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martes, abril 23, 2024

¿Quién demonios es Max Headroom?

La simbiosis entre el humano y la máquina siempre culmina en historias fascinantes. Desde que supimos que una pequeña calculadora podía hacer procesos matemáticos para nuestro beneficio de inmediato sospechamos que, en algún momento esto iba a subir de nivel, de que íbamos a depender de ella y sus hermanas a tal grado de que nuestras capacidades cognitivas terminarían fusionándose con sus servicios.

No es algo que yo me inventé, esta idea se ha planteado de tal manera que discrepa con la realidad positiva que se nos suele tratar y de la que cual nos aferramos a creer. Podría estar hablando de la obra maestra de Verhoeven (a la que he dedicado años de puro análisis), de las novelas de William Gibson, del postulado teológico que aparece en el mundo de Tron, pero hoy… vamos a destacar la carta de amor a la tecnología que nunca pensó ser tan vigente en nuestros días.

En 1985, Rocky Morton y Annabel Jankel eran dos de los publicistas más exitosos de la década, creadores de comerciales audaces y también incursionando en la industria musical dirigiendo videos para artistas de la talla de Talking Heads, Rush, Elvis Costello y demás.

Uno sólo necesita ver el video de Blind para comprobar que eran unos genios.

Había una fascinación de los dos en el terreno de las computadoras que cada vez comenzaban a invadir las oficinas de todo el mundo y contemplaban suplir al trabajador promedio. Si estas máquinas fuesen capaces de pensar de manera independiente ¿Cuándo llegaría el día en el que estas creasen una entidad con la que pudiéramos relacionarnos?

Eso en esencia fue la concepción de Max Headroom.

Max Headroom era presentado como el primer programa de computadora pensante y host de programa de televisión (a pesar de que fuese un actor y el fondo digital en realidad era una animación). Max era excesivamente grosero, atrevido y cínico, era como si mezclaras al Duque Blanco con Richard Dawson, su visión del mundo no estaba comprometida a los estándares de la televisión tradicional ni a la censura. Podía darte un mensaje pensativo sobre el conflicto en el Tíbet y de la misma manera trabarse hasta volverse molesto.

Nada había sido como él.

https://www.youtube.com/watch?v=Jz37ydMSuq8

Si tienen oportunidad de ver el especial navideño, no lo duden, es la cosa más rara que podrán hacer en el día.

Max de inmediato se volvió la imagen de una serie de anuncios como la nueva Coca Cola y comenzó a ser la mascota de un programa de concursos que no tenía pies ni cabeza. La verdad sobre Max era algo que se resguardaba con recelo, porque hasta en ese entonces lo único que sabíamos era que provenía del futuro (según él 20 minutos hacia el futuro). Para 1987 la imagen del personaje se encontraba en necesidades de ser interesante de nuevo para el público, así que el dúo decidió de una vez por todas contar sobre quién era en realidad Max Headroom.

Y sí… YouTube tiene el intro en español latino

Lo interesante de Max Headroom: La serie era su planteamiento, lejos de volverse una serie cómica o ácida, se nos presentaba un mundo horroroso en el que los pobres inundan las calles, que muy a pesar de su situación en donde no pueden comer tienen televisiones… porque la televisión manda.

El gobierno se ha vuelto un canal llamado “Canal 23” en donde controlan la programación ofreciendo contenido basura y en donde manipulan la verdad de lo que sucede en el mundo. Los ricos nunca salen de su enorme torre televisiva y consideran repugnantes a aquellos que los consumen.

A pesar del control que poseen, siguen siendo parte de la burocracia, y como se le suele pintar a este segmento, son aburridos, carentes de creatividad y humor y odian la verdad. Es por ello que ODIAN a Edison Carter (Matt Frewer), el reportero estrella del propio canal, él no se impone a los estándares de mentira y sale en busca de la verdad con su cámara en mano 24/7. Una noche mientras investiga sobre anuncios subliminales dentro de la torre de Canal 23 termina huyendo de los guardias de seguridad y sufre un accidente que lo deja en coma temporal. Canal 23 ve con alivio y desgracia la situación, porque odian a Carter, pero no deja de ser el programa más popular de la empresa, así que lo dejan en manos de Bryce Lynch, un niño prodigio que trabaja creando experimentos en la programación y que logra despegar a Carter de su mente para generar una por computadora, dando vida a Max Headroom.

La empresa ve con éxito el nacimiento de Max, pero pronto se dan cuenta de que aparte de estar chiflado, no va a colaborar con ellos de la manera que esperan y sale en la programación de todas las televisiones burlándose del gobierno y de los humanos.

La serie estaba demasiado adelantada a su época. Tomando como inspiración el futuro desolador y depresivo de Blade Runner (Ridley Scott) y Brazil (Terry Gilliam), Max Headroom usaba el futuro como crítica de los medios tradicionales de nuestros tiempos que para en ese entonces suavizaban cualquier nota peligrosa. Es a fines de los años 80 y la gente está harta del gobierno de Reagan que parece ir en picada con cuestiones de salud, economía y seguridad. Steve Roberts sirvió como el creador de historias para que Carter y su equipo intentaran mostrar la realidad de Canal 23 sin escrúpulos, pero tristemente sin un avance de justicia… pues cada nuevo episodio contaba con una nueva artimaña y estos sujetos no tenían frenos: transplantes de órganos clandestinos, mensajes subliminales explosivos, el robo de mentes, y la censura de los contenidos funcionales en la sociedad eran parte de sus pecados diarios.

Y si bien el mundo de Max es… pues jodido, no deja de tener la estética que ahora evoca nostalgia y burla. Nunca pensamos de que la televisión terminaría su reinado como la “caja imbécil” pero ahí la tenemos como el enemigo principal, además de que los pobres son punks con actitud, los hackers mueven los dedos en el teclado sin sentido alguno y los escenarios no olvidan vomitar computadoras con gráficas del futuro y luces neón chirriantes para los ojos.

Como TODA serie ochentera, hay un par de brutos que no ayudan mucho, y… ahora que lo pienso, siempre hay un obeso.

Matt Frewer es genial como Max Headroom, y tomando en cuenta lo mucho que odiaba interpretarlo, puedes percibir cómo la acidez que lo caracteriza brota de manera natural; y siendo el papel Carter, hay una nobleza latente por parte de un reportero que siempre se ve sucio pero parece ser el único valiente que quiere mostrarle al mundo de que no estamos bien.

Max Headroom fue una serie que no duró mucho. 14 episodios y un cierre final al personaje que para en ese entonces ya se había vuelto molesto, entraban los noventas y había más preocupaciones y la idea de que un sujeto en traje simulara ser una simulación –valga la redundancia- no era gracioso.

Pero hay que darle el crédito de tomar una idea absurda y plantearla como una sátira, que hasta en nuestros días tenemos fresca, no es como si la desinformación fuese una de las cosas que intentamos eliminar apenas pudimos y que las empresas de televisión dominaran nuestra sociedad ¿verdad?

Las generaciones modernas reconocen a Max por un caso en específico: la noche en la que un sujeto se robó la señal de televisión vestido del personaje y se burlaba del sistema con una eficacia tan notoria que jamás fue atrapado. Habría que recordarles que el güero de la mirada incómoda llevaba haciendo eso por años atrás.

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