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viernes, abril 19, 2024

Punto de partida: diagnóstico veraz de la situación

Diagnóstico, etimológicamente, es ver claro, conocer “a través” de signos (juicio médico). Algunos gobernantes -López Obrador, Trump, Balsonaro- y directivos de organizaciones, ante COVID-19 y sus secuelas, están evidenciando incapacidad para conocer la realidad tal como ésta es, y se vuelven problemáticos por no ver claro los signos. Luego deciden y mandan. En cambio, al suscribir 9 gobernadores Acuerdo de Defensa de la Libertad, la Democracia y el Federalismo, el domingo pasado en Dolores-Hidalgo, para “Evitar la ruina” del País, coinciden en un punto de partida de dos dimensiones: el conocimiento de las circunstancias exteriores en que se  encuentran, y el conocimiento de su yo en esas circunstancias (Ortega y Gasset).

Isaac Guzmán Valdivia, mi maestro de Sociología en la Escuela Libre de Derecho, – fui luego su adjunto en la Libre y en la Universidad Panamericana-, nos enseñó que el dirigente debe conjugar 3 verbos al conducir grupos o naciones, y realizar sus virtudes respectivas: VER la realidad, con veracidad (investigación); JUZGAR, dando lo suyo a cada quien, con justicia (decisión) y, ACTUAR, hacia el fin o bien común, con prudencia (orden o mandato). Después, Carlos Llano, director del IPADE, en seminario nos enseñó las 3 funciones de la dirección, y sus correspondientes objetos: DIAGNÓSTICO, a la situación real (determinar en dónde estamos); DECISIÓN, a la meta (definir objetivos); y MANDO, a los hombres, para alcanzar aquellos. El punto de partida de la acción directiva es el deber moral de investigar, de lograr un diagnóstico VERAZ de la realidad concreta en la que organización, ciudad o país se encuentran. Esto exige objetividad para ver las circunstancias y al yo, en la situación real en que se encuentran: como el médico ante enfermo.

Constatamos hoy en México un error inicial, en el diagnóstico (i), que tiene consecuencias en (ii) la decisión y (iii) el mando, del manejo de Covid 19, de economía o seguridad. Si la objetividad ante circunstancias exteriores es difícil, ante mi propio yo encuentra dificultades mayores. Observemos la realidad desprendiéndonos del yo, porque si la vemos a través de mis intereses, motivos, ideología, mesianisimo o vanidad, invertimos la definición de metas u objetivos para antes de analizar la situación. Al anteponer el yo a la realidad (anteojeras) falseamos ésta, con resultados catastróficos. Por orden analicemos fríamente la situación o realidad existencial, y después decidamos lo que queremos hacer: frialdad del diagnóstico -con “cabeza de hielo”- (Diego Fernández de Cevallos bromea que la naturaleza hizo al hombre bicéfalo y debe pensar siempre con la cabeza fría. No se debe pensar con el corazón ni querer con la cabeza).  AMLO es cabeza ardiente (desde niño con bat, se sabe) y corazón frío, y no ve las circunstancias como son, sino como él quiere sean, “percepción selectiva”; su egoísmo privilegia al yo sobre la realidad que debía de conocer, y termina pensando “me conviene que la realidad sea así”. Viene luego el orgullo, que induce a la mentira, cimentada en el engaño a sí mismo, y no se ven las circunstancias como son –que incluyen amenazas, visibles para quienes mantienen mínimos de objetividad, como gobernadores firmantes en DoloresHidalgo advierten-.

Con madurez social construyamos poder social para el bien común, fortalezcámonos en saber dar y saber recibir -venciendo egoísmo y orgullo-, y facilitemos  a otros sus proyectos en el orden del saber, del tener y del poder. Con sano realismo crítico, arranquemos con el diagnóstico personal y de nuestras comunidades y ciudades. Luego decisión y mando. “Sí hay de otra”.

Juan Miguel Alcántara Soria
Juan Miguel Alcántara Soria
Analista político y experto en seguridad.

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