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jueves, marzo 28, 2024

Informar es otra cosa

Las personas se van acostumbrando a mirar la vida a través de las pantallas. La tecnología se nos ha impuesto desde la ferocidad de la mercadotecnia instalando con sutileza necesidad de estar mirando las pantallas como una nuevo forma de ser y estar en el mundo. La comunicación de masas se trasformó con una velocidad propia, que acelero no sólo el tiempo, sino las percepciones en todos los ámbitos de la vida social.

Las interacciones humanas se van contando en la esfera del mundo digital, no solo por la capacidad de los equipos, sean computadoras portátiles, Tabletas y Smartphone, sino por el tiempo dedicado a estar frente a esas pantallas y a las acciones se dan y las prácticas que suceden en ese mundo virtual que las redes sociales han creado, como la nueva y casi única “manera” de estar en el mundo. Todo indica que la trascendencia existencial pasa por “habitar” en el ciberespacio.

En política esto no es la excepción. Los partidos políticos y los actores políticos en las diversas esferas de la vida pública, están atrapados por la necesaria exposición pública que el mundo de las redes sociales ha creado y en donde uno de los principios de las democracias occidentales contemporáneas se convierte en nuevo mandato social: la transparencia y la rendición de cuentas. Todo ello montado entre nuevos y viejos paradigmas de la comunicación de masas y de las hipermediaciones que la sociedad red va desplegando, dicho sea de paso, con pocos escrúpulos y con una moral poco relajada, en dónde se busca priorizar  en el mundo de las percepciones y de las preferencias políticas el estar midiendo los estados de ánimo de audiencias o de grupos de interés.

Toda acción política hoy debe exponerse sin reservas. La nueva demanda de la transparencia y de la rendición de cuentas se convierte en una especie de antídoto contra la corrupción y se convierte en una noción que intenta medir el desempeño de quienes asumen tareas públicas en favor de la sociedad que las elige  y de quienes son remunerados por sus servicios con dinero público. Lo cierto es que la transparencia y la rendición de cuentas están en “pañales”. Tenemos desde 2004 la primera ley sobre transparencia y la normatividad –también reciente- con relación a la rendición de cuentas es interpretada de diversas formas, en contextos particulares, sean municipios y estados, y dependencias federales, estatales y municipales en los tres ámbitos del poder, ejecutivo, judicial y legislativo, incluyendo las lógicas y visiones que los partidos políticos a cargo de la administración pública tienen.

Hoy la manipulación mediática que Noam Chomsky y Manuel Castells y otros autores han estudiado y denunciado se complejiza en la sociedad red, en la maraña que la red misma produce y que marca nuevos territorios de la virtualidad en dónde influencer’s, twiteros, facebookeros,  youtuber’s, instagramer’s, snapchatter, junto con robots patrocinados, a manera de videojuego, producen y fabrican tendencias, generan noticias –reales o falsas-, difunden ideas y opiniones “sin filtro” y han hecho que el análisis de la comunicación social y política en estos tiempos sea un verdadero desafío.

La “Era de la Información” que escribió Manuel Castells es un punto de partida, si queremos comprender  los cambios acelerados que la sociedad occidental ha experimentado en materia de comunicación social, política y humana. Sin embargo, las instituciones políticas y sobre todo las públicas han tardado en entender la responsabilidad de informar ante los nuevos escenarios que la comunicación en red ha instalado.

Si bien hay esfuerzos por “comunicar” desde la visión del estado, ahí tenemos como ejemplo el “Canal Judicial” o el “Canal del Congreso” y que también está la obligación de realizar y transmitir de forma pública sesiones de los cabildos y de realizar  sesiones públicas de trabajo en comisiones de ayuntamientos y consejos de todo tipo, pero el esfuerzo gubernamental se reduce a “cumplir”, sin preocuparse por garantizar el informar a todas las audiencias –que son diversas-, y sin transparentar las acciones públicas y ofrecer cuentas claras, que sean entendidas por todas y todos. Ahí, las y los responsables de las tareas de comunicación social del gobierno quedan a deber y mucho.

El pasado ejercicio de rendición de cuentas a propósito del 1° Informe de Gobierno en Guanajuato y la Glosa del mismo en el Congreso del Estado muestra el “cómo” se “cumple” con el mandato constitucional. Sin embargo, lo observado da la idea de que la meta establecida fue cuidar la forma, crear un espectáculo atractivo e intentar innovar en las estrategias de comunicación con fines de propaganda y de reforzar una línea discursiva asociada a la juventud del gobernador, desdibujándose en el performance escenográfico el principio de la Rendición de Cuentas.

En el caso de la Glosa, el formato y los acuerdos tomados por los grupos parlamentarios sobre la forma de su realización, muestran la falta de sensibilidad política para utilizar el espacio y el tiempo para realizar un verdadero ejercicio de análisis de los resultados que ofrece el gobierno estatal y su gabinete, -legal y ampliado-, aprobando un esquema de Glosa por demás “aburrido”, pero que sobretodo, se prestó a la simulación –a decir sin informar-, a la evasión de respuestas –dar datos, cifras descontextualizados- y la opacidad en la información en el sentido estricto.

Una “Glosa”, -en el mejor  sentido democrático-, busca revisar, analizar y profundizar en el “Informe” y que de alguna manera le sea útil al poder ejecutivo, para que una vez concluido el proceso de revisión, en su caso, efectuar  ajustes, cambios, correcciones en la acciones de gobierno, producto del diálogo político, que se genera desde la mirada de los contrapesos que los poderes pueden ejercer para bien de Guanajuato y sus habitantes. En ese sentido los diputados panistas también tendrían que hacer su trabajo y no sólo cuidar incondicionalmente desde el formato de la glosa impuesto al jefe de ejecutivo estatal.  

Habrá que esperar que los equipos de comunicación social del gobierno del estado muestren los estudios y las mediciones de evaluación sobre el impacto informativo que tuvieron en las y los ciudadanos de estos dos eventos. Pareciera que quienes gestionan y administran la información del gobierno estatal ven que  la única manera de medir el éxito de la rendición de cuentas y de la transparencia del ejercicio público de responsabilidades es estar en las pantallas televisivas, aparecer en las planas periódicos, pagar por espacios publicitarios en diversos medios, tener tiempo en la radio y estar presentes en los diversos portales digitales de noticias, pero, eso no es informar, informar para gobernar democráticamente es otra cosa.

 

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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