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jueves, marzo 28, 2024

El precio de un planeta

Tras la caída del muro de Berlín, a los gobiernos de las dos Alemanias: Federal y Democrática, se les presentó la opción de reunificarse en un solo país. El canciller de la Federal, Helmut Kohl, presentó un plan ante el Bundestag, o Cámara de Diputados, de como hacer la reunificación, el cual incluía un presupuesto.  Algún tiempo después resultó por demás evidente que el presupuesto original se había quedado muy corto, y el costo de la reunificación subía cada día más.  Esto causó no poco revuelo entre los políticos y en particular los diputados, los cuales llamaron a cuentas al canciller.  Esta es un sana costumbre de muchos países europeos en los que el jefe del ejecutivo acude a discutir, dar explicaciones y defender sus puntos ante los representantes del pueblo.  De esa reunión me quedó el recuerdo una frase memorable de Kohl, que iba mas o menos así “¿Si yo hubiera dicho que la reunificación de Alemania costaba dos o tres veces lo que en ese momento dije me hubieran contestado “¡Ah no! En ese precio no la queremos, muchas gracias.”?

Sin ánimos de hacer un comercial, hay cosas que efectivamente no tienen precio.

La anécdota anterior y sus conclusiones me volvieron a la mente en relación con el cambio climático y lo que se ha ido definiendo como política energética de nuestro gobierno.  No estoy de acuerdo y ya lo he dicho antes con regresar a la dependencia del petróleo y creo que es un error, así sea por cuestiones políticas, darle un nuevo impulso a la industria del carbón.  Las economías mas conscientes del planeta tratan de alejarse de los combustibles fósiles y, a pesar de haber firmado el acuerdo de Paris, parecería que México va en sentido contrario en lo hechos.

Este temor se agudizó con unas declaraciones hechas por el director de la Comisión Federal de Electricidad, Lic. Manuel Bartlett, en marzo de este año.  A pesar de que la nota apareció en varios medios no tengo el recuerdo de haberla visto hasta que apareció como cita en otra mas reciente.

El punto es que en la opinión del Lic. Bartlett, las energías alternativas son en realidad mas caras y además no resuelven el problema energético, por el conocido problema de la intermitencia en la generación de las energías solar y eólica.  Aunque se mencionan otros temas, creo que estos ya dan para preocuparse.

Respecto a la intermitencia, que me parece lo más fácil de discutir, creo que ya de entrada es patético que se use el mismo argumento que alguien tan notoriamente ignorante del tema como Donald Trump.  Quien lo usa, además, no ha caído en la cuenta de que cambiar a energías alternativas no es como cambiar la marca del auto en el que nos trasladamos, es realmente cambiar de hábitos y usar otra cosa, una bicicleta, pongamos por caso. El uso de energías alternativas como las mencionadas tiene que ir de la mano con estrategias de ahorro de energía justamente para no vernos obligados a quemar combustibles.  Ofrezco tres sencillos ejemplos: se puede pensar en bombear agua de día y subirla a tanques elevados desde donde se distribuya en las noches por gravedad.  Se puede pensar en un sistema de transporte colectivo eléctrico con varios juegos de baterías por unidad, de manera que se carguen durante el día y se usen cuando haga falta.  Se pueden dar incentivos a las empresas que no tengan turnos nocturnos.  Y desde luego se le puede dedicar presupuesto a la investigación y desarrollo en el área de almacenamiento de energía, pero ese es otro tema que a nuestro gobierno no parece dársele mucho.  Los retos están ahí, lo que parece faltar es la imaginación.

La parte económica es, por razones técnicas, más complicada de discutir.  Una rápida mirada al internet nos demuestra que la estimación de los costos de la electricidad es compleja por las diversas formas de generación y la variación en los precios de los combustibles o medios usados, pero al menos nunca encontré un estudio o documento que sostenga que en el fondo las energías eólica y solar son más caras, no en su producción.

Lo que sí encontré son datos aislados de situaciones o países concretos que contradicen lo afirmado por el Lic. Bartlett.  De entrada hay un estudio que analiza cómo el costo de la energía en Alemania y Suecia bajó, no subió, más o menos 60% a partir del 2008 y hasta el 2015.  Otro estudio afirma que es de esperarse que el costo de la electricidad baje considerablemente en Europa en 2030, entre otros factores por el uso de energías alternativas (y dicho sea de paso también por la disminución de la demanda debida a los cambios de hábitos mencionados mas arriba).

Aunque el costo de la energía por país es muy variable, aún en el contexto europeo que se pensaría mas homogéneo, me llamó la atención en una comparación de países de la OCDE que Canadá, el que más porcentaje de renovables tiene en el grupo estudiado, no tiene ni remotamente la electricidad más cara.

Y podemos también usar la lógica: si países con un buen desempeño económico como Alemania, Holanda o China están haciendo notables esfuerzos por tener cada vez más energías alternativas, cuesta trabajo pensar que tenemos tan mala suerte que justo en nuestro país eso no funciona.

Finalmente, queda una reflexión sobre la motivación: usar combustibles fósiles es (Bartlett dixit) más barato, produce entonces una ganancia,  pero ¿dónde queda la ganancia? En manos de quien la produce o la distribuye, como en el caso de la gasolina que independientemente del costo variable del petróleo siempre sube de precio y nunca llega el beneficio al usuario cuando el petróleo baja.  Ajustar la política energética a la ganancia es una concepción neoliberal. La razón por la que tenemos en primer lugar un problema medioambiental y un planeta en peligro es porque hemos privilegiado de manera absurda las ganancias económicas sobre otras consideraciones mas ecológicas o simplemente humanas, es decir, hemos seguido una política económica neoliberal.  La razón por la que hoy arde la Amazonia no es otra: se gana mas dinero con el pastoreo que con la producción de oxigeno de la selva virgen.

La defensa de los principios de una economía neoliberal en boca de un funcionario del gobierno que declaró el fin del neoliberalismo suena, por decir lo menos, extraña.

La Tierra no tiene precio y su delicado equilibro ecológico menos, tirar todo esto a la basura por ganancias económicas es suicida.

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