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viernes, abril 19, 2024

¿Por qué los Game Awards siguen sin tomarse en serio?

En un abrir y cerrar de ojos, los videojuegos ya tienen 60 décadas de existir entre nosotros, y en cada momento de este tiempo nos hemos cuestionado de si en realidad pueden ser considerados arte. Lo son, aunque haya cientos de personas detractoras que aseguren que esto es imposible (algo que me recuerda a cuando también los seres humanos tuvimos la osadía de decir que el cine, la fotografía y el cómic no lo eran).

Los videojuegos son arte, y uno bastante interesante gracias al alcance de su medio y el impacto que tiene en sus usuarios. La atención al videojuego debe traspasar las barreras de sólo reseñas y el enfoque a los adolescentes, el videojuego para poder tener peso en el argumento artístico merece crítica y apreciación de este, darle importancia.

Me gustaría decir que los medios de información tratan de combatir esta mentalidad ofreciendo un punto de vista maduro y celebrando al videojuego como algo formal.

Pero no es así.

Este jueves se presentaron los Game Awards 2016, en donde se “premia” a lo mejor del medio y a sus “creadores”. Los Game Awards llevan su tercer transmición pero en realidad llevan más de 10 años tratando de formalizar una ceremonia de premios hacia los videojuegos.

¿Por qué no funciona? Bueno, para entender el por qué, tenemos que ver al pasado.

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Les tengo que presentar al capitán Doritos/Mountain Dew.

Este sujeto, es Geoff Keighley. Geoff comenzó su carrera como periodista de manera independiente y trabajando para varias páginas referentes al videojuego, al grado de volverse la imagen de todos aquellos que laboraban en la misma área. De la noche a la mañana, Geoff se volvió en el periodista de videojuegos más famoso del mundo (en una etapa pre Youtube claro). Su alcance se veía sospechoso como podrán notar en la fotografía que están presenciando, y es que Geoff era más una mano que estrechaba al jugador y a los estudios desarrolladores con publicidad.

Y no sé ustedes, pero la idea de que un sujeto que se haga pasar como el periodista más importante del medio que esté rodeado de comida chatarra, y que hable sobre una campaña de doble experiencia, no es la imagen que yo esperaría del experto en el tema. Pero poco importa esto, porque los poderes de Geoff concibieron lo que ahora tenemos como los Game Awards.

Es más un capricho, porque ha pasado de estar en una canal a una transmisión en línea sin tapujos de televisión por cable. Y si bien la idea de Geoff puede sonar a que en realidad quiere que los videojuegos sean reconocidos, no es así. Porque llevan una década de los mismos errores que se definen en 2 problemas.

1.- Los “Game Awards” no saben qué deben de estar premiando.

Hacer un videojuego es labor complicada, muy, complicada. Hay un gran número de participantes que otorgan sus conocimientos en toda área que te puedas imaginar, estimado lector: programación, relaciones públicas, sonido, composición, dirección, guión, actuación, actuación de voz, diseño de arte, diseño conceptual… la lista es enorme.

Hacer un videojuego se asemeja a la labor que representa hacer una película, y si entendemos esta noción sabemos nombres del medio. Conocemos a Spielberg, a Hans Zimmer, al Chivo Lubezki y a Edith Head. Son nombres que de inmediato asociamos a un estilo y pauta que marcaron en su campo laboral.

Los premios de la industria del videojuego no hacen esto.

No hay un premio a un mejor director, o a un mejor programador, no se le da un premio a aquel que concibió la mejor inteligencia artificial o a aquel que capturó la esencia de un mundo extraterrestre con sonido… o sí lo hay, pero en medida irregular.

Existe premio a la mejor dirección de un juego pero esta no se le da a un hombre sino a una compañía, de alguna forma están mezcladas las categorías de mejor música y mejor diseño sonoro (y son cosas completamente diferentes). El premio a mejor actuación de voz está no tiene distinción de género.

No voy a negar que es cierto que hay un avance a comparación de las otras ediciones, pero muchas elecciones no permiten a que la ceremonia se tome en serio.

Y lo peor es que los invitados, los premiados, no se sienten cómodos.

Los programadores son gente como tú y yo, gente que está todo el día laborando y que es obvio que venden sus capacidades, no su habilidad de hablar en el público con una sonrisa y vender un juego. No se les da mucha importancia cuando ganan un premio y la audiencia parece no contemplarlos.

Los Game Awards deberían de informar, de educar a la gente en los rubros que representan sus categorías y no presentar un montaje previo a la entrega del premio que no dice nada de la labor de estos artesanos.

Nominado por su espectacular trabajo en la música de Doom no presentó su música en el show, sino en el pre-show, dejándole el espacio a Run the Jewels, quienes no estaban nominados pero salen en un juego ¡Eso debe importar!

2.- Quiere marcar una huella en la industria, pero no es una ceremonia, es un comercial.

Imagine estar viendo la entrega de los OSCAR cuando de pronto, los presentadores cortan un segmento y hablan sobre las próximas películas a venir, venden la idea de que serán emocionantes y pasan avances sobre dichos proyectos.

Suena barato y suena a un comercial de extrema duración, pero así son los Game Awards. Entiendo que es la publicidad con la que se alimenta el evento, pero es notorio el impacto de estos al grado de ser de lo que hablan los medios de noticias.

Y si en una ceremonia que intenta premiar a los videojuegos es remarcable porque pasaron el nuevo avance de Zelda… esto de inmediato responde la pregunta en cuanto a la calidad del evento.

Los avances son una trampa, un “mantener contenta a la masa” para que estar pendientes de una ceremonia que es tediosa, y llena de momentos de pena ajena.

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Por lo menos ya puedo olvidar el sabor de los nachos, internet ahora tiene otra joya: el hombre navaja.

Geoff Keighley es un hombre que ha aprendido del fracaso, ha caído de su nube tras el Doritogate –en serio, así se llama- y ha comenzado a ver lo que se necesita para que esto tenga un tratamiento maduro, pero Geoff no puede evitar el poner de lado sus intereses de relaciones públicas, mostrarse con un tono patético con chistes para la gente moderna y al hacerlo el evento fracasa y se siente anticuado.

Y no hay nada más molesto para este servidor que ver que una industria como los videojuegos no salga de los comentarios obscenos, de los estereotipos, del esnobismo, y que su ceremonia más impactante tenga el mismo estruendo que los premios MTV.

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