La agenda de problemas que tienen las ciudades puede escribirse en varias páginas y las prioridades para atenderlos sólo en unas cuantas líneas, esto depende desde donde se quiera atender la realidad social y los múltiples fenómenos que se presentan, así como desde los intereses y visiones que se tengan. Las ciudades han sido tomadas por las élites económicas desde hace mucho tiempo. No hay que olvidar que los procesos de acumulación de la riqueza tienen su base en la apropiación de la tierra, en su uso y explotación.
Las ciudades están expandiendo el uso de los territorios, ante demandas reales y creadas, ya sea de vivienda, de creación de zonas industriales o de vialidades. Todo esto dentro de las dinámicas demográficas, tanto de crecimiento, de migración, de envejecimiento, de acceso al empleo y a la educación, así como de los de la vocación del suelo y de los efectos de las actividades humanas sobre el entorno natural.
Las ciudades han crecido bajo el cobijo de la especulación y de la plusvalía artificial que algunas personas han obtenido, al comprar o adueñarse de predios en los lugares en donde se hará alguna vialidad importante, o se impulsará el desarrollo de algunas zonas de las ciudades.
Toda ciudad tiene una red de problemas, que implican sin duda un desafío para el desarrollo de la ciudad, y con ello de los servicios urbanos necesarios para garantizar una mínima calidad de vida para sus habitantes. Así, se pueden ir conectado problemáticas entre sí: el acceder a un crédito para tener una casa, se relaciona con la posibilidad de tener un empleo estable y un ingreso seguro, y si se tiene, esta nueva condición se relaciona con los servicios urbanos, que van desde tener una escuela cerca, pasando por tener acceso a transporte público, al abasto cercano de alimentos, a centros de salud, dando por descantado que habrá agua potable, drenaje, energía eléctrica, calles pavimentadas y seguridad pública, además de parques, jardines y espacios para la cultura, el deporte y la recreación.
Hay ciudades como León, en Guanajuato que tuvieron la iniciativa de dotarse de un Instituto para la planeación del municipio y que trazaron lógicas, políticas y criterios para cuidar el desarrollo de la ciudad, sin embargo, ha quedado claro que si bien hay planes y visiones de la ciudad con miras de corto y mediano plazo de la zona urbana, como lo es ahora el plan 2040, también en cierto, que los empresarios – unas pocas familias- que controlan el mercado del suelo urbano, junto con algunas cuantas empresas constructoras, han hecho de la ciudad lo que han querido, pero sobre todo han hecho mucho dinero a expensas de la inversión pública, es decir de nuestro dinero y desafiando los marcos jurídicos vigentes y llevando a límite a los ayuntamientos que se ven comprometidos y son presa fácil de las presiones, acuerdos, compadrazgos, e intereses que se ven amalgamados a la hora de tomar los acuerdos para aprobar los cambios de usos de suelo, los criterios de afectación para obras públicas y hasta para ceder a la especulación del valor de la tierra como fue el caso reciente de los dueños del Molino.
Las ciudades requieren ser pensadas desde sus habitantes, desde los hombres y mujeres que buscan desarrollar una vida plena y digna, y no desde los dueños de la tierra, ni sólo desde los empresarios.
Las tareas para administrar el desarrollo de una ciudad, pasan a su vez por pensar el desarrollo humano y social de las y los ciudadanos, de tomar decisiones sociales, responsables y de largo plazo, y no sólo caer el garlito de pensar en lo inmediato, en lo fácil y en gobernar sólo para las élites.
Las ciudades hoy concentran y condensan las problemáticas humanas producto del capitalismo occidental desenfrenado. Sin ser ingenuos, sabemos que es posible pensar el diseño y desarrollo urbano como lo han hecho otros municipios y ciudades en el mundo en favor de sus ciudadanos y ciudadanas.
El mismo hecho de tener una institución para ese fin es una oportunidad, ojala pronto, los gobernantes principalmente, muchos de los altos funcionarios públicos y las y los legisladores, se dieran la oportunidad de al menos de conocer sus ciudades, en el caso de León por ejemplo, se dieran la oportunidad de caminar en la colonia 10 de mayo, de recorrer en las mañanas el Blvd. Aristóteles en las Joyas, de subirse al Optibus en las horas pico, de pasear en las noches en el centro de la ciudad, de andar en bicicleta por las ciclo vías y sentir el deterioro que tienen y los riesgos que se corren, de transitar por las principales avenidas de la ciudad y contar la cantidad de predios baldíos que hay y que son improductivos, de darse una vuelta por Alfaro, Medina, la Laborcita, Los Castillos, y ver cómo se invaden los cerros y se acaba con el entorno natural, subir en la mañana a alguno de los edificios más altos de la ciudad y ver la nata de contaminantes que cubre el valle de León, que en días de lluvia sean testigos de los encharcamientos que se hacen en las calles y avenidas, que intenten cruzar a pie el Blvd. Morelos, el Timoteo Lozano, o Torres Landa, o de ir a las Hilamas y sentir lo que es el hacinamiento urbano.
No es pedir mucho. Pero si es pedir a cada funcionaria y funcionario público, a cada uno de las y los planeadores urbanos, a los miembros del ayuntamiento que caminen, sientan, vivan, respiren, perciban la ciudad como si fueran las y los obreros, los y las empleadas, como si fueran estudiantes, como amas de casa, como personas de la tercera edad, o con alguna capacidad diferente y entonces, tal vez entonces, puedan asumir con respeto y dignidad el encargo que tienen de trabajar por el bien común de la ciudadanía y en respetar y hacer valer la ley en beneficio de todas y de todos. El presidente municipal electo y su equipo ahí tienen una verdadera oportunidad de hacer una real diferencia en la gestión municipal.
