“Que el ayer me sirva de experiencia,
el mañana me sirva de esperanza…
Pero el hoy me sirva como el mejor regalo…”
William Shakespeare
“El secreto de la vida es hacer como si tuviéramos lo que más dolorosamente nos falta”.
Cesare Pavese
“Nosotros opinamos con nuestros intelectos, pero vivimos con nuestros corazones”.
Naguib Mahfouz
“La vida es una serie de muertes y resurrecciones”.
Romain Rolland
“No hay nada más duradero que el instante perfecto “.
Julio Ramón Ribeyro
Me dejo llevar por el sonido de la lluvia y el olor de la tierra que se desprende en el pequeño jardín. Respiro con la consciencia de sentir que el aire entra a mis pulmones y dejo la inhalación detenida por unos segundos, exhalo de forma suave y repito la acción varias veces. Me doy cuenta que de pronto el hay un silencio, ese, el de la naturaleza, que va más allá de los sonidos urbanos. La lluvia crea una gran burbuja con sus millones de gotas que caprichosas rebotan en el exterior. Respiro, cierro lo ojos, mis manos se posan sobre las piernas, el corazón se siente en el pecho, sístole y diástole, que crean en lo imposible una pausa. La mente se detiene unos instantes, los sentidos se relajan, la vida toma forma si es que puede tenerla, de fragancias a jazmín, a lavanda y azucenas.
La mente es maravillosa y con ella su inteligencia. El silencio y la pausa son dos atributos estrictamente humanos que nos permiten tener conciencia de sí mismos, es el intersticio donde se articulan las realidades, ideas, conceptos, emociones y sentimientos, es la posibilidad de saber qué somos con relación a los demás, pero también es la diada necesaria, para la pregunta, para poner en duda lo establecido, para dar paso a lo nuevo, a la creación, a la curiosidad, al saber, a la inconformidad permanente de dar por hecho y por cierto las cosas, los principios absolutos y las verdades impuestas. En 10 mil años de civilización hemos demostrado que somos capaces de construir cosas maravillas y al mismo tiempo capaces de destruir a la propia naturaleza.
Oliver Sacks escribió: “Para nosotros es insuficiente vivir el día a día; necesitamos trascender, extasiarnos, evadirnos; necesitamos sentido, conocimiento y explicación; necesitamos ver los patrones globales de nuestras vidas. Necesitamos esperanza, una sensación de futuro. Y necesitamos libertad (o al menos una ilusión de libertad) para ir más allá de nosotros mismos, ya sea con telescopios, con microscopios, y con nuestra tecnología imparable, o mediante estados mentales que nos permitan viajar a otros mundos, trascender nuestro entorno inmediato. Necesitamos ser responsables de nuestra vida, pero también poder distanciarnos de ella”.
Y Virginia Woolf plasmó: “Hay una especie de tristeza que surge de saber demasiado, de ver el mundo como realmente es. Es la tristeza de comprender que la vida no es una gran aventura, sino una serie de pequeños momentos insignificantes, que el amor no es un cuento de hadas, sino una emoción frágil y fugaz, que la felicidad no es un estado permanente, sino una visión rara y fugaz de algo a lo que nunca podremos aferrarnos. Y en esa comprensión, hay una profunda soledad, una sensación de estar aislados. del mundo, de los demás, de uno mismo.”
Ambos autores, uno, que fue un investigador de las profundidades de la mente y una escritora erudita, poeta y escritora ponen ante nosotros y nosotras con una claridad una síntesis de la condición humana, Sacks invita a tener perspectiva, tomar sana distancia de nosotros mismos para poder vernos como somos y de nuestros actos ante la responsabilidad de conocer y de trascender. Woolf que nos pone ante el reto de sentir la vida en lo real, en el hecho de saber que somos “soledades en convivencia” como nos definió María Zambrano.
George Orwell, en su novela 1984 escribió: “La soledad más terrible no es la que surge de estar solo, sino la que surge de ser incomprendido. Es la soledad de estar en una habitación llena de gente, rodeado de gente que no te ve, que no te oye, que no conocen la verdadera esencia de quién eres y en esa soledad, sientes como si te estuvieras desvaneciendo, desapareciendo en el fondo, hasta que no seas más que un fantasma, una sombra de tu antiguo yo”.
