- Publicidad -
martes, marzo 19, 2024

Buscar la seguridad

En el año que acaba de terminar nuestro estado se distinguió tristemente por sus problemas de violencia e inseguridad.  En los medios corrió y sigue corriendo un río de tinta electrónica. Si me permiten el símil dándole vueltas al problema.  Quisiera, en mi calidad de ciudadano común y corriente con el privilegio de tener acceso a este medio, dar mi opinión sobre algunos de los aspectos que veo en este problema que cargamos desde hace años.

El primer aspecto es sin duda el económico.  Suele decirse que los pobres lo son porque quieren, pero eso es la peor de las falacias en nuestro sistema.  La realidad es que la economía hace rato que no da para la subsistencia de una familia con los sueldos y las escasas oportunidades de trabajo que existen.  El auto empleo y el empleo informal tampoco resuelven el problema.  En tiempos de Calderón alguien hizo un cálculo que tal vez valdría la pena repetir con datos de hoy, la cosa va mas o menos así: el salario mínimo diario es de $123, suponiendo que alguien consiga ese sueldo por siete días de trabajo semanal son $861, aunque no todos los patrones pagan ese séptimo día.  Pensemos en un teléfono celular de no muy alta gama, que costara “solo” $10,000 (los hay muchos mas caros), si alguien se roba uno de esos por semana y lo vende en la quinta parte de su precio saca mas del doble de lo que ganaría trabajando honestamente.  Lo que quiero decir es que mientras sea mas productiva la delincuencia que la honestidad difícilmente lograremos pararla a base solo de buenas palabras.  Muchos jóvenes siguen pensando que mas vale vivir 5 años como rey que 30 como buey…  Hay que mejorar las oportunidades y darles una razón para no arriesgarse en una vida de delincuencia.

El segundo factor, rara vez discutido, es el que tiene que ver con la ciudad misma, con el urbanismo.  Por razones económicas nuestras ciudades siguen ciertos patrones: áreas donde la gente tiene su vivienda, áreas donde trabaja, zonas comerciales, de entretenimiento, de servicios.  Las famosas ciudades dormitorio que se vacían durante el día y se llenan de noche corresponden a este esquema, lo mismo que los barrios de oficinas.  El efecto neto es que tenemos concentraciones de gente diferente en diferentes momentos, lo cual favorece diversos tipos de delitos por el aislamiento de personas y locales.  En otras palabras, si lográramos que mas gente esté junta mas tiempo reduciremos entre otras cosas esa vulnerabilidad.  Hacer mas densas las ciudades, reunir vivienda, servicios, comercios, trabajos en una área menor y todo revuelto tiene enormes ventajas desde el punto de vista urbanístico y ecológico, las hace mas vivibles, pero además tiene el efecto colateral de hacer mas seguro el entorno, de complicarle las cosas a la delincuencia.

La o las policías son otro de los factores que obviamente está fallando en la seguridad y es a la vez el mas discutido.  Permítanme añadir mi granito de arena también aquí.  Para empezar siempre he sido de la opinión que tenemos demasiadas policías.  El hecho de que existan versiones municipales, estatales y federales, además de especializaciones como la policía vial o de tránsito y otras más, a la larga solo favorece la dilución de las responsabilidades y que los gobiernos se laven las manos asumiendo que el problema le toca a alguien más.  Paradójicamente escuchamos con frecuencia que todas esas policías ni tienen completa su plantilla, ni tienen suficiente capacitación, ni suficiente material para trabajar y casi nunca un salario por el que valga la pena arriesgarse.  En cuanto a su función en sí, creo, sin ser un profundo conocedor, que el papel disuasivo de su presencia en la calle puede ser interesante, pero tal vez le apostamos demasiado a pescar a los delincuentes in fraganti. Poco se escucha de lo que tiene que ver con investigar los delitos, esto debería ser por lo menos tan importante como la vigilancia y su presencia en la calle.  Estoy consciente de que esto existe, pero o se maneja con mucha discreción o no está teniendo los resultados esperados.  En este sentido creo que la tecnología y algo de ingenio pueden ayudar a desarticular ciertos tipos de delincuencia.  Pienso en dos ejemplos: los delitos que involucran teléfonos celulares como la extorsión y el secuestro deberían ser rastreables.  Se habla de que para efectos de espionaje hay programas de cómputo desarrollados específicamente para eso ¿no podrían ser usados para espiar a los delincuentes?  Por otro lado tenemos el producto robado.  No hace mucho supe de un robo de más de cuarenta computadoras en un centro educativo… ¿Qué se hace con cuarenta computadoras?  No puede ser que se las trague la tierra, sería altamente improductivo para los ladrones.  Rastrear en donde aparece una oferta de 40 máquinas usadas podría ser la clave, además de que en particular las computadoras, como los celulares, suelen tener una clave con la que se identifican en la red que es única.  A fin de cuentas nos queda la impresión de que son pocos los delincuentes que son atrapados de una u otra forma.

