago llegó a estar por debajo de la temperatura del Polo Norte.

Lo que personalmente me llamó la atención es que en 2017, justo después del huracán Harvey y cuando Irma estaba golpeando el Caribe, un sismo ocasionó una gran destrucción en Oaxaca, el 7 de septiembre, y 12 días después, el 19 de septiembre sucedió el de la ciudad de México. ¿Acaso los temblores también son causados por el cambio climático? De ser así, para los que creemos en el origen antropogénico del problema sería un efecto mas a considerar, es decir ¿es posible que la actividad humana cause sismos?

Investigué algo el tema, pero la liga entre cambio climático y sismos no parece sencilla; lo que parece más a la mano de un artículo de divulgación es que en el sureste asiático se ha encontrado una correlación entre la temporada de lluvias (que causa los huracanes) y los temblores.  Mas humedad equivale a mas temblores según esta interpretación. Otras fuentes dan explicaciones en términos de los cambios en el nivel del mar por los deshielos; o de presión en la atmósfera que a la vez que incide en la creación de huracanes podría estar afectando la estabilidad de las placas tectónicas y con ello provocando temblores. Una vez mas, para la vida cotidiana son explicaciones quizás demasiado técnicas.  El efecto de las hormigas humanas no se aprecia por esta vía.

Así las cosas y sin dejar el campo de la sismología, me llamó la atención que hace unas semanas ocurrieron varios temblores en la Ciudad de México.  En sí eso no tiene nada de raro, lo que llamó mi atención es que al parecer todos tuvieron como epicentro la propia ciudad, es decir que los acomodos subterráneos que los ocasionaron ocurrieron en el subsuelo de la propia ciudad.  No soy experto en el tema, pero no recuerdo haber oído nunca que el epicentro estuviera en la ciudad misma.  Mi curiosidad aumentó cuando una amiga me envió una liga a una nota de un periódico donde el autor afirma que eso sucedió por dos causas combinadas: la sobre explotación de los mantos freáticos bajo la ciudad y el exceso de peso que se impone a las estructuras subterráneas con la constante construcción de edificios, nuevas avenidas, segundos pisos, centros comerciales… ¿aeropuertos?  Hay otras explicaciones, como las fallas que siempre han existido por los sistemas volcánicos vecinos, pero una causa no elimina a la otra y además ésta no parece ser la opinión de un solo experto, otros artículos coinciden en la interpretación.

Una cosa suele conducir a otra: en medio de mis pesquisas recordé los socavones que aparecieron en la misma Ciudad de México el año pasado.  Fueron tantos, que algún diario incluso publicó un mapa de los socavones, para que la gente pudiera pensar en rutas que los evitaran, pero lo que encontré verdaderamente interesante fueron un par de artículos donde expertos en el campo dan como explicación de la aparición de los socavones la misma de los temblores de este año: sobre explotación de los mantos freáticos y exceso de construcciones y carga sobre el subsuelo.

Ya teníamos noticia de que destruir el subsuelo de alguna forma, como en el caso del fracking, causaba sismos moderados en zonas que nunca los habían experimentado en los Estados Unidos.  El fenómeno es análogo, aunque el fracking inyecta agua en vez de sacarla, pero las estructuras igual se deterioran.

La Ciudad de México es una megalópolis, hace años que debió haber sido contenida su expansión y racionalizado su crecimiento al margen de los intereses de la industria de bienes raíces, pero en el estado actual podría ser una especie de trágico laboratorio para demostrar que la actividad humana sí puede incidir en la naturaleza de formas peligrosas.

En otras palabras: parece que una mala política urbana de años está poniendo a los habitantes de la ciudad de México literalmente a temblar.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO