Jonathan Xavier García Reyna
Yanis Varoufakis, economista, político y teórico griego, ha inundado la discusión pública contemporánea tras avanzar una idea simple, pero controversial. La hipótesis principal de su libro más reciente, Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo es que el capitalismo está muerto, en el sentido de que sus dinámicas ya no mandan en nuestra vida social. Ese papel lo juega ahora el tecnofeudalismo. En un irónico giro histórico, lo que ha matado al capitalismo no son los trabajadores organizados, sino el propio capital, específicamente en su nueva forma: el capital en la nube. El “capital en la nube” ha demolido los dos pilares del capitalismo: los mercados y los beneficios. Ambos siguen estando omnipresentes, como en el feudalismo, pero ya no ejercen el control de antaño. En las dos últimas décadas, el beneficio y los mercados se han desplazado a sus márgenes y han sido reemplazados por la extracción gratuita de recursos. Los mercados, el medio del capitalismo, han sido sustituidos por plataformas de comercio digitales que parecen mercados pero no lo son, y se entienden mejor si los consideramos feudos; el beneficio, el motor del capitalismo, ha sido sustituido por su predecesor feudal, la renta, “renta de la nube” que se debe pagar para tener acceso a esas plataformas y a la nube; Por tanto, el mercado ha sido reemplazado por el feudo, y el beneficio por la renta, la extracción de riqueza.
Dos hechos históricos hicieron posible el tránsito al tecnofeudalismo: la privatización del internet y la respuesta de los gobiernos y bancos centrales a la gran crisis financiera de 2008. El internet, originalmente una creación pública, fue abriéndose paso al capital privado y a la creación de nuevos feudos digitales, destruyendo los sueños utópicos de los tecnófilos de izquierda. En la crisis del 2008, los bancos centrales imprimieron grandes cantidades de dinero para salvar a los bancos, cuyo resultado fue una enorme extracción de riqueza de las clases trabajadoras a los ultra ricos, quienes depositaron sus inversiones, entre otras cosas, en el creciente feudo digital. Este mecanismo se repetirá en la pandemia.
En consecuencia, los ultra ricos se dieron cuenta que ya no necesitan la ganancia, el emprendimiento, ni hacer crecer la economía para acumular riqueza. Lo que necesitan es convencer al gobierno de seguir imprimiendo dinero y comprar activos en el mundo financiero. Es algo simple de entender: si las economías occidentales están creciendo poco, aproximadamente del 1% al 2%, pero la riqueza de los que están en la cima sigue creciendo al 5%, ¿de dónde la están sacando? La respuesta es que, en gran medida, viene de adquirir las propiedades y activos financieros que antes pertenecían al estado y a las clases medias. Es gracias a esta operación de transferencia de riqueza que las acciones de las grandes empresas de tecnología empezaron a crecer astronómicamente, solidificando la transición al empoderamiento de los capitalistas de la nube. Para Varoufakis, esta extracción de recursos, que no pasa por el mercado, el beneficio y el crecimiento económico, es más cercana al modo de producción feudal que al capitalista.
Desde el punto de vista del poder social, el capital en la nube no solo representa un nuevo tipo de activo económico, sino una transformación en la capacidad de mando que ostentan los propietarios de dicho capital”, es decir, el tecnofeudalismo es una reconfiguración de la matriz de dominación social. El poder real ya no lo ostentan los propietarios de capital tradicional (maquinaria, edificios, las redes ferroviarias y telefónicas, robots). Siguen explotando, por supuesto, pero ya no mandan. Ahora son vasallos de una nueva clase de señores feudales: los propietarios del capital en la nube. El resto hemos vuelto a nuestra antigua condición de siervos: contribuimos a la riqueza y el poder de la nueva clase dominante con nuestro trabajo no remunerado y (a veces) con el asalariado.
Esta transformación en la lógica del poder tiene repercusiones analíticas cruciales para entender la nueva ola de tecnofaraones, los nuevos oligarcas occidentales. Recientemente, Elon Musk se ha dado cuenta que puede comprar directamente tanto un feudo de opinión pública (lo que antes era Twitter) como una agencia en el gobierno de Estados Unidos. Su principal objetivo, hasta ahora, ha sido eliminar servicios públicos provistos por el aparato estatal para reemplazarlos por los servicios privados de sus diferentes empresas. Esta forma de parasitar los poderes públicos también es una transferencia de riqueza: de la propiedad pública a la propiedad privada. Y esto tampoco pasó por el mercado ni por la ganancia, sino por el pillaje y la extracción. Por tanto, Varoufakis afirma que asistimos no solo a una transformación económica, sino una recodificación completa de todos las lógicas sociales, desde la democracia liberal, hasta nuestra noción de individualidad y privacidad.
Por último, para los escépticos de este diagnóstico, no estaría mal agregar que otras figuras intelectuales han hecho observaciones similares sobre posibilidades distópicas que se están concretando. Por nombrar dos instancias, desde hace años que la reconocida economista Mariana Mazzucato habla de “Feudalismo Digital”, o que el historiador económico Robert Brenner advierte la reconfiguración de un nuevo feudalismo. En efecto, para Varoufakis el tecnofeudalismo es un nuevo tipo de dominación que nos aproxima a servidumbres de un pasado que pensábamos superado, y cuyo augurio solo puede ser derrotado por una nueva lucha democrática que una tanto a los proletarios “clásicos” como a los nuevos siervos del capital.
Referencias
Mazzucato, M. (2019). La prevención del feudalismo digital | by Mariana Mazzucato. Project Syndicate. https://www.project-syndicate.org/commentary/platform-economy-digital-feudalism-by-mariana-mazzucato-2019-10/spanish
The New School for Social Research. (2022). Robert Brenner, “From Capitalism to Feudalism? Decline, Predation, + Transformation of US Politics”. https://www.youtube.com/watch?v=ZMDF3Hk9B1o
Varoufakis, Y. (2024). Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo. Deusto.