Finalmente, en este breve análisis, está el factor justicia… o la falta de ella.  También es muy comentado el hecho de que si bien esos pocos delincuentes atrapados llegan a enfrentarse a la justicia esta los vuelve a soltar por una serie de razones que frecuentemente son técnicas: expedientes mal integrados, investigaciones manipuladas o contaminadas, fallas de procedimiento legal, etc.  El ciudadano se queda oscilando entre términos como “incompetencia” y “corrupción”, los cuales se reducen a uno solo para los delincuentes: impunidad.  No tengo cifras confiables a la mano, pero el porcentaje de presuntos malhechores que finalmente purgan una condena es reducido comparado al número de sospechosos detenidos e insignificante en relación a delitos de todo tipo cometidos.

En otras palabras creo que atacar la delincuencia debería pasar por tres puntos: reducir la motivación, mejorando la situación económica del ciudadano; reducir la ocasión mejorando la habitabilidad de nuestras ciudades, haciendo una reforma urbana, y finalmente reducir la impunidad mejorando el papel de la o las policías, sobre todo el de investigación, y haciendo un aparato judicial útil y eficaz.  Se dice fácil, pero si no atacamos estos problemas seguiremos, año tras año, lamentando el aumento de la inseguridad.

Habrá observado el lector que no toqué el aspecto de la educación.  Dice el dicho que quien con lobos anda a aullar se enseña y yo pienso que el dicho es correcto en sentido general.  Aullar en este contexto no es necesariamente sinónimo de algo malo, solo es un comodín para dar a entender que muchas cosas las aprendemos del medio, de la gente con la que nos movemos o que nos rodea.  Se habla de crisis de valores, pero estos no son algo que aprendamos como historia o geografía, es lo que vemos aplicado en derredor.  Nuestra educación no solo depende de nuestros padres y de la escuela, es el medio todo quien la moldea, y ese medio, en México, tiene serios problemas.  La corrupción, grande o pequeña, se ve por todos lados.  Se da y se pide mordida.  Se busca “aceitar” trámites con billetes.  Las reglas no se respetan: tenemos a quienes tiran basura en la calle, ocupan lugares reservados para discapacitados, no verifican sus autos (75% en el estado de Guanajuato) y un largo etcétera.  En el medio académico los alumnos copian y soplan, los maestros plagian.  Los comerciantes engañan con la calidad o el precio.  En fin, la norma es que “el que no transa no avanza”.  Claro que esto no es general, pero es omnipresente.  Esos negros en el arroz finalmente le dan un tono gris al conjunto.  Todos estos pequeños actos a fin de cuentas son delitos, grandes o pequeños.  Los niños y los jóvenes crecen viendo eso y acaban relativizando los “grandes” delitos, aquellos que salen en los medios. No incluí el problema de la educación porque no es un factor de la inseguridad, es factor de una sociedad enferma que además tiene un problema de inseguridad.  Somos una sociedad sin autoestima; si me permiten el símil, somos algo como una persona diabética, con sobre peso, que se sigue alimentando de refrescos, golosinas y comida chatarra, simplemente no tiene la autoestima suficiente para tratar de salir de su problema cambiando de hábitos.  Así nos veo.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Más noticias

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO