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jueves, abril 18, 2024

El Chico

Por: Aleqs Garrigóz.

Marie Howe (Nueva York, 1950) es una poeta estadounidense. En 1998 publicó su libro de poemas más conocido, What the living do (Conocido en español como Lo que hacen los vivos), que escribió en memoria y recuerdo de su querido hermano John, que murió de una enfermedad relacionada con el sida en 1989. «La vida y la muerte de John cambiaron mi estética por completo», dijo. En agosto de 2012 fue nombrada Poeta Estatal de Nueva York. Entre sus premios se encuentran dos becas Guggenheim. De tal libro referido compartimos como recreación de este fin de semana el siguiente poema.

 EL CHICO

Mi hermano mayor camina por la acera hacia la noche veraniega de los suburbios:

playera blanca, pantalones de mezclilla azul… hacia el baldío al final de nuestra calle.

Los chicos lo llamaban El Escondite de las Perchas: un solar sin fincar, un pozo descuidado
cubierto de yerbajos, algunos viejos muebles tirados por allí

y algunas perchas de metal colgando de los árboles como campanillas de viento.
Él escapa de casa porque nuestro padre quiere cortarle el cabello.

Y en dos días más nuestro padre me convencerá de ir por él (“tú sabes
dónde está”) y hable con él: sin represalias. Lo prometió. Un pequeño desfile de niños

en pijamas me acompañará, sus voces como las primeras ranas de primavera.
Y mi hermano caminará delante de nosotros a casa, y mi padre

le rapará toda la cabeza, y mi hermano no le hablará a nadie en el próximo
mes, ni una palabra, ni “pásame la leche”: nada.

Lo que pasó en nuestra casa enseñó a mis hermanos cómo irse, cómo caminar
por las aceras sin mirar atrás.

Yo era la chica. Lo que pasó me enseñó a seguirlo, quienquiera que fuese,
llamando y llamando su nombre.

THE BOY

My older brother is walking down the sidewalk into the suburban summer night:
white T-shirt, blue jeans— to the field at the end of the street.

Hangers Hideout the boys called it, an undeveloped plot, a pit overgrown
with weeds, some old furniture thrown down there,

and some metal hangers clinking in the trees like wind chimes.
He’s running away from home because our father wants to cut his hair.

And in two more days our father will convince me to go to him— you know
where he is— and talk to him: No reprisals. He promised. A small parade of kids

in feet pajamas will accompany me, their voices like the first peepers in spring.
And my brother will walk ahead of us home, and my father

will shave his head bald, and my brother will not speak to anyone the next
month, not a word, not pass the milk, nothing.

What happened in our house taught my brothers how to leave, how to walk
down a sidewalk without looking back.

I was the girl. What happened taught me to follow him, whoever he was,
calling and calling his name.

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