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sábado, abril 27, 2024

Rogelio Flores y un millón de gusanos

Los escritores, como los árboles, absorben los minerales del suelo donde está plantados y producen frutos que se cosechan en forma de libros. Rogelio Flores es, además de escritor, amante de los libros y un editor con un proyecto diferente: Fruta Editorial. Aprovechamos su visita a Irapuato, con motivo de su novela Un millón de gusanos (Editorial Resistencia, 2015), premio Lipp de novela 2015, para conversar con él sobre música, escritura y sus planes actuales en los derroteros del mercado editorial.

 

Cuéntanos primero sobre tu novela Un millón de gusanos. ¿Cómo nació?

Fue un proyecto que inicié hace muchos años y lo abandoné por varios años, luego lo retomé. En ese segundo ejercicio no me gustó y abandoné de nuevo la novela, para retomarla luego por segunda vez y terminarla.

¿Cuánto tiempo transcurrió entre cada uno de los abordajes?

Mucho, los primeros escritos datan de cuando estaba en la universidad, tendría unos 19 o 20 años. Escribí un par de capítulos que no quedaron en la versión final. Entonces, era muy pretencioso lo que buscaba y por eso no trascendió. La retomé hacia el 2003-2004 cuando estudiaba en la SOGEM, esa vez avancé más pero la dejé para escribir otras cosas (Nota: Flores tiene tres libros de cuento publicados, Adiós princesa, Rocanrol suicida y El diablo no existe). La última versión, la que quedó, viene del 2010 y la terminé de escribir en el 2013. Me encariñé mucho con el personaje, Román. De los primeros intentos fue lo único que conservé.

¿Originalmente también tenía un gemelo idéntico?

No, eso vino después. Román tenía otros hermanos mayores que pervivieron en la novela. El gemelo surgió luego y es la presencia que define la narración. Originalmente era una historia de amor, y al final, la historia de amor se vuelve secundaria. Tiene que ver más con el amor fraterno que con el de pareja. En el lado A hay también amor de pareja, Román pierde a su hermano gemelo pero encuentra en Berenice su alma gemela; esa parte que lo complementa pero ya de otro modo.

¿Este soundtrack que se escucha a lo largo de la novela, con nombres de casets espectaculares, por ejemplo, Momentos que te parten la madre, Vol. 2, es también el soundtrack de Rogelio Flores?

Sí, de hecho yo hacía eso con los casets, les ponía esos nombres raros. Me parecía chistoso. Si había alguien que me agradaba, le regalaba una cinta que había grabado, con un nombre gracioso. Y me gustaba hacer una curaduría personal, tenía casets donde combinaba diferentes estilos, Doors, Pedro Infante y los Rolling Stones, todos juntos. Eso me divertía mucho. Fue algo que luego traté de hacer con los discos compactos y no pude. Ya no lo hago, el acto de escuchar música ha cambiado mucho. Ese soundtrack tiene mucho que ver con mi historia personal.

¿Cómo fue tu paso por la SOGEM, cómo te descubriste escritor?

Fue raro. Por un lado, desde muy chico me gustaba dibujar y escribir; soñaba con ser dibujante de cómic. Muchas de las cosas que dibujaba, las había escrito antes. Pero no me comprometí con ese proyecto de vida, es decir, no tomé clases, jamás fui más allá de sólo un hobby. La escritura la veía de la misma manera, como un pasatiempo. Cuando entré a estudiar Ciencias de la Comunicación, en la UNAM, haciendo mis trabajos escolares descubrí que me gustaba mucho. Una vez, después de haber sido regañado por un profesor a causa de un trabajo mal hecho, me impuse la regla de entregar mis trabajos universitarios como si ya fueran a ser publicados. No entregados a un maestro sino a un editor. Y me fue muy bien, cuando me he tomado en serio la escuela he sido buen alumno. Y me fui enamorando del oficio hasta que finalmente renuncié a mi trabajo y entré a la SOGEM en 2003. Me salí pronto porque no podía pagarla y entré a trabajar de nuevo, pero ya estaba dentro de la disciplina de la escritura, no pasaba un día en que no leyera y escribiera.

¿Cómo llegó el premio Lipp?

Fue muy padre, cuando terminé la novela estaba muy entusiasmado, porque la veía distinta a lo que había escrito hasta entonces. Y soy muy autocrítico, tengo textos que he escrito y no he publicado, ni publicaré porque pienso que son malos. Sin embargo, los conservo justamente para saber lo que no hay que hacer. Coincidió entonces, que conocía a los editores de Resistencia, por una antología en la que hice parte; me gustaba su catálogo y la forma en que ilustraban sus textos. Llevé mi novela y pasé el dictamen, muy rápido, en un mes. Me dijeron, eso sí, que debía esperar un año porque tenían ya un plan de edición y no tenían más recursos. Como no tenía prisa por ser publicado, en ese inter la inscribieron en el premio Lipp, que a diferencia de otros premios sólo te puede inscribir una editorial, y tuve la fortuna de ganar. Con mis otros libros no me había pasado lo que me pasó con este, que lo compra gente que no conozco en absoluto, y estoy muy contento con el resultado que tiene la novela en el público. Me encanta como quedó.

¿De los años 90 a la época actual ves una brecha muy grande entre lo vivido en esos años, con los casets, la música que citas, y lo que se vive en estos días?

Veo brecha en el aspecto tecnológico; es apabullante cómo lo cambió todo. Pero en otros, no. Si bien lo tecnológico orienta las relaciones de cierta manera, creo que la gente sigue pareciéndose mucho. Cambió el escenario, la economía, la tecnología pero la gente se sigue encariñando con sus amigos, se siente dolida cuando la engañan. Aun el adolescente que tenga el peor gusto musical tiene sus rolas favoritas. La dimensión humana no ha cambiado tanto. Pienso en los años 94 o 95, que fueron terribles y veo con tristeza que nos acercamos a esos escenarios. El dólar a 20 pesos, la crisis política y social me recuerdan al principio de los noventa cuando empecé a escribir esta novela.

Creo que la gente se puede identificar con otros que vivieron tiempos de crisis.

¿Puedes compartir con los lectores tu Very best musical?

Es complicado, son muchas. La novela trata de un chico gótico, y no se habla de música gótica tanto como de otras. Pero hay cosas que están muy presentes, una de ellas Elvis Presley. No recuerdo dónde leí que Elvis tuvo un gemelo.

¿Un gemelo? ¿Por eso dicen que todavía vive?

No, el gemelo murió muy chiquito. Elvis también es dos personas, un joven rebelde y otro conservador y enfermo. Es un personaje muy importante en la historia de la música. Le recomendaría mucho a los jóvenes escuchar de todo y atender al contexto en el que surgen las cosas. Sin eso sería absurdo comparar música de hace treinta años con la música de hoy.

¿Recomiendas escuchar la música de tu novela mientras se lee?

Yo no lo he hecho, pero hay un playlist en Spotify que hicieron los chicos de la editorial, y viene en la novela. (para los curiosos, se puede visitar aquí:

https://play.spotify.com/user/edresis/playlist/3pf2NL9PrOBn6Zgr0LDfDN )

A mí me encantó, porque la escucho de modo aleatorio y, por ejemplo, después de The Cure suena Juan Gabriel, que no es nada roquero pero cumple con la función de evocar y construir una atmósfera. Los que aparecen en la novela son mis favoritos.

 

Cuéntanos sobre el proyecto de Fruta editorial

Es un proyecto de Luis Ramaggio, luego me involucré yo y también Diana Fernández, somos tres socios. Aunque parezca gastronómico es un proyecto editorial; abrimos una juguería que es al mismo tiempo librería. Está pensado para acercar a la gente a libros de editoriales independientes. Fruta será una editorial independiente, y las juguerías serán nuestros puntos de venta, al igual que distribución para otras editoriales. A la gente le ha gustado la idea de casar los libros con los jugos. Es un lugar fresco, huele a fruta todo el tiempo, preparamos comida ligera, no hacemos nada con carne, usamos lácteos y también tenemos postres. Pero todo está hecho para lograr un acercamiento a los libros. Me gusta pensar que la gente va a comprar un libro como cuando va por una penca de plátano. La primera sucursal está en San Luis Potosí 180, Colonia Roma. Hoy abrimos un segundo punto de venta en Amsterdam 62, casi esq Sonora, dentro de Frëims, en la colonia Condesa; y abriremos también muy pronto un tercero que será nuestro foro, donde haremos presentaciones, talleres y otras actividades. La respuesta de las editoriales también ha sido muy positiva.

Para ir cerrando ¿Qué música le recomendarías escuchar a los más chavos?

Por ejemplo, a David Bowie fue un vanguardista, siempre estuvo un paso adelante. E insisto que incluso el peor disco de David Bowie es mejor que los discos promedio. The Cure sería otro, los Rolling Stones. En la novela hay un caset que se llama: doce razones poderosísimas para afirmar que los Beatles se la pelan a los Rolling Stones.

¿Qué echas de menos en el panorama musical mexicano de hoy?

Híjole, creo que muchas cosas. En la novela se habla mucho de Caifanes. He seguido escuchándolos y creo que fue una banda que no supo qué hacer con su fama. Todo el mundo escuchaba a Caifanes, en el taxi, el micro, en los puestos de la calle. Gente que nunca iría a un concierto de rock iba a ver a Caifanes.

¿Falta algo que trascienda todas las estructuras sociales?

Sí, yo creo que ellos lo consiguieron muy bien. Su Negra Tomasa se hizo un hit. Yo extraño eso. Hace poco encontré el boleto del único Vive Latino que he asistido, el de 2002. Si uno revisa los artistas que vinieron ese año y mira los que vendrán en el 2016, son casi los mismos. Creo que como público estamos en una zona de confort, y los artistas también. No hay ningún grupo de rock en este momento que me emocione. Pienso en Caifanes cuando fue a tocar a Río Nilo, creo que falta comunión de la gente con sus grupos.

 

Preguntas de doble elección:

¿Poe o Stevenson?

Poe

¿Cortázar o Borges?

Cortázar

¿Metallica o Iron Maiden?

Iron Maiden

¿Vincent Price o Bill Murray?

Híjole… Bill Murray

¿El gran calavera o Nosotros los nobles?

El gran calavera

¿Rihanna o Beyoncé?

Beyoncé

¿Vela o el Chicharito?

Chicharito

¿Apple o PC?

Apple.

Jaime Panqueva
Jaime Panqueva
Escritor, economista, promotor cultural, puericultor, amante de la ópera y de los tacos de montalayo. Este colombiano-mexicano afincado en Irapuato escribe ficción histórica, crónica, artículos periodísticos, entre otras curiosidades.

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