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martes, marzo 19, 2024

El pecado de Evo

Llevábamos una buena racha: Macri perdió en Argentina, Lula salió libre, los campesinos ecuatorianos ganaron una buena batalla; en Chile, aunque la situación se ve complicada, al menos parece existir la conciencia de que la constitución impuesta en tiempos de Pinochet tiene enormes fallas y es hora de revisarla y cambiarla, otro buen punto aunque sea a un alto costo. Incluso en las elecciones españolas, a pesar de lo irracional que pueda parecer el relativo triunfo de un partido fascista, antiecológico, antifeminista, xenófobo y mentiroso en su propaganda, los resultados dejan las cosas mas o menos como estaban para las corrientes mas progresistas y racionales, no se pierde la esperanza.

Y de repente, Evo renuncia.  ¿Qué pasó?  Es obvio que la renuncia de Evo Morales tiene mucho que ver son su propia soberbia, digámoslo llanamente y de una buena vez.  Si propuso un referéndum para ver si se reelegía y lo perdió es un error haber seguido por esa vía, aun cuando no hubiera señales de malos manejos en el proceso electoral.  Lo perdió su soberbia ¿o no?

Tal vez no.  Evo Morales, desde el principio, cuando ganó su primer mandato en 2006 fue un personaje muy poco amado por ciertos sectores en su país y del extranjero.  De entrada es de extracción indígena y dígase lo que se quiera, los indígenas en América, de un extremo al otro del continente, siguen dando una batalla por sus derechos y costumbres.  Pregúntenle a los de Estados Unidos que defienden sus tierras contra los oleoductos, a los Lacandones en lucha por su selva, a los indigenas ecuatorianos, a los del Amazonas.  El colonialismo se rehusa a morir, le deja demasiadas ganancias a mucha gente.  En el caso de Evo se podría hacer una larga crónica de sus enfrentamientos. Me quedo con una imagen: la de Luis Fernando Camacho Vaca, El Macho (¡vaya apodo!), llegando a la casa de gobierno en La Paz después de la renuncia, con una Biblia en una mano y una espada en la otra… perdón, creo que era una renuncia para Evo, no una espada, y declarando, según La Jornada, que “Ha vuelto a entrar la Biblia al palacio. Nunca más volverá la Pachamama”.  La imagen de los conquistadores se invoca sola, si esto no es colonialismo, por favor que alguien me explique qué es.

Pero dejarlo ahí sería simplificar las cosas.  Que yo sepa no hay una sola acusación contra Evo Morales por problemas de derechos humanos, como nunca los hubo contra Allende, por citar solo otro ejemplo.  No dudo que a rey muerto empezarán a aparecer, pero esas difícilmente cuentan ya en un análisis racional.

Sobre la animadversión contra Evo Morales me viene a la mente el incidente de julio de 2013 donde su avión fue obligado a aterrizar en Austria por la sospecha de que traía a bordo a Edward Snowden, el famoso “whistleblower” americano al que había ofrecido asilo.  Varios países, Francia, Austria, España e Italia se confabularon para quedar bien con el patrón (leáse USA) y una vez demostrado que no había nada, dejaron ir a Evo, pero el incidente diplomático, con cualquier otro jefe de estado, hubiera sido mayúsculo… aquí era solo Evo.

Ser indígena y respondón aún no parece suficiente ¿qué más hay? Su desafortunado intento por ocupar la Presidencia una vez mas (la cuarta) es grave, sobre todo habiendo el antecedente de un referéndum en contra de eso, como ya dije, pero se cuentan por montones los mandatarios que de una u otra forma se mantienen en sus puestos sin ocasionar un escándalo internacional por el mismo tiempo y aún mas.

¿Algo más?

Tal vez.  Los números de su gobierno.  No quiero (ni puedo) hacer un análisis detallado del desempeño de Morales al frente del gobierno Boliviano, cito unas cuantas cifras que parecen significativas, todas tomadas de las bases de datos del Banco Mundial, de la revista Expansión y otras fuentes en internet.

Para empezar el Producto Interno Bruto.  Aunque personalmente no soy un admirador de estos índices macroeconómicos entiendo que para mucha gente son la clave de un desempeño.  El PIB de Bolivia bajo el gobierno de Evo Morales prácticamente se cuadruplicó.  Para un país casi en la miseria no está nada mal. Y a propósito de miseria, hay un indice que confieso que no conocía que mide cuanta gente en un país está por debajo del limite de pobreza nacional.  Cuando Morales tomó el poder en 2006 era casi el 60% (59.9% para ser exactos), en 2018 lo había reducido a 34.6%.  Como referencia en ese mismo año el índice correspondiente a México era de 41.9%, peor que Bolivia.

Un índice que a mi si me dice algo es el Índice de Desarrollo Humano o IDH.  Uno pude medir las cosas en dinero como el PIB o el PIB per cápita, pero finalmente el objetivo de un gobierno, cualquier gobierno, debe ser dar a sus ciudadanos calidad de vida, medida en salud, educación, seguridad, etc.  El IDH, con todas sus críticas e imperfecciones, pretende medir justo eso.  Pues bien, cuando Morales llegó al poder Bolivia ocupaba el puesto 187 en el concierto de naciones, del mejor al peor.  Hoy está alrededor del 118, que sin ser como para lanzar las campanas al vuelo es una mejora considerable en 13 años.

Finalmente un indice que es universalmente aceptado y que mide la desigualdad dentro de un país es el índice de Gini, a mayor índice mayor desigualdad.  Bolivia tenía un índice de  56.7 en 2006, año en que Evo Morales llegó a la Presidencia, en 2016 ya había bajado a 44.6; con el afán de dar una idea de las magnitudes, en México ese índice en 2006 estaba en 48.9, por debajo de Bolivia, en 2016 se midió en 48.3, es decir una mínima disminución.  No sería muy arriesgado asegurar que la desigualdad, hoy por hoy, es mayor en México que en Bolivia.  Claro que esto de los índices siempre es problemático porque un solo número nunca cuenta toda la historia, pero en la medida que nuestros estudiosos sociales y económicos los usan podemos echar mano de ellos para darnos también los legos una idea.

En suma, el pecado que parece mas grande en Evo Morales y el causante de su caída no parece ser ni la arrogancia, ni su origen indígena y su devoción a la Pachamama; es, simplemente, ser la prueba viviente de que hay una vida después del Neoliberalismo, que esa vida puede ser mas justa, mas sustentable y mas igualitaria para todos.  Había que deshacerse de él.

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