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martes, abril 23, 2024

Un informe real o simulación necesaria

El primero de septiembre será entregado el Tercer Informe de Gobierno a la nueva Cámara de Diputados, por parte del actual mandatario del país, esto como responsable de Poder Ejecutivo y como obligación constitucional. Una de las cosas que hay que destacar en la coyuntura, es el despliegue ominoso que se ha hecho en todos los medios de comunicación, incluidas plataformas como Spotify y en el ciberespacio en relación con el Tercer Informe. Estas contrataciones por parte de la Oficina de Comunicación Social de Los Pinos, que sin ninguna reserva se pueden calificar, como todo un derroche, por decirlo de alguna manera.

En un país con las carencias que se tienen y después de que se dio a conocer el Informe del CONEVAL sobre la situación de la pobreza en el país, todo el aparato de gobierno debería estar ahorrando o por lo menos priorizado su gasto ante la crisis económica que se tiene encima y que muestra la fragilidad de la política económica, junto con la necedad de continuar sacrificando a los sectores más vulnerables y de la base laboral de la sociedad, a costa de que la banca mundial y las organizaciones económicas internacionales, sigan dando de una u otra manera una buena calificación como país, al gobierno, porque pese a todas las carencias, la pobreza, el desempleo, la inseguridad, seguimos pagamos los compromisos de la deuda externa, no gravamos a los capitales financieros nacionales e internacionales, ni regulamos la especulación monetaria y continuamos vendiendo los recursos naturales, empresas y oportunidades de negocios al capital extranjero, la mejor postor.

Este nuevo informe sobre el estado de la nación, si estuviera basado en la autocrítica sincera del estado mexicano, podría ser un verdadero termómetro de la realidad social, económica, política, cultural y social del país, es decir, una sana y positiva oportunidad para que la clase política, abra con todas sus consecuencias, el real estado que guarda la Nación. Sería un ejercicio de evaluación del desempeño de las instituciones del estado y con ello, poder actuar para mejorar, para resolver, para cambiar, para innovar, para hacer justicia en todos sus adjetivos: justicia social, económica, penal, laboral, política, ambiental, que son un fuerte agravio para todo el pueblo. Esto no pasará.

Si bien, el acto de pleitesía y reverencia que se tuvo por muchos años en los gobiernos priistas como lo fue el Informe presidencial, que era un “besa manos”, sustentado en el autoritarismo presidencial y ya no se lleva acabo, como en antaño. El ritual ahora se hace, con la entrega a través de un mensajero del presidente, quien lleva a San Lázaro el documento de informe, con sus anexos y copias respectivas, para que luego, en el pleno de la LXIII legislatura federal, se den espacio en tribuna las diversas fuerzas políticas, y ahora hasta un espacio para que participe el único candidato independiente, Manuel Clouthier. En el mismo día o al día siguiente, el Presidente dará un mensaje en alguno de los recitos o espacios de su preferencia, sea el propio Palacio Nacional o las instalaciones del Campo Marte o Los Pinos, como reminiscencia de ese acto de protocolo que sin duda el nuevo PRI añora.

En los días y semanas siguientes, serán citados a comparecer para la glosa del informe las y los secretarios de las diferentes dependencias, ahora con en pequeño detalle, de que si citan el responsable de la Secretaria de Desarrollo Social o el de Educación o de Turismos, de lo Agricultura, o de la SEDATU, pues ya irá el recién nombrado responsable, con la certeza de que poco o nada sabrá del estado que guarda el trabajo de la reciente dependencia a su cargo.

 

El presidente Peña llega en este momento al tercer informe de gobierno, con el peor registro de valoración de su imagen y de su desempeño. No sólo es él, sino la pésima precepción que la sociedad tiene sobre el trabajo realizado por todas sus dependencias y por su equipo de gobierno, en especial el más cercano, ese grupo que está integrado por los secretarios que no cambio y por Aurelio Nuño que se hizo cargo de la SEP. Cabe resaltar que no es sólo lo que pasó en este año, sino todo lo que se viene acumulando en estos 32 meses en que el presidente Peña conduce al país.

Tenemos que en México hubo 57 410 asesinatos, unos 1,800 homicidios dolosos por mes, durante lo que lleva el mandato de Peña Nieto y que se suman a los más de 83 mil del sexenio de Calderón Hinojosa. En el mismo periodo se han documentado 6.027 secuestros en todo el país y hay 9 952 registros de denuncias por privación ilegal de la libertad, esto sin considerar todos los casos que no son denunciados en este tipo de delitos.

En este año están los sucesos de Iguala y la desaparición de los normalistas, que se suman a los 25 mil 821 personas desaparecidas que se tienen registradas, en donde poco más de 10 mil son de estos últimos tres años. A todo ello se suma, el actuar de quienes deberían proteger todos por igual, como ejemplo están: el caso Tlataya, o el Apatzingán o el caso de Tanhuato. Sería deseable por justicia y salud de todos y todas, transparentar los hechos y con ello dar con la verdad. Por lo menos, como un signo de autocrítica del gobierno y de reconocer su fracaso ante la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.

La verdad es que la presidencia del Republica se está curando en salud. El presidente en sus spots de radio, televisión e internet, regresa a sus promesas de campaña y busca convencer que ha cumplido con ellas. Habrá que recordar, que él y los servidores públicos que conforman su gabinete no han cumplido con hacer públicas sus declaraciones patrimoniales. Ahora, previo al tercer informe, se da a conocer el reporte de Vrigilo Andrade, quien afirmó que no hubo conflicto de intereses del presidente, su esposa y el secretario de Hacienda, en relación con el presidente del grupo HIGA. Poca seriedad y poca transparencia.

En resumen, todo apunta a querer restaurar la imagen del presidente. En la era de la mercadotecnia política, el gobierno de la República llego la simulación necesaria, es decir, el gobierno está dispuesto a invertir todo lo necesario para que al menos el presidente, su familia y sus colaboradores más cercanos, se la crean ellos mismos, de que están haciendo todo bien y que “las palomitas” el presidente pone en la lista de compromisos que hizo cuando fue candidato a la presidencia, es una forma de verse en el espejo del éxito, su éxito, mientras el país se le va de las manos. Hoy millones de mexicanos y mexicanas prefieren ver una telenovela o el futbol para no pensar en su realidad, esa que se siente en la carne, en el alma, como impotencia ante el miedo, la muerte, la impunidad y la corrupción que tiñen al gobierno.

Arturo Mora Alva
Arturo Mora Alva
Biólogo por la UNAM, Mtro. en Educación por la UIA León, Doctor en Estudios Científico Sociales por el ITESO con especialidad en Política. Profesor Universitario en todos los grados. Investigador Social, Consultor y Analista.

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