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jueves, marzo 28, 2024

Destender puentes

Aún es pronto para saber si el presidente López Obrador pasará a la historia como un buen presidente o uno malo, lo que ya es evidente es que lo hará como uno sumamente polémico.  No recuerdo otro que causara tanto revuelo tan seguido con sus declaraciones y propuestas, claro que tampoco ha habido uno, que yo recuerde, que celebrara una mañanera diaria.  Sus múltiples y sobre todo vociferantes opositores parecen seguir esta ceremonia con avidez para saber porqué lo van a atacar ese día y los siguientes.  En fin, son formas de entender el quehacer político de uno y otro lado.

El alboroto de esta semana giró en buena medida en torno a la propuesta de volver a celebrar ciertos días feriados en la fecha que se conmemoran y no el lunes anterior, es decir, volver a como se hacía antes.  A esto, no se muy bien porqué, se le ha llamado “eliminar los puentes”.  En realidad a lo que le llamábamos puente cuando yo era pequeño era el día, lunes o viernes, que caía entre el fin de semana y el día de asueto oficial cuando este era en martes o jueves.  En este sentido por supuesto que la nueva propuesta no los elimina, solo los hace, como antes, aleatorios aunque predecibles.

Se dice que esto perjudicará de forma sensible al turismo. ¿Será?  Por mera curiosidad ya que no pertenezco al gremio me puse a investigar el asunto.  Según el calendario de la SEP en este año escolar se cuentan tres “puentes”, los correspondientes al 20 de noviembre, 5 de febrero y 21 de marzo de 2019 y 2020 respectivamente.  Tres fines de semana largos de 52 que tiene un año no parece mucho.  El turismo vive ademas de las vacaciones.  La clase social que puede hacer turismo suele gozar de entre cuatro y cinco semanas al año de vacaciones contando las de Navidad, Semana Santa y algún periodo en el verano.  Una vez más, tres fines de semana contra estos días de asueto tampoco suena como una catástrofe.  ¿Que pasaría si efectivamente se cambiara el esquema en los próximos años?  Jugando un poco con el calendario de una hoja de cálculo llegué a la conclusión de que en los próximos diez años efectivamente se pierde uno o dos fines de semana largos por año, aún considerando que habría “puentes” en el sentido original descrito mas arriba.

Hay en todo esto una especie de paradoja que a priori no parecería tener mucho que ver, pero creo que es el momento de tocar el tema.  Las vacaciones son, por definición casi de Perogrullo,  el tiempo en el que no trabajamos, pero ¿qué tanto y qué tan bien trabajamos? Según estudios de la OCDE, que alguna vez leí, México es el segundo país donde más se trabaja dentro de esa organización, pero con la peor eficiencia o productividad.  En palabras llanas trabajamos mucho pero mal.  El porqué lo hacemos mal es tema de un estudio largo y profundo, pero esa es la causa de que entonces pensemos que hay que trabajar más para solventar la poca efectividad.  Esto por supuesto es un error.  Alguien que debe estar incontables horas al día en un trabajo monótono necesariamente pierde atención y motivación en lo que hace. En muchos países del mundo han optado por la solución contraria: trabajar menos horas al día y/o menos días a la semana pero hacerlo bien.    Imagínese el lector que trabajásemos solo cuatro días a la semana.  Tendríamos un “puente” cada semana y un sector turístico de plácemes.

Pero volvamos al sector turismo.  Dos cuestiones me surgieron en medio del mencionado alboroto semanal, pensando particularmente en el turismo de Guanajuato Capital.  La primera es saber cual es su situación real y por lo tanto si la medida le afecta críticamente.  Curiosamente en esta misma semana se dio otra controversia que quizás no fue tan notoria.  Según el sector hotelero el mes de enero estuvo muy mal, pero la Dirección General de Desarrollo Turístico y  Economía parece “tener otros datos”.  Mi conclusión, como observador externo, es que probablemente el sector turístico en Guanajuato no está realmente en crisis.

La segunda es una vieja reflexión: ¿Cómo mejorar el desarrollo del sector? Esto se ha debatido mucho, pero en mi opinión hay una real cerrazón a aceptar que muy probablemente el sector tiene que enfrentar un cambio.  Sabemos que el turista en Guanajuato, en su mayoría, permanece poco tiempo, creo que la media era algo así como una sola noche.  En segundo lugar, la inmensa mayoría del turismo es lo que yo festivamente llamo el turismo del morbo y el relajo: momias y callejoneadas (estas últimas debidamente escanciadas con algún bebestible espirituoso).  Claro que para eso basta una noche, pero Guanajuato es mucho mas que eso.  Hay muchos museos que valen la pena y sin embargo no reciben mucha promoción.  De hecho sabemos cuantas personas visitan las momias, pero hasta donde he podido investigar de los otros museos, como el Iconográfico del Quijote (que sí creo que sea único en el mundo), no se tienen estadísticas tan confiables o no son conocidas.  Hay otros eventos semanales, como conciertos, que son mayormente ignorados por los turistas.  La excepción serían los de la Orquesta Sinfónica de la Universidad que suelen tener bastante público, pero en el Iconográfico, el Gene Byron o Casa 4 no corren con tanta suerte, personalmente he asistido a excelentes conciertos en estas sedes donde eramos quizás una veintena de asistentes.

En suma, mas que un segundo museo de las momias, que difícilmente va a duplicar el turismo en Guanajuato, valdría la pena promover lo que hay en museos, conciertos, sitios históricos y paisaje.  Hay toda una veta mencionada frecuentemente pero no explorada y menos explotada en circuitos alrededor de la ciudad, tanto en pueblos mineros como en zonas naturales protegidas.  El turismo ecológico puede  atraer a mucha gente desde hoy y seguro vendría mas en el futuro.  La gastronomía es otro buen atractivo: simplemente un catálogo de los restaurantes de la ciudad, sus especialidades, algún comentario de gente conocedora y si esto se liga tanto a la creciente industria vitivinícola como a una regulación seria de los espacios exteriores para aprovechar nuestro excelente clima (me refiero por supuesto al problema de “mesas y sillas”) esta área se potencía aun mas.  Y ya no sigo, pero seguro que hay muchas más opciones.

Termino diciendo que ante este panorama, rasgarse las vestiduras por uno o dos lunes al año suena como salirse por la tangente en vez de buscar tender un verdadero puente al sector turismo hacia el futuro.

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