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jueves, marzo 28, 2024

¿Qué gobierno nos merecemos?

Con un gobierno como el mexicano que privilegia las leyes del mercado, en lugar de las leyes que deben proteger y procurar los derechos de las y los ciudadanos, es necesario preguntarnos ¿qué gobierno nos merecemos? Se dice que un pueblo tiene el gobierno que se merece, pero esa afirmación omite el hecho de que quien gobierna se esfuerza por evitar y evadir la participación y la crítica social.

La realidad nacional muestra un país no sólo en crisis, sino un país que tiene profundas brechas en términos de calidad de vida, de ingresos y de oportunidades para tener acceso a la educación, a la salud y a la vivienda.

A finales del año pasado el Observatorio Ciudadano de León invitó a compartir su experiencia como servidor público a quien fuera Secretario de Cultura del Ayuntamiento de Medellín en Colombia de 2005 a 2007, Jorge Melguizo. De los puntos que en su charla enfatizó fue el tema de la corrupción como punto central y es que era en su ciudad –Medellín- uno de los rasgos más críticos de la condición de gobierno a la que se enfrentó el gobierno ciudadano que ganó las elecciones para el trienio señalado.

En un mundo global como el que tenemos ahora, tomar experiencias de otros países y contextos nos da la oportunidad de imaginarnos que podemos tener gobiernos diferentes, pero sobre todo el tener la aspiración a tener gobiernos honestos y humanos.

De las ideas más importantes que señaló que mientras los gobernantes no se vean así mismos como servidores públicos las posibilidades de cambar las cosas serán muy difíciles, y esa afirmación fue acompañada de otra, “el dinero que usa el gobierno es del pueblo sagrado” y afirmó que “No podemos llamar a la deshonestidad empresarial y a la deshonestidad de los funcionarios un diezmo. La corrupción es el principal impuesto que pagan los pobres”.

Del testimonio que él ha dado junto con otros miembros del gobierno de la ciudad de Medellín en el trienio en que fueron gobierno y de los demás que han continuado, se pueden sacar lecciones de civilidad y de ética política, que bien le harían a nuestro municipio, a nuestro estado, al país en su conjunto. Si la corrupción se elimina es claro que habría recursos para empezar resolver los problemas de la ciudad y atender las demandas y necesidades de la población.

Uno de los puntos más relevantes que podemos rescatar es una manera –posible- de hacer política social y de dar un sentido real a los funcionarios públicos desde una dimensión humana y social más profunda, y es partir del testimonió de gobierno y de la experiencia de los servidores públicos gobernantes de Medellín.

Desde esta óptica, sería posible pensar que todas y todos los funcionarios de la ciudad por ejemplo, fueran usuarios directos de los servicios públicos que se ofrecen a la ciudad. Así, los hijos e hijas de las y los funcionarios gubernamentales asistirían a las escuelas públicas en todos los niveles educativos. Implicaría que ellas y ellos junto con sus familias se atenderían en los servicios que ofrece el sector salud, sea el IMSS, el ISSSTE, el ISEEG o la Secretaria de Salud cuando llegaran a requerir atención médica. Conllevaría, a que todas y todos quienes son pagados como empleados con el dinero de nuestros impuestos, usaran de forma cotidiana el transporte público, o la bicicleta y las ciclovías que existen en la ciudad. Que estos funcionarios en lugar de pagar por acudir a gimnasios, canchas deportivas y albercas para hacer ejercicio, acudirían a los parques vecinales y a las deportivas y centros acuáticos que están en la ciudad. Que la clase política acudiría a los espectáculos y eventos culturales públicos que ofrece el ayuntamiento, en compañía de su familia. Que los altos funcionarios podrían andar sin escoltas, ni guardias o policías que las calles, plazas y centros comerciales.

Esta mirada sería un forma nueva, pero real y necesaria para evaluar la calidad de los servicios a los que tenemos derecho y que su vivencia como ciudadano –real- fuera uno de los criterios para ponderar su papel como funcionario y en su caso como gobernante. Así, el que pudieran vivir la ciudad y sus servicios por quienes tienen la obligación de brindarlos al pueblo, sería el nuevo compromiso, uno de verdad, objetivo, sin demagogia. Ese sería un verdadero indicador de calidad democrática y una real medida para evitar la corrupción.

La experiencia de la ciudad de Medellín que la ha llevado a ser una de las ciudades más confiables, seguras e innovadoras en el mundo, muestra que es posible que suceda y demuestra que se puede romper la visión elitista y de soberbia que hemos permitido exista en nuestros gobiernos.

Jorge Melguizo remarcó que “Los dineros públicos son sagrados. La gestión de lo público es transparente, la Administración tiene que rendir cuentas de todo lo que hace, con quién lo hace, con cuánto lo hace, cómo lo hace”. Y dejó muy claro que la rendición de cuentas es una “obligación y que la rendición de cuentas no es un favor de la Administración Pública, es parte de la responsabilidad” que los funcionarios públicos tienen para con el pueblo.

Y también dijo Melguizo Posada que “Al terminar su gestión, todo gobernante debe de ser evaluado en el grado de confianza que generó a la ciudadanía”.

Por ahora, en el contexto de las campañas políticas actuales, ningún candidato o candidata ha propuesto algo como esto en su agenda u oferta política, nadie se ha comprometido a ser un ciudadano más, pero con una responsabilidad de servicio para con los demás ciudadanos y ciudadanas. ¿Podríamos tener un gobierno que piense así? ¿Será posible tener un gobierno que nos respete y nos procure lo que la ley mandata ni más ni menos? ¿Podríamos tener un gobernante que llevará a sus hijos enfermos al Hospital Regional? ¿Podríamos tener regidoras y síndicos que llegaran a su trabajo usando el transporte público?

Habrá que escuchar las propuestas que hacen. Por ahora tenemos el ejemplo de quienes nos han gobernado y somos los que vivimos y padecemos las ciudades y municipios. Vemos que la desigualdad se profundiza y la corrupción y la impunidad mandan junto con las leyes del mercado y pareciera que existe un “ellos” y un “nosotros”.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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