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martes, abril 23, 2024

Para la memoria: El Muro de Berlín

El 9 de noviembre de 1989, el Muro de Berlín fue derribado por miles de alemanes de ambos lados de la frontera. La caída del Muro fue el inicio de un proceso acelerado de cambios que permitió el 3 de octubre de 1990 tener una Alemania unificada.

Las luchas sociales iniciadas en la Europa Oriental, en los países que quedaron bajo el halo de poder de la Unión Soviética –Polonia, Checoslovaquia, Albania, Yugoslavia, entre otros- después de la Segunda Guerra Mundial y del reparto geopolítico que hicieron los países aliados con la URSS, dieron paso a una idea de control social nunca visto.

La Guerra fría había iniciado desde antes, pero su expresión de control, de separación de familias y pueblos, se tradujo en la construcción del Muro que inició su levantamiento en 1961, y fue la demostración real y simbólica de que existían dos mundos, dos realidades en ese entonces.

La caída del Muro de Berlín se dio entre la noche del 9 y el 10 de noviembre de 1989 y más allá de revisar los procesos particulares que dieron paso a este hecho histórico, su significado se inscribe en el proceso político que inició en 1985 Mijail Gorbachov con la Perestroika, que significa en ruso:   reestructuración y del proceso que la acompañó conocida como Glasnost, que significa: apertura, transparencia, franqueza.

La crisis del modelo de Planificación Central que habían seguido los partidos comunistas había entrado en crisis, los procesos económicos globales y la emergencia del capital financiero, junto con las demandas de libertad de asociación, como fue el caso de Polonia con el Sindicato “Solidaridad” de Lech Walesa, y que habían desde 1980 dado la lucha en los astilleros por la formación del sindicato en la defensa de los derechos laborales de los trabajadores, se fue transformando en una imagen de derrota del modelo socialista, hasta ese momento vigente. Las campanas del capitalismo se lanzaron a ensalzar al propio capitalismo como el modelo económico triunfante y con ello a buscar como tomar como lobos y por asalto a los países ex comunistas de la Europa Oriental.

No tardo en ponerse en las principales ciudades del bloque comunista, el conjunto de tiendas de marca, que simbolizaron la expansión del capitalismo y la idea de que el “mercado” es el verdadero motor del desarrollo y que las propuestas de buscar la igualdad, la equidad y la distribución social de la riqueza y de los bienes eran ahora sólo buenas intenciones que quedaban sepultadas en el concreto y los ladrillos derrumbados.

Han pasado 26 años desde la caída del Muro de Berlín y lo que va siendo cada vez más evidente, es que el triunfo del capitalismo como se dijo en ese entonces, ha sido una victoria muy dolorosa. Como nunca la concentración de la riqueza en unas cuantas personas en el mundo es absurdamente injusta. La revista Forbes, nos lo muestra como si fuera una pasarela, año con año, en donde la danza de los millones de dólares es un juego de ranking entre esa pequeña élite que nos rebasa las 400 personas.

Mientras que miles de millones de personas, al menos unos dos mil quinientos millones de seres humanos viven en condiciones de pobreza, marginación y exclusión, y otro tanto vive en condiciones de precariedad y de riesgo social, ante los efectos del mercado, efectos que pueden empobrecer a naciones completas en unas cuantas horas, a partir del manejo financiero de los mercados, a través de la especulación de los precios de materias primas, de las manufacturas y del mercado cambiario de las monedas.

En los años recientes, han aparecido cada vez más voces críticas desde la economía, que alzan la voz para analizar y hacer visible los efectos y resultados de las crisis del capitalismo cada vez más frecuentes y a su vez van ido saliendo a la luz pública, los escándalos de corrupción entre las empresas y de éstas con políticos y gobernantes en casi todos los países, para hacerse de riqueza, de dinero y de poder, para obtener altas ganancias a cualquier precio. Para eso usan el dinero, para pagar favores, para pagar contratos, para dar moches, para la corrupción.

A nivel mundial, emergen cada vez con más fuerza y simpatía social, movimientos y partidos políticos no tradicionales, que ponen en sus estrategias y sus principios, la lucha por la igualdad, por la construcción de estados y de gobiernos con una visión social que reivindican la necesidad de contar con un gobierno que busca el “Bienestar Social”, esto es, recuperar el papel y la función del Estado para garantizar el derecho a la salud, a la educación, al empleo, a la vivienda, a la alimentación y todo los demás derechos, de todas las personas que viven en una nación, a la vez de reconocer el derecho de los ciudadanos a participar en la construcción de verdaderas democracias representativas.

Por ahora los gobiernos nacionales, en especial el Peña Nieto, se siguen empeñando en sostener un modelo neoliberal capitalista, que produce unos cuanto multimillonarios y millones de mexicanos y mexicanas que viven en pobreza, un gobierno que ha institucionalizado la corrupción y ha naturalizado el favoritismo y el amiguismo y que no reconoce sus conflictos de intereses y en dónde ser gobierno es sinónimo de autoritarismo e impunidad.

La memoria histórica es necesaria para entender que el mundo social se transforma, que las sociedades avanzan en el logro de sus derechos, pese a los gobiernos y pese a la publicidad y a la parafernalia de éxito individual, de un mercado capitalista que se muestra con láseres y lentejuelas, con pantallas HD y con historias de triunfo que buscan mantener el tufo de la falsa gloria, esa que promueve: “que es posible ser millonario, que sólo es cuestión de ganas, de metas, de empeño, incluido el sueño americano”. El Muro de Berlín también evoca que la realidad se puede cambiar y que la esperanza es un buen motivo de compromiso social.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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