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sábado, abril 20, 2024

“Según quieras quien se muera: tú, el bebé o los dos”

Por: Miriam del Toral y Rosy Castillo

En el mes donde se visibiliza a los prematuros, quiero compartirte la historia de Rosy Castillo en 1ª voz:
“Mi primer hijo lo tuve a los 29 años. El embarazo llegó cuando estaba terminando mi maestría en Ciencias Médicas y pasé mi embarazo bajo mucha presión para terminar mi proyecto de titulación antes de que naciera mi bebé y esto resultó ser un gran desastre. Me dio preclamsia y tuvieron que suspender el embarazo en la semana 25 de gestación, ya que el bebé comenzó a presentar desnutrición intrauterina.

La cesárea fue muy traumática, yo me sentía muy asustada, y culpable de la situación de riesgo en la que estábamos el bebé y yo. Ya que durante las consultas médicas previas me enfatizaron que yo tenía varios factores de riesgo: mi edad, mi peso, el estrés y otros. Todo esto lo viví como algo que al ser nutrióloga debía de haber visto, modificado y, por lo tanto, evitado.

Mi cuerpo que había ganado peso desde que contraje matrimonio y ahora, en el embarazo me estaba traicionando y desarrollando una patología que podía matar a mi hijo y a mí. El papá de mi hijo también pensaba que el desarrollo de la preclamsia se debía a mi negligencia en el cuidado del bebé, por mi “aumento de peso y falta de cuidado” … esto me hizo sentir más culpable, sola y angustiada.

Yo fui la que hizo el diagnóstico de preclamsia porque el médico no vio las señales, como la tremenda retención de líquido en mis piernas. Me hice la prueba de proteinuria. Ya con los resultados fui con el médico y para ese momento ya tenía una alteración en la presión, dato clínico que no se había presentado.

Pero nada de eso logró hacerme sentir empoderada o fuerte, solo más asustada y la reacción del médico fue regañarme nuevamente, diciendo que yo tenía la culpa por seguir con un ritmo alto de trabajo y con el posgrado, cosa que me originó más problemas con el papá del bebé, situación que marco para siempre nuestra relación. Fue entonces cuando el médico me indicó reposo y dijo una frase que me heló los huesos: “según quieras quien se muera, tú, el bebé o los dos”.

El parto fue un momento muy estresante, afortunadamente no requirió intubación, ni reanimación, pudo respirar solo. Pesó 1650gr, fue directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales y yo no podía verlo. Cuando por fin fui a la UCIN, no querían dejarme entrar porque estaba fuera del horario de visitas, después de mucho insistir logré que me dejaran pasar. ¡Apenas vi a mi bebé mis pechos comenzaron a tirar leche! ¡Ante este reflejo tan inesperado e imposible de contener, las enfermeras me regañaron, porque estaba contaminando la sala!

Después de dos días me fui a casa y él se quedó internado. Para mí, sacar la leche y llevarla para mi bebé era mi forma de cuidarlo de amarlo y de ayudarle a recuperarse, era como darle esa protección que no pude darle dentro de mí. Mi médico consideró que extraer la leche e ir a ver al bebé era demasiado esfuerzo para mí y me prohibió hacerlo, no le hice caso y le seguí mandando la leche, aunque ya no me llevaron a verlo.

Cuando el bebé alcanzó los 1750 gramos, lo dieron de alta en con el Método Mamá Canguro, llegamos a casa de los abuelos y se instaló el protocolo. Estábamos en un cuarto a 40oC, aislados, sólo entraba mi mamá y el papá del bebé, con altas medidas de higiene. Como por arte de magia, en cuanto estuvimos juntos, la presión arterial fue bajando hasta normalizarse.

Seguí alimentándolo por sonda durante dos semanas más, me extraía la leche con él sobre mi pecho, le quitaba y colocaba la sonda en cada toma, hasta que pudo comenzar a comer directo del pecho sin perder peso. Se mantuvo el protocolo de Mamá Canguro aproximadamente dos meses. Fueron momentos muy bellos pero muy estresantes, pues el bebé era tan pequeño y frágil; tenía miedo de aplastarlo y dormía semi sentada sin moverme. Estaba emocional y físicamente agotada.

Fui muy feliz con la lactancia, con la cercanía de mi bebé, pero no pude disfrutar tanto como me hubiera gustado. ¡Estaba tan preocupada, angustiada y estresada! ¡Todo se trataba de hacerlo bien y de ponerlo a salvo más que de disfrutarlo!

No recuerdo recibir felicitaciones por la lactancia o por mis cuidados maternos, que eran tantos. Fue una crianza algo solitaria y con grandes desafíos, HOY tengo el reconocimiento que YO me otorgo y la resignificancia que le doy a cada uno de estos momentos. Desde la mujer que SOY HOY y desde los acompañamientos que he hecho a otras mamás, le da a mi proceso con mi hijo mayor un significado distinto. Hoy quiero repetirme que yo no podía controlar mis procesos de enfermedad, que los médicos que me rodeaban no dieron el apoyo adecuado y que lamentablemente tampoco lo tenía en casa, pero que aun así llegue muy lejos y eso es algo maravilloso. Hoy quiero abrazarme y darme las gracias por no rendirme; decirme que hice grandes cosas y logré mucho. Hoy sólo puedo reconocer todo ese camino y darme las gracias a mí, a mi cuerpo y a mi maravilloso hijo”.

Miriam del Toral
Miriam del Toral
WhatsApp para asesoría de lactancia: 477 674 9021. Asesora especializada en Lactancia y Múltiples, Lactivista, columnista, comunicóloga, especialista en Desarrollo Humano y en Facilitación de Grupos. Acompañante Tanatológica. Es fundadora de Maternidad Sustentable, donde se difunde información sobre lactancia materna y crianza respetuosa. Docente en PILU. Colabora en Fuente de Vida, Grupo de Apoyo a la Lactancia y en UPA Tribu.

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