Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Eduardo Galeano
Los desafíos que la ciudadanía tiene en un país como el nuestro se pueden ver como pequeñas luchas, la más de las veces ganadas por la terquedad y la pasión, otras la voluntad y la esperanza, unas más por el hartazgo y el coraje. En este país se le ha ido arrebatando a la clase política y así como a los grupos de poder, económicos e ideológicos, muchos de los derechos que ahora son parte de la dignidad de ser mexicano, de ser mexicana.
Luchas, batallas, enfrentamientos, en donde la fuerza y la inteligencia fueron parte de la lucha social. En este mes de noviembre conmemoramos el inicio de la Revolución Mexicana, hecho que marco al naciente siglo XX y que dio matices a la vida política, con venas y arterias que hasta ahora siguen siendo parte de ese movimiento que quiso poner un nuevo marco social y que se expresó en la Constitución de 1917, historia nacional que dio paso a nuevas dictaduras, a nuevos autoritarismos y una institucionalidad del estado que hoy reclama se revisada desde la base.
¿Hay un proyecto de nación? ¿Hay gobierno del pueblo para el pueblo? ¿La soberanía qué significa ahora? ¿En dónde se ancla el orgullo de ser mexicano, mexicana? ¿Qué nos significa Pancho Villa, Emiliano Zapata, Felipe Carrillo Puerto, Felipe Ángeles, Lázaro Cárdenas? ¿Hay herederos de la revolución o solo ya estamos gobernado por los herederos de la corrupción? ¿Las familias revolucionarias que tomaron el poder ya se transformaron en la nueva oligarquía económica? ¿El nacionalismo revolucionario de Siqueiros, Rivera, Orozco, Dr. Atl, Frida Kahlo, Tina Modotti, Nahui Ollin en dónde quedo?
Hoy las luchas siguen, la sociedad va empujando por sus derechos, es una lucha cruenta. El desmantelamiento del sindicalismo independiente es un buen ejemplo de cómo el poder estatal por imponer un modelo de desarrollo económico sacrifico la historia obrera y los derechos de miles de trabajadores y trabajadoras. Hoy se vende al país como un país con bajas tasas de conflictos sindicales, y de casi nulos sindicados y si llegan a existir están bajo el manto de lo que quedo del sector obrero del PRI.
La injusticia social es un rasgo del México actual, ese mismo país que describió Alejandro Humboldt 1803-1804, como el país que tenía la mayor desigualdad de todos los que había visitado, por cierto -denunciando e intercediendo por los mineros de Guanajuato que eran brutal e inhumanamente explotados- y que después de más de 212 años, se mantiene en otras circunstancias, las mismas brechas de desigualdad e injusticia social y laboral, siendo por cierto la más grande, dentro del conjunto de los países de OCDE en el que se encuentra nuestro país.
Luchas que se tendrán que seguir dando por muchas causas reales y por demandas que el pueblo expresa. Luchas por la defensa de la libertad en Internet, por ejemplo en contra de la absurda ley impulsada por el senador priista Omar Fayad y que expresa el autoritarismo que impulsa Peña Nieto y su gabinete.
Luchas por la destitución de Arturo Escobar al frente de la Subsecretaria de Prevención del Delito, porque el primer acto de corrupción es poner en un puesto alguien que no tiene competencias para el puesto y porque su designación es un ejercicio político que legitima las prácticas políticas ilegales y premia al Partido Verde por su incondicionalidad.
Luchas por evitar los feminicidios y por erradicar la violencia en contra de las mujeres. Lucha para que las niñas y las mujeres tengan igualdad no sólo ante la ley en el papel, sino en la práctica, en los hechos, en los servicios de atención en salud, en educación y en la justicia.
Luchas por defender el trabajo de reporteros y reporteras, para garantizar el trabajo que hacen para que conozcamos lo que sucede en el país, para proteger el trabajo del periodismo de investigación que nos ha permitido sacar a la luz pública los casos de corrupción y de impunidad: Casa Blanca, Tlatlaya, Apapzingan, Tahuato, Ayotzinapa, Guardería ABC entre otros, o los abusos de poder en Veracruz, en Puebla, en Sonora, en Tamaulipas, o de Coahuila.
Estas luchas vendrán junto con otras más. Son luchas del día a día, combates en el mundo de las ideas, de los ideales, de los derechos humanos, son proceso sociales para enfrentar la injusticia en cada localidad, en cada municipio, en cada estado. Es una lucha por tener mejores gobiernos y es seguro que en esos procesos se formaran más y mejores ciudadanos y ciudadanas. Al tiempo.
