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jueves, marzo 28, 2024

Venezuela: Algunos puntos sobre algunas íes

La situación en torno a Venezuela se ha convertido en una especie de Guerra Santa: quien no está conmigo está ciertamente contra mí.  Creo que aún existe un grupo entre ambos fuegos, en el que me cuento, que piensa que una solución consensuada, que sea lo que la mayoría del pueblo venezolano realmente desea, sería lo mejor.  Sin embargo, es tal el fragor de la batalla que se ha perdido bastante el sentido común en muchas de las posiciones.  Sin la pretensión de hacer un análisis exhaustivo, reconozco que mucho de lo que voy a expresar ya ha sido dicho y por mejores plumas que la mía.

De entrada, creo que la posición oficial de nuestro gobierno federal es la correcta.  A este respecto recuerdo que hace muchos años, a raíz de algún problema internacional como el que hoy se desarrolla, el padre de una amiga nos explicó la posición de no intervención y de respeto a la autonomía de los países, lo que hemos dado en llamar Doctrina Estrada.  No recuerdo ni que conflicto era, pero su conclusión me quedó grabada en la memoria hasta la fecha: “ojalá nuestro país tuviera una política interior tan buena como la exterior”. Con los años, y sobre todo viendo a México desde el extranjero aprendí a valorar esa posición.  Nunca hemos sido una gran potencia ni en general tenemos más poder de convencimiento que el de nuestros argumentos, pero nuestra política exterior, siempre buscando ser un país justo en el trato con los demás, nos generó un respeto entre las naciones.  En los últimos sexenios, en mi opinión, esto se perdió; seguimos la corriente a otros países, entramos al juego de las potencias, nos alineamos, nuestra política exterior perdió significado.  Por eso creo que la recuperación de la Doctrina Estrada es un cambio bienvenido.

En este contexto reconocer a Juan Guaidó como presidente es un error.  Podría enfrascarme en un sin fin de argumentos y contraargumentos pero creo, parafraseando a los chinos, que una especie de imagen puede ahorrarme mil palabras: en 1988 y 2006 nuestro país tuvo elecciones protestadas.  Mucho pensamos que se manipularon los resultados y que en una elección limpia los ganadores de la elección hubieran sido otros.  ¿Qué hubieran pensado entonces los que hoy claman por el reconocimiento a Guaidó si Cuauhtémoc Cárdenas o López Obrador se hubieran convertido en presidentes por la presión de una coalición de países que desconocieran a los proclamados?  Aunque nos ha llevado mucho tiempo a fin de cuentas los problemas los fuimos resolviendo en casa, y creo que eso nos da una mayor estabilidad e independencia como país que los resultados de una intervención.

El otro argumento que se emplea para pedir la intervención en Venezuela es el humanitario, y este es el que encuentro más desconcertante.  Las cosas ahí no están bien, pero no lo están en muchos otros lugares del mundo. Sin ir más lejos, en Honduras hubo unas elecciones muy protestadas por el pueblo y la gente está migrando en caravanas porque no ve futuro en su país, pero no vemos ninguna corriente de opinión quitándole el reconocimiento a su presidente, más bien hubo una reacción en contra de los migrantes que cruzaron por nuestro país.  Algo parecido sucede en Nicaragua, pero en opinión de bastantes estudiosos del tema la peor crisis humanitaria en estos momentos sucede en Yemen ante la agresión de Arabia Saudita.  De por sí en Arabia Saudita ya tenemos una situación de derechos humanos muy complicada para las mujeres, la peor del mundo probablemente, y el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Turquía puso de manifiesto el total menosprecio del régimen saudí por la prensa, la opinión internacional y los derechos humanos, y todo esto no ha tenido grandes consecuencias.  Podría seguir con ejemplos, pero creo que el punto está hecho.

Está por supuesto la situación económica, y eso si es bastante grave.  Sobre ese tema creo que caben varios comentarios: el primero es que se reconoce que cuando Chávez inició con sus reformas logró, al menos en un principio, cierto éxito.  Eso explica en buena medida que el actual gobierno siga contando con un buen apoyo, lo que frecuentemente no se reconoce.  Otro argumento lo tomo de una conferencia de Boaventura de Sousa Santos: con la actual acumulación de capitales en unas cuantas manos, sean de personas o de empresas, es relativamente fácil para estos mega consorcios causar un cataclismo en la economía de algún país no muy grande.  Y qué decir de los bloqueos económicos que afectan suministros de víveres y medicinas.   Si a esto le añadimos que Venezuela siempre fue extraordinariamente dependiente del exterior en su economía al grado que en la década de los setentas, según unos venezolanos que traté por corto lapso, hasta los helados eran importados de los Estados Unidos, vamos viendo que lo que hoy pasa puede fácilmente explicarse por una serie de acontecimientos no tan directamente imputables al gobierno, a pesar de que como dice un amigo “Maduro no es Chávez…”.

Por todo esto creo que el embate contra el gobierno de Maduro y la imposición de un presidente que propiamente surge de la nada es la antesala de un conflicto de mucho mayor envergadura.  Si realmente nos preocupa el pueblo venezolano, su economía y sus derechos humanos, la solución, como han propuesto muchas personas, es la mediación en el conflicto, no la intervención directa.

 

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