- Publicidad -
viernes, abril 19, 2024

Oportunidad

“Oportunidad, del latín opportunitas, hace referencia a lo conveniente de un contexto y a la confluencia de un espacio y un periodo temporal apropiada para obtener un provecho o cumplir un objetivo. Las oportunidades, por lo tanto, son los instantes o plazos que resultan propicios para realizar una acción”.

El acto de gobernar es un ejercicio simbólico y real del uso del poder, sea éste otorgado vía el voto o bien tomado por la fuerza. Las democracias occidentales han recorrido en poco tiempo diversas fórmulas para hacer que la democracia sea un valor social irrenunciable, como estrategia sociocultural para evitar la confrontación violenta entre los diversos actores políticos, económicos y culturales que se desarrollan en una sociedad.

El conflicto es inherente en y para las democracias. Lo que se busca es la negociación y la elaboración de acuerdos, que en sentido estricto debieran ser racionales, coherentes y oportunos, esto dentro de los posibles proyectos de nación que los partidos políticos representan. No siempre es así. El ser gobierno implica necesariamente tomar decisiones, que no satisfacen a toda la ciudadanía y de ahí  el arranque de un ciclo de reacciones, de crítica y de diálogo idealmente hablando, que se expresa en pugnas, diferencias y con ello pasar a construir nuevos acuerdos o defender posiciones, dentro  del marco jurídico, que las mismas democracias han construido para legitimar el régimen político vigente.

Inicia el 2019 con un cambio en el gobierno de la República, un gobierno que tiene una agenda propia, con una visión de cómo hacer las cosas y de cómo impulsar su proyecto en el que se aglutinan de una u otra manera, a un conjunto de fuerzas, personajes, carismas y propuestas por demás  disímbolos, contradictorios, dispares y cargados de intereses e intenciones también discordantes y hasta opuestos e incompatibles, en el contexto de un país en el que se expresan las ventajas que han tenido ciertos grupos, personas y empresas durante mucho tiempo.

El tema de aprovechar  la oportunidad de ser gobierno para “mejorar o arreglar” a un país es una demanda sentida, real, que tiene nombres y rostros concretos. –  desaparecidos, migrantes, mujeres, niños y niñas, jóvenes, ancianos, discapacitados, indígenas, desplazados, obreros, campesinos- Al inicio del sexenio del ahora expresidente Peña Nieto, afirmó que éramos un país sobre diagnosticado y seguramente así es. El problema es que esos diagnósticos no fueron la línea base para gobernar, es decir, el atender a través de las acciones de gobierno, de la creación e implementación de políticas públicas, de definir planes y programas pertinentes a la realidad de la mayoría de las y los mexicanos. Los resultados del sexenio 2012-2018 son por demás dramáticos, crueles y dolorosos.

En estos días algunos medios de comunicación masivos se dan la tarea de hacer recuentos de noticias, de traer a la memoria los acontecimientos y los hechos que sucedieron del año que termina. Lo cierto es que la balanza es cargada a lo más negativo, en donde se demuestra una buena parte de las carencias sociales, de estragos de los desastres naturales, de lo aterrador de la violencia en sus múltiples expresiones en la  que muestra un mundo cruel, deshumanizado, cargado de dolor, de miseria, de injusticia y muerte. Hay también un recuento de logros, de avances, de mejoras en diversos campos de la creatividad humana, en la ciencia y  la tecnología, en los deportes y en lo espectáculos.

Estos resúmenes podrían servir de memoria colectiva e ir señalando lo que ya no queremos que suceda en la sociedad, tal vez, se podría ir registrando en una lista lo que no queremos que vuelva a pasar. Implica reconocer que el individualismo que promueve y avala la estructura económica desde el mercado y que reduce la libertad a la elección de marcas para unos y a la condena de la exclusión de muchos, ha sido la estrategia para socavar las nociones de comunidad y de organización social, gremial y política en el conjunto social, arraigando estereotipos de consumo y haciendo generalizaciones que marginan, que diferencian y que polarizan sin argumentos a la población, creando discriminación y una anomia social.

Como sociedad no tenemos un proyecto común de nación, de país, de futuro, que es por demás imposible que así fuera. Pero si podríamos expresar lo que ya no queremos que suceda. Al menos saber lo que no se quiere, puede ser el arranque de un mejor porvenir, si es que entendemos que la realidad se construye socialmente con toda la carga valoral, subjetiva y desde la acción social de las personas, de los grupos, de la comunidades, de los pueblos originarios, teniendo como base las demandas de justicia social, las necesidades que se tienen para vivir con dignidad, la impostergable tarea gubernamental de garantizar la plena vigencia de los Derechos Humanos, en un marco de respeto del Estado de Derecho y de la urgente tarea del Estado por garantizar la seguridad e integridad de las personas y el cuidado de sus bienes.

¿Cómo gobernar para la diversidad cultural, social y política? ¿Cómo reconstituir la confianza en las autoridades e instituciones del aparato de Estado? ¿Cómo pasar del derrotismo a la construcción de oportunidades para las personas y su desarrollo pleno? ¿Cómo hacer que el gobierno haga su tarea, en la que también las y los ciudadanos hacemos la parte que nos toca? ¿Cómo dar valor a la experiencia, a la lucha social y política, y que este capital político sea el tamiz que permita valorar el desempeño del nuevo gobierno?

En el año que inicia el gobierno federal tiene un escenario complejo, difícil y a contracorriente, para lograr que las  oportunidades que tiene el gobierno se materialicen en los hechos. Se tendrá que pasar de los ajustes legislativos a la puesta en la práctica de lo que se anuncia. El descontento social que llevó un proyecto distinto de gobierno a Palacio Nacional es a su vez la más importante oportunidad que hay para cuidar, vigilar y demandar resultados e ir evaluando lo qué se hace y el cómo se hacen las cosas.

No sólo se trata de poner en la lupa a López Obrador y a su gabinete, también deben estar todos los gobernantes en los estados y todos los partidos políticos y sus representantes. Del año 2000 al 2012, Fox y Calderón tuvieron la oportunidad de cambiar el régimen político y hasta el proyecto económico, pero simplemente la dejaron pasar. No asumieron el compromiso moral y político, al menos en cuanto los problemas que laceran aún más al país: la corrupción, a la impunidad y la falta de justicia social. Acción Nacional no cumplió las promesas de campaña que lo llevó a los Pinos.

Las oportunidades también se crean, se trabajan, se construyen, se comparten. No hay magia, ni receta, ni tiempo y ahí radica la conveniencia actuar y la de no dejar pasar esta oportunidad histórica. Por lo pronto el inicio del año nuevo nos ofrece el pretexto para imaginar y desear cosas buenas para todos y todas, porque tenemos que empezar a creer que merecemos un mejor país con mejores gobiernos. Esa también es nuestra oportunidad para ejercer una ciudadanía activa, crítica y participativa en el 2019.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO