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viernes, marzo 29, 2024

Repite conmigo: el spoiler no mata una película

El día de ayer en Twitter seguí un debate interesante, algo que suelo hacer con bastante frecuencia y más porque el feed de mi cuenta por lo general sigue temas de índole fílmica… por obvias razones. El tema lo había propuesto una usuaria llamada Fernanda y era respecto a los spoilers fílmicos: de que al hablar de estos no le haces daño a la conversación fílmica y de que si defendías el hecho de no mencionarlos por lo general estabas haciendo mal las cosas.

Y concuerdo, porque el spoiler ha estado presente a lo largo de mi vida como asistente a las salas de cine.

Quizás el recuerdo más latente que tenga de él ocurrió en el año de 2007, con el estreno de Spider-Man 3 (2007), la película que cerraba la trilogía de Sam Raimi sobre el trepamuros favorito de todos fue una infaltable para el grupo de amigos que tenía durante mi primer año de preparatoria, amigos que por lo general nos juntábamos en el cine de Plaza Mayor, antes de su traslado al área de expansión del lugar. Para esas fechas la idea de un asiento numerado era algo inexistente por lo que debías llegar temprano a formarte para alcanzar un buen lugar (a veces extraño ese fenómeno). Ahí estamos todos presentes porque de verdad queremos ver el desenlace de Spider-Man en el cine, los trailers han sido alimento de expectativa y es un horizonte poco explorado: el de los superhéroes con rentabilidad y franquicia insuperable. Y recuerdo de manera muy vívida estar formados y ver salir a las personas, y un grupo de nuestra misma edad y misma escuela -pero diferente grupo social que nos ven como enemigos y “raros”- salen del lugar al que llegaron antes que nosotros para que de entre los amigos salga Pedro, uno de aspecto chaparro y cejón a gritarle a los primeros que nos encontramos en la fila estas palabras tan marcadas con el hierro caliente en mi psique: “Harry Osborn se muere, el Sandman mató al tío de Spider-Man“. Un acto por demás sinónimo de su nivel de imbécil que se adecua con una carcajada en medio de muestras de desprecio generadas por todos nosotros.

Acepto que el spoiler puede llegar a ser un acto de cobardía usado por muchas personas que intentan arrebatar la diversión a los demás y que claramente tiene una convicción de ser el primerizo, eso lo puedo entender y sí, apesta con que te hayas encontrado con un Pedro como el Pedro de mi vida, pero tampoco es el fin del mundo, y es un punto de reflexión en donde… te das cuenta de que si te afecta eres parte de un extremismo muy latente que peca al igual que el conquistador de tus diversiones.

Al cine lo hemos tachado de ser un elemento de entretenimiento y nada más, por ende el spoiler llega a tratarse como un desajuste dentro de la montaña rusa que representa una película, y al tratar de ser los primeros, omitimos que el cine está para su análisis -muy a pesar de que te digan con frecuencia el “Pues yo veo cine, no lo pienso”- y eso abarca un gran número de elementos. La fotografía, el score, el montaje, las actuaciones, el crecimiento de los personajes y lo que el director o guionista quieren expresar son de los elementos que aparecen y que uno tiene que poner detalle, no nada más a la parte efectivista de una obra que además, no sirve de mucho cuando pensamos que hay obras de años antes de haber existido y de las que ya sabemos detalles.

Por poner un ejemplo -y quizás el ejemplo más famoso de una sorpresa dentro de una película- me remito a la obra maestra de Irving KershnerEl Imperio Contraataca (1981). La revelación de que Luke es el vástago de Darth Vader el más malo de toda la galaxia impresiona y sin dudas es algo que se disfruta, pero si sólo se está buscando el efecto rápido de la sorpresa por lo general se omite que durante toda la película se nos han estado ofreciendo pistas al respecto. La incomodidad del entrenamiento entre Yoda y su joven alumno mejor ejemplificado en la cueva de Dagobah en donde el jedi enfrenta de manera metafórica a su más grande miedo, representado en un Vader con su rostro. Así mismo el actuar de Vader en localizar a aquel que le derrotó en la entrega pasada es incesante, y su forma de pelea demuestra una superioridad que el otro no tiene por sus constantes ataques y persistencia que denotan la fácil irritabilidad del sujeto del casco negro.

A eso le agregas la revelación quizás más interesante de que Vader planea derrocar a su maestro junto a su hijo y a partir de ello concibes el trasfondo -que para ese entonces no existían las precuelas- de un hombre alejado de su hijo y que tras saber de él se siente traicionado, porque era su principal motivador… sólo para ser recibido con un sacrificio de parte de dicha motivación. Estos elementos están dispersos en una película a la que tuve oportunidad de ver en el cine en el año del 97, pero eso no se traduce a que fuera al cine sin saber el inesperado giro… situación casi imposible viviendo en un mundo que abrazó ese detalle como un referente de la cultura popular. A esta edad, sigo pensando que el desarrollo de la película respecto al giro es más interesante que el giro en sí, y también no ha demeritado el valor de la película en mi vida, porque sigo viendo El Imperio Contraataca y no estoy pensando en la revelación sino en todo el viaje.

Situación un tanto diferente para estos nuevos estándares de consumo, a lo que me quedan dudas respecto a cómo entonces tratan proyectos de antaño. Todos sabemos de que Marion muere en la ducha, de que a Rhett Butler le “importa un demonio”, de que Fredo muere por órdenes de Michael sellado por un beso de traición, de que Malcom Crowe estaba muerto todo este tiempo y ¿Demerita la calidad del trabajo? ¿No se ve la obra porque ya no eres el primero en verla?

Esto se extiende a otras variedades del arte, todo mundo sabe de que Gwen Stacy muere en los cómics y de que Jean Grey adopta una entidad superpoderosa que le hace perder el control de sus poderes, y esto se traduce a una mala adaptación dentro de las obras fílmicas porque la tendencia de revelar el gran giro está mandando al carajo años y años de desarrollo de los personajes y sus relaciones con los protagonistas. Duele saber que Spider-Man pierde al amor de su vida porque parecía tan serio su romance y la locura de Jean Grey es consecuencia de una misión en donde ella se sacrifica para la supervivencia de sus amigos, pero para fines más prácticos es mejor mostrar el golpe que el razonamiento.

Debemos inculcarle a la gente que el valor de una obra no está en el descubrimiento instantáneo, sino la sumatoria de todos los elementos y lo que esto termina aportando a la experiencia fílmica y el análisis del producto entero, sólo así uno no va a tener que poner caras de disgusto cada que una persona le diga de que no lanzó la advertencia del spoiler alert.

 

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