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viernes, marzo 29, 2024

¿Qué tanto somos culpables de la inseguridad?

El tema de la inseguridad –como casi todo lo negativo en este país- tiene una de sus génesis más importantes en la corrupción.

La corrupción le ha abierto la puerta de nuestros gobiernos y de las Instituciones a la delincuencia organizada, pudriendo las entrañas de las mismas. La corrupción hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres y a los poderosos aún más empoderados y más débiles a los endebles.

La OCDE nos ubica como la Onceava economía del mundo, pero al mismo tiempo nos pone como el país más corrupto dentro de los 35 países que son miembros de esa Organización. Eso claro que nos indigna, nos preocupa, pero sobretodo nos debería de ocupar.

Como país nos enfurece y nos hierve la sangre el simple hecho de ver a Javier Duarte en la televisión y pensar en los miles de millones desviados durante su gobierno, mientras pensamos en los niños con cáncer que hoy ya no están con nosotros pues el gobierno duartista les dio como tratamiento agua destilada en lugar de quimioterapia. Pensando en voz alta deberíamos litigar el asunto en el Tribunal de la Haya por crímenes de lesa humanidad.

¿Quién puede mantener una sonrisa en la boca mientras pensamos en la Casa Blanca de Peña Nieto y Angélica Rivera?, o los casos Odebrecht y su evidente impunidad pues resulta que México es el único país de los señalados en el informe donde todavía no hay ninguna detención, por uno de los casos de corrupción global más grandes de la historia.

Claro que nos indignan nuestros gobernantes y sus acciones, pero me pregunto, ¿qué la corrupción no requiere de dos actores?, ¿la corrupción no pasa por la cancha de nosotros los ciudadanos también?, incluso ¿no sería justo pensar que en muchas ocasiones las acciones comienzan con nosotros y no con la autoridad? Por supuesto que no le quito su responsabilidad a nuestros políticos y gobernantes, pero tampoco me hago a un lado de la nuestra.

Me dijo un amigo y se los comparto: “En México nadie puede con la prueba de los tres honestos” “¿eres honesto? R= Claro que soy honesto. ¿Honesto, honesto? R= Por supuesto que sí, ¿eres honesto, honesto, lo que se dice honesto? R= Bueno…” Hasta ahí llegó nuestra honestidad.

La corrupción en México hoy es cultural, pero eso no debe ser excusa para no romper con la repetición de acciones que nos tienen hoy así. Creo que este es un momento coyuntural importante, pues la generación Millennial que empuja y puja por nuestro país, tiene como una de sus virtudes cuestionar y no dejarse, quieren ir contra el sistema y si el sistema es corrupto pues entonces harán lo contrario. Son gente noble y con mucha fuerza, lo que los vuelve el grupo perfecto para trabajar con ellos y romper todos los paradigmas negativos que suponen la corrupción y la impunidad.

Concretamente en el tema de la inseguridad podemos coincidir en que estamos viviendo una escalada de violencia sin precedentes en nuestro Estado. Aunque nuestras autoridades no lo aceptan abiertamente, es claro que nuestro territorio está siendo disputado por células importantes de los cárteles y grupos delictivos. Nuestro estado es apetecible por su ubicación estratégica para el tema de las drogas, pero los ductos de Pemex que pasan por aquí lo convierten en un paraíso huachicolero.

¿Pero qué tiene que ver esto con la corrupción?

Pues que mucho, muchísimo dinero que debería haber sido destinado a mejorar la calidad de vida de la gente, no llegó a ellos, sólo a los bolsillos de personas inescrupulosas. ¿Cuál será un común denominador entre la población económicamente fuerte y con acceso a una vida “digna” y aquella población con calidad de vida escasa y alto grado de marginación? La respuesta es simple: ambos tienen que llevar de comer a su casa. Un sector, el primero, tiene acceso a un trabajo bien remunerado y a condiciones favorables de acceso a recurso. El segundo sector, no lo tiene. Robar, el huachicoleo, el crimen, todos ellos pagan y además con el grado de impunidad que tenemos es factible que una persona pueda construir una carrera delictiva sin obtener nunca una sanción por ello.

El reto es por supuesto combatir la corrupción y la impunidad y hacerlo de manera frontal y decisiva, pero al mismo tiempo debemos cambiar el paradigma dejar de combatir la inseguridad y pasar a construir espacios seguros. No es lo mismo y aunque ambos tienen una parte operativa de combate a la inseguridad, la segunda tiende a fortalecer la sociedad y a generar oportunidades reales de desarrollo.

Hay que invertir el dinero público, e invertirlo bien y no permitir que se quede en bolsillos inescrupulosos. Pero sobretodo, debemos educar y construir desde casa una cultura donde la honestidad y la generosidad marquen el rumbo.

 

*Eric Bolívar Alonzo es abogado especialista en Derechos Humanos, activista en apoyo a migrantes centroamericanos, colaborador voluntario de la Fundación TELETÓN, columnista, fotógrafo; actualmente dirige Donadores Compulsivos Guanajuato A.C., dedicada a promover la donación altruista de sangre y plaquetas.
Correo electrónico: Ebolivar1975@gmail.com.

Eric Bolivar
Eric Bolivar
Abogado especialista en Derechos Humanos, activista en apoyo a migrantes centroamericanos, colaborador voluntario de la Fundación TELETÓN, columnista, fotógrafo; actualmente dirige Donadores Compulsivos Guanajuato A.C., dedicada a promover la donación altruista de sangre y plaquetas. Correo electrónico: Ebolivar1975@gmail.com. Twitter: @eric_bolivar

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