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miércoles, abril 24, 2024

Al amparo de la luna llena

Algo tan hermoso como esta luna de “Nieve” sólo la tiñe la sangre derramada y el humo que emana del abuso y la injusticia. Un niño de 4 y una niña de 6 años fueron asesinados junto con su mamá de 26 y su abuela de 56 años en León.

En otra noticia, la demostración de fuerza de  grupos criminales en Irapuato e incendiaron un “anexo”, dos casas y un taller llevándose a 5 personas, muestra el grado de indulgencia con la que las autoridades cuidan a las personas y sus bienes. El recuento de la inseguridad es cada vez más grotesco y la narrativa de las violencias hace nido en el miedo que se siente también en los ojos.

No hay duda, las maravillas de la vida en todas sus formas y  las expresiones de la naturaleza y del universo mismo como lo es la luna de “Nieve” son maneras tan sutilmente bellas que deberían ser vistas y sentidas por todas las personas.

La experiencia de pararse frente el océano y sentir la arena en los pies y las olas golpear con espuma los tobillos, el caminar por una selva tropical, sentir el sol en las zonas áridas,  zambullirte en las aguas cristalinas y frías y el mirar la bóveda celeste en un bosque salpicado de luciérnagas, deberían parte de una lista obligada entre muchas vivencias de vida, que todos los seres humanos tenemos que experimentar. La luna llena nos invita a sentir la vida con su luz y su fuerza, con su magia y con el asombro que nos produce verla en el cielo, nívea e inmaculada, como una mínima ofrenda a nuestra fugaz existencia.

Pero la realidad, aún al amparo de la luna llena, nos demuestra que los seres humanos podemos ser capaces de realizar atrocidades a otros seres humanos. Las historias que relatan los medios de comunicación y las cifras de la muerte que se registran, son frías y duras, pero no podemos olvidar que en cada dígito que se agrega al conteo,  esta el nombre de una persona real, una vida que se pierde y la historia de un ser humano y seguramente con una familia. La naturalización de las violencias ha hecho que perdamos la capacidad de asombro y que la indignación se convierta en resignación, de una forma torpe e insensible.

Las historias se acumulan: secuestros, homicidios, violaciones y feminicidios,  robos, asaltos, extorsiones nos rodean y nos van asfixiando. El estado y sus instituciones al parecer ya son comparsa desde hace mucho tiempo. Los gobernantes se escudan en el imaginario de un trabajo que se anuncia y de un esfuerzo que se diluye en el esbozo de una mueca, en una sonrisa por demás fingida, en una frase inocua, en una promesa que por ahora nunca se cumple.

Roque Dalton poeta salvadoreño asesinado en 1975, escribió:

Yo, como tú,

amo el amor, la vida, el dulce encanto

de las cosas, el paisaje

celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.

Al amparo de la luna llena toca empuñar la palabra y empeñar el compromiso por la vida, por la seguridad y por la dignidad de todas y de todos. La espera ha concluido. Los resultados no están a la vista de la ciudadanía. La acción gubernamental en los tres niveles de acción está fracturada, ajena, descoordinada y presumiblemente cómplice.

Por ahora, la luz de la luna llena nos ofrece una experiencia sublime, que es para todos y todas los que levantamos la vista al cielo y la podemos observamos con la sorpresa que inunda en segundos los ojos y el corazón.

Al amparo de su luz blanca tendremos que entender, en contra parte, que hay noches de una oscuridad profunda, así como noches de luna que se desvanece jugando con sus formas de hacerse notar, asimismo habrá noches en la que irá mostrándose en fragmentos hermosos que gradualmente la revelaran plena, brillante y majestuosa, para que podamos,  si  así lo queremos, refrendar la esperanza y exigir con firmeza: paz, justicia, seguridad, tranquilidad y alegría, pero también poesía como la de Roque Dalton, para que al amparo de la luna llena, sea la vida la que gane con todo lo bueno que tiene y que ya no sea el dolor y la muerte como hasta ahora.

 

 

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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