Cita que toma sentido, más allá de su predicción futurista, si pensamos lo que estamos experimentando como sociedad, en donde el individualismo toma forma de cultura dominante, donde las prácticas sociales son egoístas, hedonistas y narcisistas promovidas y validadas por la sociedad capitalista de mercado. Yo Importo solo si consumo, existo solo si soy un deudor y pareciera que es el nuevo “matra” con los que se mueven y guían miles de millones de personas en el mundo. Nada importa, la política pierde su sentido social, la convivencia se desprecia, el tejido social esta roto, la cultura fragmentada, el saber humano despreciado, el pensamiento critico queriendo ser olvidado, la Inteligencia Artificial transformando prácticas sociales y culturales de forma acelerada, y ante todo eso, la cultura de yo, que buscaba reafirmar la singularidad y la individualidad como par del “ser” y “estar” en el mundo y con el mundo se diluye entre bitcoins, entre interacciones a distancia, entre diversión frente a pantallas, entre nuevas ficciones asociadas al encuentro con personas a través de apps y al gran mercado creado para vender sensaciones y experiencias que por efímeras son también fantasmales.
En la pausa y el silencio está el espacio, ese, que sirve para el dialogo interior, que es lugar único, del mundo privado de cada persona, ese lugar en el que no cabe la omisión y la negación, y que ofrece la opción de pensar, de asumir y de buscar para entender quiénes somos con lo que hicieron con nosotros, para sanar desde la comprensión y desde la consciencia personal y social.
Henri Nouwen escribió: “Nadie escapa de estar herido. Todos somos personas heridas, ya sea física, emocional, mental o espiritualmente. La cuestión principal no es “¿Cómo podemos ocultar nuestras heridas?” para no tener que avergonzarnos, sino “¿Cómo podemos poner nuestras heridas al servicio de los demás?”. Cuando nuestras heridas dejan de ser una fuente de vergüenza y se convierten en una fuente de curación, nos hemos convertido en sanadores de heridos.”
Ahora bien, tenemos la oportunidad de sentir y hasta de crear el silencio, y también tenemos el privilegio crear la pausa como la describió Lorena Pronsky:
“Saber que uno siempre cuenta con el privilegio de la pausa.
Descender la intensidad de la marcha.
Acomodarse en el piso.
Sacarse los zapatos.
Tocarse el latido del corazón y sentir qué quiero que siga ahora y qué no.
Así. Escuchando tu respiración como respuesta.
Con la cabeza, inclinada, mirando a ese Cielo que guarda tu vuelo.
Tranquila.
Despacio.
En ese silencio donde la verdad, siempre, te es revelada.
Eso.
En pausa.
Date el permiso hermoso de frenar.
Así. Tu cuerpo a la altura de tu alma.
Que espere el que pueda esperar.
Lo importante acá es que te sepas esperar vos.
Eso también es curarse”.
Una de las cosas más personales que podemos hacer es el escribir, que es también hacer silencio y hacer pausa. Leila Guerriero nos da unas pistas para hacerlo. Venga el silencio y la pausa a hacer de las suyas en cada uno de nosotros.
“Cuidar un jardín ayuda a escribir.
Mirar por la ventana ayuda a escribir.
Viajar a un sitio en el que no se ha estado antes ayuda a escribir.
Conducir por la ruta un día de verano ayuda a escribir (…).
Ducharse un día de semana a las cuatro de la tarde ayuda a escribir. Ir al cine un día de semana, a las dos de la tarde, ayuda a escribir.
No tener nada que hacer no ayuda a escribir.
Estar un poco infeliz, a veces, ayuda a escribir.
Correr ayuda a escribir (…).
Leer El libro de la almohada, de Sei Shonagon, ayuda a escribir.
Limpiar la casa ayuda a escribir. Preparar dulces ayuda a escribir (…)”.
PD: Invitación al taller: De adioses, rupturas y duelos. Que coordinare los sábados de septiembre, octubre y el 2 de noviembre 2024, de 5 a 7 pm. Clínica Pascual. Informes por WhatsApp al 477 27 66 500. Cierre de inscripciones 5 de septiembre.
o “La muerte es incomprensible, injusta y el dolor que ocasiona a los que sufren la pérdida de un ser querido es, siempre, tan grande y tan profundo, que la propia vida parece haberse ido con la persona muerta.” Gabriel Rolón
o “Y comencé a comprender también que el dolor, los desengaños y la melancolía no existen para molestarnos, para sumirnos en un abismo de desasosiego e inutilidad, sino para poner a prueba nuestro temple y madurar nuestro ser”. Hermann Hesse