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viernes, abril 26, 2024

Seducciones fallidas: Red Sparrow (2018)

Espías y sexo: son temas que van de la mano para derrotar a un enemigo y es algo que curiosamente el cine ha tenido miedo de adaptar en tono de reproche. El simplismo infantil de James Bond –y lo digo de cariño- ha acompañado a generaciones en sus 56 años de carrera fílmica, y con ello suele ir la idea de la “chica Bond”, esa “femme fatale” que enemiga o aliada del 007 le es imposible el no resistir sus encantos pélvicos, lo cual con frecuencia termina con la chica en turno siendo eliminada con la misma intención desechable de una bolsa de basura.

Lo que se debe de mencionar, es que el espionaje sexual sonará entretenido y algo imposible… pero es más real que todos los gadgets de aquel con licencia para matar o esas juntas semi realistas a la John Le Carré . El espionaje sexual ha existido desde el inicio de los tiempos, sólo basta recordar a Dalila quien logra seducir a Sansón obteniendo el secreto detrás de su fuerza, o a Mata Hari, la espía que fue el dolor de cabeza para los franceses. Por el otro extremo menos enfocado al romance de la imaginación, está el espionaje de la madre Rusia, el cual no es ningún secreto resguardado con origen desde la Guerra Fría y vigente en nuestros tiempos

No olvidemos que un presidente naranja huye del tema que involucra una grabación encubierto sobre él y un “baño dorado”.

Es un tema escabroso y capaz de incomodar al mundo que poco a poco se está dando cuenta de las acciones de Rusia más allá de los memes: es una nación poderosa y capaz de querer cambiar el destino de extranjeros, aplicando la herencia de la extinta KGB y si una persona sabe del asunto es Jason Matthews, quien antes de dedicarse a escribir thrillers de espionaje, trabajó para la CIA. Red Sparrow es la primera entrega de una trilogía que el autor escribió sobre el tema y esto llamó la atención de los estudios, que ahora con los problemas soviéticos veían en este proyecto el inicio de una posible trilogía que pasaría a la historia.

Y se quedó en eso: posibilidad.

El mayor problema de Red Sparrow no es lo que los medios han repetido como mantra: de que la película llega en el momento equivocado y que trata de un personaje que sufre vejación tras vejación, a la par de escenas violentas y gore. Cuando leía estas notas de desconcierto, la verdad esperaba algo mucho más agresivo y por ende, atrevido. En vez de eso tenemos una película desinteresada en su tema, en su tratamiento, en casi todo.

El guión adaptado de Justin Haythe omite por naturaleza varios elementos, como la dualidad narrativa de Nathan y Dominika, además de su sinestesia que le hace un personaje peculiar para retratarle más en un tono dramático e inevitable, el de una mujer que va cayendo en desgracia por parte de su gobierno. Esto no es malo, de hecho presentaría más posibilidades de análisis respecto al tema y nos daría una pauta más cruda respecto al tema, pero la película tiene prisa en contar las cosas, en querer ver a Dominika salir a seducir a otro espía y su doble juego de naciones, no quiere saber el proceso que le llevó a esto, el cómo, y la pérdida de su humanidad en esta inhumana escuela.

DF-16653_R2_crop – Jennifer Lawrence stars in Twentieth Century Fox’s RED SPARROW. Photo Credit: Murray Close.

Lo extraño es que estos momentos dentro de la escuela de “prostitutas” –como lo menciona su personaje- son pobres visualmente, se trasladan en sólo un cuarto, y con momentos de “shock” sacados de una producción de Jesús Franco, sin el encanto serie B del célebre autor español, porque su tono no es precisamente el del zopenco gamberro fílmico, sino el de un drama en el que Francis Lawrence ya no se puede recuperar a partir del tercer acto.

¿Charlotte Rampling? No te emociones, llega, devora los momentos de la escuela con un desinterés extremo, y se va de la obra a la par que todas las compañeras de Dominika.

Lo que después queda es una película con dos actores sin química o energía sexual. Jennifer Lawrence no cuadra con Joel Edgerton, y por lo tanto, si sus dos personajes no parecen entenderse y dar sacrificios para ayudar al otro ¿Por qué la audiencia debería emocionarse o sentir empatía en los momentos de tortura de cada uno de los espías? Apenas y los conocemos o queremos que sobrevivan.

Lo peor ocurre en un momento en el que la película siente que es superior, y proclama un plot twist que ya se veía venir, pero no deja de anunciar como sorpresivo cuando por instinto el espectador conecta los puntos en la trama de espías con escenas que además dejan claras las intenciones de sus protagonistas.

Y es floja no sólo en el argumento, sino en el terreno de producción. Lawrence no se siente comprometido a aportar un estilo personal o crítico del tema, dejando las intenciones de que este sólo sea un proyecto para que Jennifer Lawrence pueda demostrar su capacidad en papeles peligrosos (irónicamente siendo un peligro para la producción porque la mayor parte de su presupuesto se fue en el salario de la actriz). No busca que la imagen sea creativa, es torpe en los cortes… incluso las mentadas secuencias de sexo y de pelea son rebajadas, y créanme que estaba preparado para lo peor.

Si hay algo que pueda rescatar de Red Sparrow, es su score. James Newton Howard no es ajeno a la hora de crear trabajos espléndidos en medio de una producción caótica –después de todo él estuvo al lado de Shyamalan durante gran parte de su carrera- y en esta ocasión entrega su material más destacado en casi dos años de silencio. Su aproximación es que el score refleja el sentimiento de Dominika, y como este resulta ser una trágica bailarina ofuscada, así empieza el score, con una obertura de 11 minutos en el que el talento de su personaje queda destrozado (es de hecho la parte más funcional de la película). A partir de ahí surge un score de misterio y sombrío, en el que este motif de ballet resurge hacia el final con entusiasmo y poniendo en cara la evolución fría de la heroína, que ha planteado su dolor como un arma, como una venganza personal. Es largo e hipnótico, pero tiene sus méritos ofreciendo una mejor visión sobre el mundo del espionaje que le da el premio a “mejor música que merece una mejor película”, algo siempre habitual en la obra de tan olvidado compositor.

Red Sparrow tuvo la posibilidad de ser algo único… y no puedo evitar recordar la pérdida en el medio de alguien como Cronenberg, cuyo ojo único ofrecía un mundo estilizado pero a la vez crítico de nuestra realidad, incluso en su etapa más alejada del horror corporal y más asociado a la agonía latente dentro del oscuro corazón humano… quizás Francis Lawrence debería tomar notas en el asunto porque ha sido incapaz de cuajar una película competente en medio de ideas que casi estaban escritas por sí solas.

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