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viernes, abril 19, 2024

¿Energía Nuclear? ¡No, gracias!

En la década de los 70 y 80 del siglo pasado se hizo muy popular una imagen con un sol radiante y sonriente en rojo sobre un campo amarillo con la frase “¿Energía Nuclear? ¡No, gracias!”.  Existía en muchos idiomas, aunque el original fue danés, y se convirtió en una especie de símbolo de la lucha de los antinucleares y muchos partidos verdes, sobre todo europeos, en contra de la energía nuclear.

Tras los accidentes de Three Mile Island en los Estados Unidos y Tchernobyl en Ucrania, así como un rápido ascenso en el desarrollo de las tecnologías de energías renovables, en particular solar y eólica, el asunto pareció irse apagando poco a poco.  Tanto el costo de producción de la energía nuclear como la conciencia entre la población de los riesgos implícitos la fue haciendo impopular.

Sin embargo, en los últimos años hemos visto una tímida reaparición del concepto.  En nuestro propio país se maneja, desde la reforma energética, como una energía limpia en el sentido de que no produce gases de invernadero; Rocio Nahle, entonces diputada y hoy Secretaria de Energía, defendió en una entrevista un posible regreso a ella; una de las nuevas integrantes de la Comisión Reguladora de Energía, la controvertida Dra. Norma Leticia Campos, es, al parecer, estudiosa del tema.  El Grupo Interparlamentario del Cambio Climático la ha recomendado, a nivel mundial, como alternativa a formas más contaminantes de producir energía, aunque en términos más o menos tímidos.  En medio de este ambiente me comentó una amiga que uno de sus maestros insistía en que es útil y necesaria.

Confieso que estoy alejado del tema de la energía nuclear desde hace unos 35 años, pero todo lo que he visto y oído sugería una desaparición paulatina pero definitiva, no lo contrario, y menos como alternativa para nuestro país.  El tema es vasto, pero antes de meterse a hacer cuentas y corridas financieras creo que hay hechos que ya podrían ir mostrando que no es la mejor de las ideas, expongo algunos a continuación.

Empezando por el combustible, no encuentro evidencia ni en las fuentes oficiales mexicanas ni en las internacionales de que México cuente con reservas abundantes de uranio.  Habría que analizar si vale la pena hacer la explotación de lo que hay, lo cual dependerá de la demanda y esta a su vez del número de reactores planeados.  Por otra parte la minería en nuestro país se ha hecho de no pocos enemigos entre las comunidades por la destrucción y la contaminación que genera, abrir otro frente en este sentido puede no ser lo más sensato si no es necesario.

El uranio no es como otros combustibles que requieren un procesamiento mas bien ligero. De hecho, dependiendo del tipo de reactor, tanto el procesamiento del uranio como la construcción de las celdas combustibles puede ser una tarea tecnológica que nos supere.  El proceso de enriquecimiento de uranio, necesario para la mayoría de los tipos de reactor comerciales, es un problema no solo técnico sino político o estratégico.  Dicho en palabras sencillas: si un país puede enriquecer uranio para uso en generación de energía, podría en teoría seguir el proceso hasta convertirlo en material fisionable para una bomba nuclear.  Irán lleva años investigando procesos de enriquecimiento vía centrifugación y otros; en mi opinión, el conflicto con Trump no obedece a otra cosa que al temor de que use esa tecnología para producir un arma.  En la actualidad México no tiene la capacidad de enriquecer uranio y es por demás dudoso que nos permitieran desarrollarla.

En suma, del lado del combustible es muy posible que irse por la energía nuclear cree una dependencia energética nada deseable.

En cuanto a los reactores no dudo en afirmar que no tenemos la capacidad de construirlos. Hasta donde sé sería mucho mas fácil hacer una refinería con la experiencia petrolera del país que un reactor y esto justamente ha sido puesto en duda recientemente. El reactor habría que comprarlo con todas las consecuencias implícitas.

Los reactores son en sí mismos peligrosos y pueden ser vulnerables.  Los casos de accidentes mencionados, junto al de Fukushima en Japón, muestran que aún cuando las fallas no sean muy comunes cuando las hay son mucho peores que prácticamente cualquier otro accidente en una instalación hecha por el hombre.  Las fugas de radiación no se ven, ni se huelen, ni se siente de ninguna forma hasta que ya es demasiado tarde.  Se calcula que la radiación generada por el accidente de Fukushima y arrastrada por las corrientes del Pacífico hace rato que llegó a las costas de California y en consecuencia de nuestro país.

Los reactores nucleares no contaminan en el sentido de producir gases de invernadero, pero sus deshechos, lo que queda tras la fisión del uranio, son altamente radioactivos y tóxicos; por lo que  deben ser manejados con sumo cuidado y almacenados por un larguísimo tiempo, tan largo que un reactor podría ser apagado al fin de su vida útil y seguir causando gastos solo por el concepto de vigilancia y supervisión de sus deshechos.

De todo lo anterior ya puede verse que con la energía nuclear la posibilidad de aumentar la dependencia energética del país es casi certera, en varios puntos de la cadena no podríamos ser autosuficientes tal vez ni a largo plazo.

Todo lo anterior no es mas que una especie de brevísimo resumen de lo que podría constituir parte del cuerpo de un debate mas serio y mas amplio del tema.  No he mencionado los problemas que se podrían generar si la corrupción u otros malos manejos se involucran en esta sensible área, pienso en el triste ejemplo del petróleo.

La pregunta de fondo, en realidad, es mas bien si la necesitamos.  Yo creo que no.  Muchos paises europeos tienden a reducir su dependencia de la energía nuclear y usar energías alternativas.  De hecho Dinamarca y Alemania, por citar dos ejemplos, ya producen una buena parte de su energía por esta vía alterna.    La radiación solar en México alcanza 5 kWh/m² (se dice que tenemos la tercera mayor capacidad de insolación del mundo), en Alemania es del orden de 3.2 kWh/m².

En cuanto a los tiempos, la planta nuclear de Laguna Verde se empezó a planear a mediados de la década de los 70 del siglo pasado y el primer reactor entró en operación en 1990, el segundo hasta 1995.  Según una nota de enero del año pasado China estaba instalando el equivalente de 24 campos de futbol en paneles solares al día, que además pueden empezar a generar prácticamente de inmediato.  No hay realmente punto de comparación y hasta donde me quedé la energía solar seguía siendo la opción más barata.

Antes de embarcar al país en una aventura de dudosos resultados, habría que explorar las alternativas solar, eólica, geotérmica, etc.  En plan de hacer investigación y desarrollo (lo que en nuestro país no se nos da mucho), más que buscarle por el lado del enriquecimiento de uranio u otras técnicas nucleares, yo invertiría en formas de almacenar energía. En la tecnología de las baterías o afines está definitivamente el futuro.

Por si las dudas cualquier día de estos voy a investigar dónde quedó mi viejo botón del sonriente sol con su mensaje antinuclear, no sea que lo vuelva a necesitar.

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