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martes, abril 16, 2024

Cultura Política

“La explicación es un error bien vestido”.

“La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”.

“Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones”.

Julio Cortázar

 

La política es paradoja, contradicción, ilusión y decisión, es todo eso al mismo tiempo y es más que eso. La ilusión de poder controlar la realidad produce los peores gobernantes. La paradoja de creer que se hace el bien desde una ideología que se impone, termina generando sutiles tragedias que se convierten en profunda injusticia social. Las contradicciones son la constante, no se puede quedar bien con todos, hay múltiples intereses se entrelazan y complejizan la toma de decisiones, así que lo que se decide es una acción de poder, que no deja ser parcial, incompleta y hasta injusta.

La política pareciera que es el único terreno en donde se pisa lodo y estiércol todo el tiempo. Avanzar y aún quedarse parado es una proeza. Sostenerse y dar un paso implica tener arrojo ante las fuerzas que buscas derribar y entre los jaloneros de todos y todas, incluidos las y los colaboradores, las y los militantes afines que tienen su propia mirada y hasta su propia agenda política.

Construir en política –gobernar- es hacerlo desde la lucha que implica reconocer tanto a las y los actores sociales, así como: intereses, proyectos, necesidades, capacidades, posibilidades, demandas, normatividad, competencias, y tener un idealmente una visión de mediano y largo plazo de lo que se puede llegar a impulsar, construir, generar y desarrollar, en un municipio, en un estado, en el país.

Todo esto implica necesariamente,  si queremos que haya nuevas formar de gobierno, el quitar la idea arraigada de que una sola persona puede hacer todo eso. La figura de alcalde, gobernador y presidente tienen una carga simbólica asociada a la concentración de poder que hemos depositado en una persona. Nuestra herencia política ha sido aderezada de monarquía, caudillismo y presidencialismo.

Hoy buscamos tener responsables, -visibles y que den la cara-, sobre lo que se decide, en todos los ámbitos de la vida pública, y la democracia se convierte en bandera que arropa la inaplazable necesidad de la transparencia, de la rendición de cuentas, de la libertad de asociación, de la lucha por la igualdad, por la vigencia del estado de derecho y de la libertad de prensa, así como, de la necesaria y urgente inclusión de la participación de la sociedad en las acciones de gobierno.

Pero, ¿cómo crear un doble movimiento para desarrollar una educación y cultura política? Por una parte,  la de promover el contar con una administración pública -en todos los niveles de gobierno- que sea seria, profesional, responsable, honesta, eficaz y ética. Con sistemas de control y evaluación abiertos, claros, con consecuencias tanto para alentar los logros como para inhibir y castigar los abusos y la ineficacia.

Por otra parte, el reto es ¿cómo desarrollar una cultura y educación política en la ciudadanía?  De lo que se trata es de cómo activar, desarrollar y construir una actitud cívica, junto con una práctica política cotidiana, que vaya más allá de la participación electoral y pase a la construcción de una cualidad relacional con vecinos, con sus pares en las escuelas, en los espacios de trabajo, con colegas, compañeros y compañeras, en donde los derechos humanos sean el elemento clave de orientación para la acción, la toma de acuerdos y para la conformación de diversos mecanismos de organización comunitaria y colectiva.

Por ahora, gana mayormente la apatía en la ciudadanía y la simulación parte de las autoridades a cargo de todas las esferas de la administración pública. Se observa que hay una serie de acuerdos tácitos que hacen que se refuerce la idea de que hay participación social simulada, -controlada- vía la conformación de consejos ciudadanos, foros, consultas públicas, observatorios sociales y ahora legislativos -, lo que demuestra el juego político en donde la democracia con calidad es una aspiración social y política todavía.

Habrá que impulsar la crítica social y política. Habrá que desarrollar más y mejores proyectos de comunicación y un periodismo de investigación, a la vez de que haya una clara definición –regulación normativa- del gasto en materia de comunicación y publicidad de todos los gobiernos y sus dependencias. Se tendrá que impulsar el contar mecanismos agiles de transparencia y acceso a la información pública. Las y los funcionarios de gobierno, deberían presentar sin ninguna reserva su declaración patrimonial, su declaración anual de impuestos y su declaración de los posibles conflictos de interés en los que podrían estar. Ese sería un buen inicio para impulsar una nueva cultura política.

Poner en práctica una cultura política nueva, implica ofrecer evidencias, dar testimonio y ofrecer hechos concretos. Por ahora quedan a deber, especialmente quienes han prometido ser gobiernos abiertos, eficaces y honestos. A la ciudadanía nos tocará exigir por lo pronto lo que mandata la ley, por ahí se puede empezar.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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