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viernes, abril 26, 2024

Que ellas lo decidan

Justo en torno a la fecha en que se conmemora en todo el mundo la lucha de las mujeres por conseguir una sociedad más igualitaria, más justa con los derechos de todos, más hecha a la medida de todos; surge en nuestro país una discusión a propósito de uno de los temas más álgidos, más polémicos que podemos imaginar: el aborto.

En Nuevo León se da marcha atrás con una legislación más restrictiva respecto al tema, en Chihuahua se habla de seguir este ejemplo; a nivel del Senado de la República dos Senadoras del mismo partido se enfrentan por posiciones al parecer irreconciliables.  Creo verdaderamente que no es para menos.

Yo tengo una opinión, una posición al respecto, como imagino que la tendrá casi todo el mundo, pero por una vez me voy a abstener de pronunciarme, justamente en señal de respeto con lo que representa ese 8 de marzo que tantos hombres, sobre todo, mal interpretan como una especie de segundo día de las madres que incluya a las solteras.

Me abstengo de opinar porque verdaderamente no puedo imaginar siquiera el dilema en que una mujer puede verse envuelta en varias situaciones de embarazo.  El más obvio, quizás también el mas cruel, es el que resulta de una violación.  Tener al hijo de un acto despreciable, de un padre depravado y criarlo con el amor debido a un hijo es un acto heroico que no sé si yo podría realizar y en consecuencia no sé si se lo puedo pedir a alguien más.  Tampoco sé como reaccionaría si mi propia vida estuviera en peligro en caso de continuar con un embarazo de alto riesgo, menos si hay otros hijos de por medio.  Lo mismo pasa si, gracias a nuestra desarrollada tecnología, descubrimos que el niño viene mal, que jamás será normal, quizás nunca entenderá que soy su madre y tras un largo o corto periodo de sufrimiento dejará finalmente el mundo.

Todos estos escenarios los puedo pensar, leer y hasta escribir (lo acabo de hacer) pero ¿los entiendo? ¿puedo honestamente decir que sé lo que una mujer sentiría o por lo que pasaría en esa situación? No.   Creo que solo otra mujer puede, además de solidarizarse, entender el problema y en consecuencia aportar a la decisión de forma significativa.  Por eso tengo esta especie de sueño o de utopía: que el día que este tema tenga que decidirse nuestros legisladores hombres cedan la palestra a sus compañeras, que tengan voz, pero no voto; que aporten si quieren y pueden, pero que la decisión sea con el voto femenino y la abstención masculina; y además que se dé en el contexto de una verdadera discusión democrática, no por consignas partidarias o religiosas, por la honesta opinión de cada mujer y en ese contexto que todos aceptemos lo que la mayoría de ellas decida.

De lograrse lo anterior creería al fin que nuestra sociedad esta en vías de un cambio significativo en el terreno de la perspectiva de género, que al fin vamos saliendo de esta manía tan masculina de inmiscuirnos en todas las decisiones, aunque no nos afecten, que la conmemoración del 8 de marzo algún día podrá dejar de ser necesaria.

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