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viernes, abril 19, 2024

Polarizados

La forma en que estamos percibiendo las reacciones en las redes sociales, especialmente en la forma en que se está creando la “opinión pública” con relación a la vida política del país, en cualquiera de sus ámbitos de acción, -territorial o administrativa-, se ha ido expresando a través de una visión dual de la realidad, con una acentuada polarización, que se va naturalizando  e imponiendo y que se expresa en dicotomías simplistas, propias de la cultura y de la herencia occidente, desde división social entre  maniquea entre los buenos y los malos.

Un discurso que se promueve de muchas formas y que va dividiendo a los sujetos sociales, las y los ciudadanos entre posturas dicotómicas, -los pros y los contras-, creando una serie de actitudes de rechazo, confrontación, descalificaciones y repudio, junto con otras contrarias, que expresan apoyo, validación, defensa y aceptación, en donde no hay posibilidad de puntos medios, de juicios críticos o de espacios para construir y lograr acuerdos y consensos.

Las miradas analíticas, las posiciones reflexivas y críticas son casi de inmediato “clasificadas” desde esta polarización política y social que está efervescente, con una creciente dificultad para el diálogo empático y comprensivo sobre lo que sucede en la realidad y en las formas en la que la política se está viviendo, con poca racionalidad, pero con muchísima visceralidad, en la que se está explotando una emocionalidad que raya en la irracionalidad perversa.

Las reacciones, las opiniones, las agresiones, las descalificaciones, los insultos y las pobres argumentaciones que se difunden en las redes sociales llenan esos espacios cibernéticos, en tanto que, las invitaciones a la reflexión crítica, tanto de periodistas, escritores, investigadores sociales y analistas políticos, junto con ejercicios muy serios de periodismo de investigación, no se escapan del acoso y de las viscerales respuestas de lectores, cibernautas y cientos de miles de militantes de todas las fuerzas políticas, que han encontrado en la polarización un espacio para crear una nueva afición nacional propia de en un renovado fanatismo, dogmático e intolerante de todas las partes.

Por ahora la configuración de la democracia representativa y sus expresiones legislativas están marcadas y subordinadas por la fuerza que tienen los partidos políticos –a partir del número de representantes que tienen en las cámaras, ya sea a nivel federal o a nivel estatal, y de las alianzas políticas que se forman en la dinámica de una permanente negociación –desde sus intereses particulares-  sobre todo, en los casos en el que se requiere lograr una mayoría calificada para aprobar leyes o para designar funcionarios en puestos estratégicos en la cada vez más complicada organización del aparato del estado y sus instituciones.

La compleja negociación política con respecto a la aprobación de las leyes  de Egresos e Ingresos para el año fiscal 2020 demostró la por demás enredada y viciada negociación sobre el presupuesto, que dejó en claro nuevamente, que “la forma es fondo” y en la que se impuso una sola visión, dejando de lado una verdadera responsabilidad política, -propia de la pluralidad y el consenso-,  en la que prevaleció  la posición de la mayoría morenista y de sus aliados,  con una actuación que mostró la poca o nula autonomía legislativa con relación al poder ejecutivo y en la que se usó la aprobación del presupuesto y su asignación para imponer una agenda política.

No es que no se haya hecho en otros gobiernos anteriormente, lo hicieron panistas y priistas, sino que Morena perdió la oportunidad que tenía de hacer un ejercicio realmente diferente, racional y con un sentido social, -le tocaba aprobar el presupuesto por primera como nuevo gobierno-, dentro de todo el proceso de aprobación de las leyes en materia de recaudación fiscal y de gasto del gobierno federal y operar una forma nueva el pacto federal, en la negociación, asignación y distribución del presupuesto, para y con los gobiernos de los estados del país conforme al Plan Nacional de Desarrollo.

La polarización se actúa sin duda alguna, en estas dicotomías que están enmarcadas cada vez más en la confrontación política en las arenas mediáticas. Lo que se olvida es que la polarización verdadera es la de orden estructural; esa que genera y mantiene las condiciones de pobreza y miseria, esa que es la que ha rematado y vendido buena parte de los recursos naturales, esa que precariza el empleo, la que impide la movilidad social, esa que amplía las brechas entre ricos y pobres, polarización estructural que responde a la lógica del gran capital y que validad la infame acumulación de la riqueza en muy pocas manos. Esa es la polarización -social, económica y cultural-  de la cual deberíamos partir, para hablar, visibilizar, analizar y debatir, con ello construir un mejor país con justicia social y dejando de lado esta polarización fanática y  maniquea que estamos viviendo.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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