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sábado, abril 20, 2024

¿Perdón?

Reitero que no voté por el actual gobierno federal, pero sí creo que es necesario un cambio y que tal vez López Obrador podría ponernos en ese camino.  Sin embargo, mi esperanza disminuye cada vez que el Presidente sale con una idea descabellada como la de las cartas al Rey de España y al Papa pidiendo una disculpa por la conquista.  La forma como se llevó a cabo la conquista fue brutal, concedido. Así se hacían las cosas en aquellas épocas y es una desgracia,. No creo que los aztecas fueran mucho mas delicados con sus propios conquistados, ahí están los famosos sacrificios humanos de los vencidos que hasta donde entiendo tienen un sustento histórico, no son solo leyenda; pero por encima de todo es no aceptar que después de 500 años – ¡cinco siglos! – somos la consecuencia de muchísimos actos más, no solo de la conquista, y la combinación de varias culturas. Somos en un amplio sentido algo nuevo.

Me sorprende la petición al Papa por varias razones. La primera es porque de hecho el Papa ya se disculpó a nombre de la Iglesia. Por otro lado, aunque no soy católico, pienso que el Papa Francisco es un cambio refrescante en la Iglesia.  Su encíclica Laudato Si’ es un obra importante para nuestro tiempo, esperamos que ayude a marcar el camino correcto en nuestra relación con la naturaleza para los millones que reconocen al Papa como guía espiritual.  También está el tema de los abusos sexuales de toda índole en la iglesia.  Aunque los resultados dejan que desear para algunos, al menos ya no se escamotea el tema. Por estas y otras razones al Papa Francisco habría que apoyarlo, no cuestionarlo o enfrentarlo a situaciones incómodas por absurdas.

En cuanto a la Monarquía Española la situación es diferente. Yo no la veo como la heredera de la que llevó a cabo la conquista, mucho menos como responsable. Para empezar, si existe, es como consecuencia del golpe de estado de 1936 ya que los españoles habían votado por una república unos años antes.  Franco les dejó el poder tras su muerte y los españoles de entonces aceptaron la situación, según se dice por evitar otro conflicto.  Sin embargo, una encuesta publicada en enero de este año encontró que si volviera a llevarse a referéndum la cuestión de República o Monarquía habría un empate técnico, los indecisos de ese momento lo acabarían definiendo.  Aunque la imagen de la monarquía, y sobre todo del monarca, mejoró mucho a raíz de la abdicación del Rey anterior en favor de su hijo, el desgaste natural de estos cargos ha ocurrido y Felipe VI, junto con la forma de gobierno que representa, no está tan bien posicionado como hace cinco años.  Los escándalos que ya habían aflorado con Juan Carlos I siguen ahí y el Parlamento Catalán ya creó una comisión para investigar al Rey anterior… que por supuesto fue detenida por los poderes del reino, pero es un ejemplo de que no todo es miel sobre hojuelas.  En este contexto la carta de López Obrador solo puede tener el efecto de reforzar la unidad española en torno al Rey ante lo que se ve como un ataque del exterior, un Rey, insisto, que difícilmente se puede vincular con los hechos de hace 500 años. Aunque solo fuera por eso ya es bastante inconveniente tanto el tema como el momento y ¿a cambio de qué?

Quedan los olvidados y abandonados de siempre: los indígenas o pueblos originarios. Para mi la situación es hoy en esencia la misma que describe Gabino Palomares en La Maldición de Malinche de hace unos cincuenta años.  A los indígenas se les margina, lo hacemos los descendientes de esa brutal conquista, un tanto porque son indígenas y otro tanto porque son pobres, esa es la triste realidad.  Esa realidad quedó mas que de manifiesto con las diversas reacciones que vivimos, hace unas semanas apenas, con el éxito de Yalitza Aparicio y la película Roma.   Y aún así: insistimos en culpar de los males que sufren nuestros compatriotas a algo que pasó hace 500 años y que hicieron otros.  ¿Acaso debemos suponer que después de consumada la independencia no ha habido abuso, maltrato, despojo de tierras o racismo contra ellos, ni por la población en general ni mucho menos por parte de los diferentes gobiernos de todo nivel?

En un contexto mundial donde para muchos el problema central es revertir las consecuencias de años de mala administración de nuestros recursos naturales, que ya se hacen sentir en la desaparición de especies de plantas y animales, el calentamiento global, el cambio climático, la acumulación de la basura y otras manifestaciones de nuestras tendencias suicidas colectivas, suena extraño que quien tiene el poder de hacer algo positivo pierda el tiempo exacerbando nacionalismos, propios o ajenos.  Después de todo, en los peores escenarios posibles, el desastre no va a respetar nuestras imaginarias fronteras.  Mas valdría que todos nos uniéramos en buscar una solución en vez de andar picando viejas rencillas que nada aportan y nada resuelven.

Vamos, en vez estar pensando quien tiene que disculparse con quién por lo que pasó hace 500 años deberíamos preocuparnos porque dentro de 20 o 30 años no nos tengamos que disculpar nosotros por haberle destruido la casa a las siguientes generaciones.

 

 

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