Qui bibit, dormit;
qui dormit, non peccat;
qui non peccat, sanctus est.
Estando en Francia tuve un problema de salud, tan leve que ya ni me acuerdo exactamente en que consistió. Me queda, en cambio, el recuerdo de una escena en la farmacia cuando fui a surtir la receta que me dio el médico. Al momento de pagar le pregunté al farmacéutico si con esa medicina se podía tomar alcohol. “¡Alcohol!” exclamó el farmacéutico “¿Acaso se quiere usted suicidar?”. Algo corrido dado que había mas gente en la farmacia y el tipo era el único dependiente le contesté “No, solo que el viernes tengo una cena y si me ofrecen una copa de vino quería saber si la puedo aceptar…”, “¡Vino!” volvió a gritar el tipo, que por lo visto era bastante histriónico, “claro que puede tomar vino, el vino no es alcohol, pensé que se quería tomar una botella de whiskey o de cognac…”.
El vino no es alcohol. Esta frase es toda una declaración en términos culturales, el vino es parte de la vida y tomado con moderación un disfrute. En mi humilde opinión se puede decir lo mismo de otras bebidas alcohólicas, incluida la cerveza y por supuesto los alcoholes fuertes a los que hizo alusión mi escandalizado farmacéutico.
Esta introducción viene a cuento porque jamás en la vida he podido entender o encontrar el sentido de la Ley Seca. En mis pesquisas digitales solo descubrí que la padecemos desde 1933 y en principio era aplicable solo en tiempos electorales. Actualmente en algunos sitios también se aplica los domingos en la tarde, en ciertas festividades o como alguna forma de soporte a la cuarentena y a la recomendación de quedarse en casa.
La poca eficacia de la medida se infiere de que quien tiene interés de beber igual prevé la situación y compra el alcohol de antemano. De hecho, no está prohibido beber, solo comprar, a menos, claro, que sea en la vía publica o en las circunstancias que de por sí la ley no lo permite. En esto no incide la Ley Seca.
Con la pandemia encima y la necesidad de la cuarentena en varios municipios se ha decretado la Ley Seca en diferentes formas y por distintos periodos… ¿Por qué? Me queda claro que la idea es evitar las aglomeraciones de gente, eso implica cerrar los bares, pero también los restaurantes, los cines, los teatros, etc. La gente debe evitar salir de su casa, pero si es necesario lo puede hacer con ciertas precauciones es ir a comprar lo que necesite como comida, medicinas o ¿cerveza? Aceptemos para fines de esta exposición que si solo es ir por cerveza de algún modo no cae en la categoría de bien necesario, pero ¿por qué no permitir su compra si no es solo el alcohol? Si alguien va a una tienda por pan y esta vende también tequila como quien dice el daño está hecho, ya salió y ya estuvo con otra gente, tomar el pan y dejar la bebida no cambia nada la situación.
Algunos hemos optado por buscar hacer algunas compras en internet y recibirlas en casa, eso definitivamente reduce nuestro riesgo ¿por qué no permitir en ese caso la compra de alcohol? Leí, en algún sitio, que un emprendedor personaje ofreció en internet venta a domicilio de cerveza, inmediatamente un oficioso funcionario amenazó con que si lo atrapaban lo multarían, vuelvo a preguntar ¿por qué? Si el problema es que no dejemos la casa, entonces ésta podría ser perfectamente la solución.
Por otro lado, sabemos que el Covid-19 puede afectar mas a gente con algún problema de salud adicional, pero hasta donde yo recuerdo el alcohol o el alcoholismo no estaba en esa lista, aunque se que puede debilitar fuertemente el organismo. Cosas como la obesidad, la hipertensión o la diabetes sí son factores claros de riesgo (y asumo que por supuesto el tabaco, pero este es tan obvio que ni merece la pena mencionarlo dado que de entrada los pulmones del fumador están en una situación tan precaria que cualquier infección de este tipo le representa un riesgo mayor) Si la intención de la Ley Seca es proteger al individuo ¿por qué no hay un equivalente para los refrescos, los dulces, la comida chatarra en general o el tabaco?
Se dice que la medida ayuda a disminuir la delincuencia (lo que no tiene mucho que ver con la pandemia) pero no me imagino como. Si el delincuente necesita darse valor o desinhibirse con el alcohol igual lo planeará con tiempo. Sí creo, en cambio, que pueda haber menos gente atrapada in fraganti en el alcoholímetro, pero mas bien eso responde a que no tenemos una cultura de disfrute del alcohol: tomarlo es como un gesto de rebeldía, de insumisión o algo así. La sociología o la psicología tal vez podrían darnos una explicación en esto.
Por lo visto en casi 100 años (87 para ser exactos) de Ley Seca no hemos podido, como sociedad, desarrollar y enseñar a las nuevas generaciones a tener una relación sana con el alcohol. Me queda claro que el abuso, como el de tantas otras substancias, es perjudicial y ademas del daño que le puede ocasionar al bebedor, está el que este puede causarle a terceras personas y esto sí me parece muy grave; pero desde mi punto de vista la Ley Seca no aporta nada en cuanto a resolver el problema de forma permanente, es como un paliativo (o diríamos mejor un pretexto) para encubrir una falla social con un acto de supuesta virtud moral.
Vamos, que la Ley Seca, en cuanto a forma de control de un problema de adicción, equivale a prohibir el matrimonio para acabar con la violencia intrafamiliar, o cerrar las escuelas para detener el bullying. En mi opinión todos estos problemas pasan por una mucho mejor educación de nuestra sociedad.
