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sábado, abril 27, 2024

Ser ahora

Soy un modesto, modestísimo, obrero del pensamiento, que acopio y ordeno materiales para que otros que vengan detrás de mí sepan aprovecharlos. La obra humana es colectiva; nada que no sea colectivo es ni sólido ni durable”.

   Miguel de Unamuno

 

“A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren, y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil. ¿Sería eso, verdaderamente? ¿Toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes?”

Ernesto Sabato 

 

“Aprendí que las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir”.

  Maya Angelou

 

“La apariencia de las cosas cambia según las emociones; y así vemos magia y belleza en ellas, mientras que la magia y la belleza están realmente en nosotros mismos”.

    Kahlil Gibran

 

“Hay momentos en que los sueños nos sostienen más que los hechos. Por eso a veces leer un libro y entregarse a una historia, nos ayuda a vivir”.

  Meghan Cox Gurdon

 

 

Octavio Paz en el Laberinto de la soledad escribió: “Ser uno mismo es, siempre, llegar a ser ese otro que somos y que llevamos escondido en nuestro interior, más que nada como promesa o posibilidad de ser”. El infinito es una definición del tiempo y del espacio que nos contiene y es ahí donde transcurre y transgrede la palabra para intentar nombrar lo que no somos y eso que vamos siendo. Paradoja dilemática, dialéctica y hasta distópica, que invita a un juego entre lo ideal y lo real, que nos catapulta pese a nuestras resistencias y creencias a lo desconocido y a la aceptación de la falibilidad del ser y por tanto a su finitud.

 

Son tiempos, los que estamos viviendo, de una saturación de información banal, falsa, inútil y de muchas formas manipuladora. Hoy tendremos que desarrollar un sistema de protección, personal y colectiva, ante la intención de explotar nuestras emociones como si fuera la única manera de reaccionar ante lo que sucede en el mundo. La psicopolítica se pone de moda como el discurso dominante y como el nuevo instrumento de homogenización la voluntad de las personas y que operativiza desde las esferas y élites del poder político, pero sobre todo las del poder económico, las nuevas formas de seducción y de control social.

 

La saturación de propaganda política en todos los medios, y el uso y abuso de los mecanismos que se propician en las redes sociales, se convierte, por donde se quiera ver, en una nueva forma de violencia a la que se nos expone, y que busca crear estados alterados de la consciencia y del pensamiento, en donde se quiere explotar sensaciones y alterar las emociones, para trabajar y manipular a la ciudadanía a través del miedo y con el uso de la fantasía en los ofrecimientos que se hacen y que no se cumplirán.

 

Habrá que partir de que cada una y cada uno nosotros percibimos la realidad, tanto el temor y las promesas, desde los propios referentes y representaciones de clase social, ingresos, capital cultural, perspectiva de género, creencias religiosas, nivel educativo y de edad, entre otras variables que modifican y hasta determinan como pensamos e integramos la realidad a nuestra vida cotidiana.

 

Las condiciones de la vida material, los contextos socioculturales y los entornos afectivos han cambiado de manera vertiginoso, y actuamos de forma reactiva, instintiva, sin tener elementos sólidos para sostener y construir nuevas respuestas que apunten a una reformulación de los acuerdos sociales, culturales y políticos para intentar refundar el pacto social o para establecer acuerdos que nos permitan poner en el centro los temas de la igualdad, la equidad, la justicia social, la calidad de la educación, el derecho a la salud, la protección y conservación de la naturaleza, la vivienda y la alimentación y desarrollar acciones para la convivencia social, y con ello exigir un Estado de Derecho y la vigencia de los Derechos Humanos.

 

Ser hoy es un desafío en lo individual, pero sobre todo en lo colectivo. Necesitamos ayudarnos a pensar de forma critica, salir de la polaridad que busca el encono y el enfrentamiento. Se requiere hablar y escuchar para analizar los hechos, Se necesita pensar la realidad desde las diversas miradas que las y los actores sociales, políticos, económicos, culturales tienen de sobre lo que va sucediendo día con día, a la vez de comprender cómo los elementos estructurales del modelo de producción capitalista de mercado, sigue condicionando la manera en que asumimos y entendemos la vida que nos ha tocado vivir.

 

Son tiempos en que lo emocional nos sobre preocupa. El tema de la felicidad como punto central de la vida, está hoy asociada casi exclusivamente al éxito económico, y seguimos sin querer darnos cuenta, que la acumulación extrema de la riqueza imposibilita en los hechos la movilidad social, que el ascenso es solo para unos cuantos, y que los pocos que lo logran se convierten en los modelos efímeros del triunfo, y continuamos sin querer aceptar que las estructuras económicas vigentes determinan en lo real las condiciones de oportunidad para acceder al éxito económico, que el triunfo si así le queremos nombrar, no pasa por el esfuerzo personal, ni por los méritos educativos, ni mucho menos por el optimismo voluntarista de los libros de autoayuda para hacerse rico, ni se logra por seguir las enseñanzas de los gurús y coaches empresariales y de negocios que venden humo, abusando de la necesidad y de la ingenuidad de las personas.

 

El poder llegar a ser una persona que se asume como sujeto de derechos, es el primer paso para empezar a trabajar en buscar nuevos equilibrios sociales y materiales y con ello poder encontrar algunas pistas de oportunidad para evitar el dolor y el sufrimiento humano, que se genera al sostener un modelo de expoliación de la naturaleza y de muchas prácticas culturales y productivas de dominación, que propician la explotación de las personas y que no distribuye la plusvalía con criterios sociales para el bien común.

 

“Ser” ahora, es un imperativo moral, social y político, que pasa necesariamente por el encuentro con los demás y requiere el valor de poner el bien común como valor social y humano de forma prioritaria, ponerlo de manera urgente ante la banalidad del mal.

 

 

 

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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