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martes, abril 16, 2024

Bien desinformados

Dos lugares comunes marcan nuestra época: el primero es que vivimos la era de la información, nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido acceso a tanta información, tan rápida y tan omnipresente.  Gracias a internet, que ya funciona en celulares, tabletas o computadoras, podemos averiguar cualquier cosa en cualquier momento, desde los resultados de un partido de futbol, a la fecha de nacimiento de algún prócer, pasando por recetas de cocina, las dimensiones de Marte o posibles vuelos a Malta.

La contraparte, es decir el otro lugar común, es que pocas veces esta vasta humanidad se había visto expuesta a tal cantidad de información falsa, con las mismas características que la verdadera, o sea que también es omnipresente.  Los famosos fake news.

El problema es complejo, porque ciertamente puede haber gente que crea (y difunda) de buena fe algo erróneo, como los que piensan que la tierra es plana o que vamos (o íbamos) en curso de colisión con un asteroide, pero en el fondo la esencia de estas noticias falsas es crear un ambiente, generalmente propicio a los intereses de alguien.  Se combinan en esto varios factores, el primero es que por alguna extraña razón los humanos no vamos mucho mas allá de la primera información, es decir, rara vez buscamos confirmar una nota o investigar más a fondo, y esta credulidad automática parece ser directamente proporcional a la magnitud del escándalo que nos produce el hecho referido.  Una variante de lo anterior es que realmente tenemos una pésima memoria de mediano (y a veces corto) plazo.  La falsa noticia fresca puede contradecir lo que apenas el mes pasado se dijo, pero el efecto es que esta nueva “verdad” prima sobre lo anterior.  Otro factor es que la cantidad de información disponible no significa ni garantiza que sea realmente comprensible para el común de los mortales.  A veces la noticia dada presupone que quien la informa ya procesó una cierta cantidad de datos y comprobar esto nos llevaría a una investigación propia que tal vez no esté a la altura de nuestras competencias presentes.  Por otro lado, rara vez revisamos las fuentes o sus fechas.  Hay incluso páginas humorísticas que se dedican a propalar noticias estrambóticas e increíbles y con frecuencia las logran hacer circular como auténticas por un tiempo.  A pesar de que hay incontables comentarios sarcásticos sobre este problema (por ejemplo la famosa “cita” de Benjamin Franklin “no creas todo lo que lees en internet”) seguimos cayendo una y otra vez.

Una noticia totalmente falsa a veces es rápidamente detectable, pero hay otras que son “sólo” verdades a medias o sacadas de contexto y funcionan hasta cierto punto de la misma forma: hacer creer al que la lee algo que no es del todo verdad y busca solo generar una inquietud o al menos una reacción.

Esta estrategia la veo con frecuencia aplicada al actual gobierno de la república y aunque estoy lejos de ser su defensor me preocupa porque nada aporta y sí causa un malestar que muchas veces no se justifica, o no tiene la causa que se le pretende achacar.  Doy algunos ejemplos:

Sobre la situación económica.  Se insiste en que tenemos un crecimiento raquítico, prácticamente cero, pero no se dice que Alemania también tiene el problema, por citar solo un ejemplo.  A lo mejor tenemos una mala política económica, pero en un contexto de guerra comercial entre USA y China, entre USA y la la comunidad económica europea y con un Brexit que no acaba de definirse, la realidad es que todo el mundo está, mal que bien, en una situación incierta y no solo por sus políticas nacionales.

Sobre el tema de la seguridad y la violencia claro que se ha deteriorado, no ha parado de hacerlo desde los tiempos del presidente Zedillo.  No es efecto del cambio de gobierno, no es que antes estuviéramos en paz.  Según un artículo aparecido no hace mucho en este mismo medio, ningún gobierno desde Fox a la fecha ha sabido como enfrentar el problema y el peor detonador, todo mundo parece estar de acuerdo, fue la “guerra” declarada por Felipe Calderón.  La violencia solo sigue un curso que trae desde hace varios sexenios.

Otro tema recurrente es el de la educación que por supuesto es un desastre, lo ha sido los últimos veinte o treinta años.  Cada una de las modificaciones o reformas que se han intentado han fracasado en cuanto a mejorar la situación, muchas de ellas porque en el fondo no eran reformas educativas sino laborales, cambios cosméticos buscando mejorar índices de resultados o tendientes a privatizar la educación.  En este contexto se armó un escándalo por la reforma aprobada por esta legislatura.  Siendo un poco cínico podría decir que estadísticamente puede ser que no funcione, ninguna de las anteriores lo ha hecho, pero creo que es muy pronto para condenarla ¿porqué no darle una oportunidad?  Alguna vez la educación pública funcionó mejor que ahora, volver a esa etapa no necesariamente es malo.

Hay, por supuesto, muchos ejemplos mas de desinformación, varios los he tocado en el pasado.  Mi preocupación permanente en este tema tiene que ver con este intento de inquietar y agitar a la gente con interpretaciones falsas, incompletas, fuera de contexto o alarmistas de los hechos.

Mi abuela vivió la guerra de España, pero a pesar de que con frecuencia nos refería historias de aquella época era, en la práctica, apolítica o al menos no se metía nunca en esos temas.  Sin embargo un día que le pregunté a quemarropa el por qué de la guerra me dio lo que hasta la fecha es una de las mejores explicaciones que he oído: “Mira”, me dijo, “en 1933 hubo elecciones generales en España y las ganó la derecha.  La izquierda lo aceptó.  En 1936 volvió a haber elecciones en España y esta vez ganó la izquierda, pero la derecha no lo aceptó”.

A veces pienso en la explicación de mi abuela, cuando veo a quienes no supieron resolver los problemas en el pasado agitar con cualquier pretexto contra quienes tratan de resolverlos ahora.

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