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jueves, marzo 28, 2024

La vida como escenario

La vida se siente con la fuerza de la alegría y la del dolor. Las pérdidas de vida y los contagios crecen. Las medidas se tendrán que endurecer. El colapso del sistema de salud es inminente. Por un lado, la tristeza se siente ante la muerte y la enfermedad y por el otro, la alegría por sabernos sanos y por saber de muchas personas que se recuperan de situaciones críticas que el Covid-19 y otras enfermedades causan.

La vida se presenta como un escenario, en donde lo importantes es que nosotros somos los actores y actrices de una obra en la que vamos literalmente improvisando a partir de nuestras ideas, de muestras creencias, de lo que sabemos y de lo vamos aprendiendo, pero, también a partir de nuestra historia personal y de cómo hemos ido forjando una personalidad propia, en la interacción con los otros. Todo ello en un escenario dinámico en el que vamos tomando decisiones y viviendo. No todas las veces podemos actuar con la claridad necesaria y poder tomar las mejores decisiones, sino al contrario, somos muy contradictorios y creamos problemas que afectan la vida y la dignidad de las personas, aun de las que queremos y amamos. Aunque el verdadero reto, es buscar la congruencia de poder pensar, sentir y actuar con coherencia, ese el desafío humano más importante que tenemos.

Cada vez más la vida toma sentido en esta pandemia ante todo lo que nos está afectando. La incertidumbre crece, y las depresiones también, aderezadas de una serie de situaciones humanas que afectan la vida cotidiana de las personas, su salud física y emocional, además de las situaciones económicas que son cada vez más difíciles. El dolor esta apareciendo como respuesta al encierro, al miedo, pero también ante la falta de certezas y de seguridad. El dolor es real, pero el sufrimiento es opcional. Habrá que ir viendo cómo ayudarnos a salir de ese sufrimiento y dar paso a las acciones que nos ayuden a superar entre todos esta situación que se va alargando, más allá de lo esperado y de lo deseado.

Entre todo, hay que ir entendiendo que el modelo de desarrollo económico y social que tenemos, tanto como país y como mundo está en una crisis profunda. La dinámica económica esta paralizada y las formas de producción vigentes son profundamente cuestionadas ante los efectos ambientales y ante las consecuencias de la desigualdad que el capitalismo ha creado. Esta pandemia puede ser una oportunidad para repensar y rediseñar el mundo que queremos. La pandemia es única en relación a las epidemias anteriores ya que ésta es de carácter global.

Sabemos que todo lo hacemos es un acto político, la forma en que vamos actuando en la sociedad nos lleva a tener una posición política, con conciencia social y de clase o simplemente porque nos dejamos llevar por el contexto y las circunstancias, sin mucha reflexividad que digamos. Pero al final de cuentas, todo es político, porque estamos en relación los otros, -en sociedad-, más allá de nuestro mundo personal y privado, la vida es una constante relación social y por tanto política, y es a su vez, una construcción social.

Ahora toca, entre todos y todas, hacer que la vida sea un escenario de posibilidades para el cambio, para aprender, para la sororidad, para la fraternidad. En ese sentido se requiere desarrollar un diálogo crítico sobre lo que está pasando en país, en el estado, en los municipios. Tenemos la oportunidad de empezar a decir lo que se necesita y lo que demandamos como sociedad, tarea nada fácil, cuando el modelo de mercado ha fincado su éxito en el individualismo, en la fragmentación social y en el consumismo, a la par de que, en el ámbito político, éste ha sido capturado por grupos y élites con visiones e intereses particulares y que de una u otra manera  usan las necesidades y creencias de las personas, con fines electorales para acceder al poder, en el contexto de las democracias que tenemos hasta ahora. Eso ha hecho que la política sea para muchos un tema lejano y ajeno a la vida cotidiana. Los gobiernos representan visiones particulares y tienen compromisos e intereses que las más de las veces quedan ocultos a la ciudadanía.

Desde la necesidad del diálogo y la comunicación social tendremos que imaginar escenarios vida, posibilidades para que la esperanza vaya tomando forma, para que la solidaridad se exprese. Sin embargo, lo que estamos viendo estos días con la agudización de la pandemia, es un juego perverso del poder para la aplicación de las vacunas, en una dinámica propia del mercado, -que no tiene escrúpulos- y que deja a la oferta y la demanda el valor de los tanques de oxígeno, de los concentradores del oxígeno y de los aditamentos para el uso para los enfermos de Covid-19, en el servicio de cremación de los cadáveres, quedando atrapados por el dolor y la angustia y pagando precios desmedidos para obtener un poco de esperanza. Ya algunos gobiernos locales han entrado apoyar con las recargas del vital gas, pero, la especulación se convierte en algo inmoral, si pensamos que la vida es lo más preciado que tenemos y que ahora queda a expensas a las terribles lógicas del mercado.

Los escenarios los podemos modificar de la acción colectiva. La política tiene que ser un tema de interés público. Tenemos que asumir una actitud y un pensamiento critico en todos los sentidos, sobre todo para ir evaluando el desempeño de los gobiernos que tenemos, del actuar de los partidos políticos, de revisar las acciones y las políticas públicas que se están implementado. De pedir información clara y oportuna, de exigir resultados, de demandar cambios y sobre todo la de priorizar la vida de todas y de todos.

La muerte se siente cercana y se van acumulando los cadáveres. Entre ejecuciones, levantamientos y masacres, a las que se suman las muertes por Covid-19 y por todas las demás enfermedades que se padecen, cánceres, diabetes, enfermedades cardiovasculares, y el resto de las enfermedades infecciosas. Es desde esa realidad humana que necesitamos construir un nosotros humano, -desde un ser ciudadano y políticamente activo- en el que tenemos que hablar del “bien común” y refundar un “contrato social” en donde la vida, la dignidad y los derechos humanos sean los ejes de un nuevo actuar social y por lo tanto político.

Desde más humano tendremos la tarea y la responsabilidad de seguir dando sentido y significado a nuestra existencia. Este poema de Mario Benedetti puede ser un punto inicial de reflexión interior, que nos invite a seguir construyendo las salidas colectivas que necesitamos y a construir nuevos escenarios para que la vida sea y pensar la muerte, desde sentir la vida profunda y plenamente, para actuar en consecuencia y poder crear escenarios de vida.

 

Cuando éramos niños

los viejos tenían como treinta

un charco era un océano

la muerte lisa y llana

no existía.

 

luego cuando muchachos

los viejos eran gente de cuarenta

un estanque era un océano

la muerte solamente

una palabra

 

ya cuando nos casamos

los ancianos estaban en los cincuenta

un lago era un océano

la muerte era la muerte

de los otros.

 

ahora veteranos

ya le dimos alcance a la verdad

el océano es por fin el océano

pero la muerte empieza a ser

la nuestra.

 

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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