El presidente de la República entregó el 1 de septiembre al Congreso de la Unión su Segundo Informe de Gobierno. Andrés Manuel llega al segundo año de su administración marcado por una crisis sanitaria y otra económica inéditas y en su informe no hay reconocimiento a esa realidad e insiste en repetir lugares comunes, no ofrece resultados comprobables ni, mucho menos, un esfuerzo de rendición de cuentas.
El presidente, en su terquedad, se obstina en retratar un país que ya no existe, que quedó totalmente reconfigurado por la pandemia más devastadora del último siglo, que ha provocado la crisis económica más grave en el mismo periodo.
Y lo reconozca o no Andrés Manuel, el grave impacto que ambos problemas están provocando en México, son en gran parte su responsabilidad por haberlos minimizado.
Y porque, en aras de proteger su proyecto, la llamada 4T, se negó reiteradamente a escuchar y hacer un esfuerzo por construir medidas alternativas con diferentes sectores del país para encontrar soluciones que ayudaran a salvar empresas, proteger el empleo, apoyar verdaderamente a los grupos más vulnerables y a destinar más recursos para áreas prioritarias como salud, educación y seguridad pública, entre otras.
El Segundo Informe es una repetición cancina de la mañanera. El presidente habla de lo que él ve, le conviene o interesa; pero no habla de la realidad, de lo que sucede afuera de Palacio Nacional, del desempleo, la violencia, del creciente aumento de homicidios dolosos, de la pandemia y las 68,484 muertes que ha provocado. Tampoco de los decesos que han tenido lugar por otras enfermedades que se han desatendido o por el desabasto de medicamentos.
Se han incrementado sustancialmente los fallecimientos por enfermedades crónico degenerativas – enfermedades del corazón, diabetes mellitus, tumores malignos, enfermedades del hígado, cerebrovasculares, influenza y neumonía, entre otras-, porque además de que los recursos para la salud fueron reorientados; los pacientes no han sido atendidos porque los hospitales de especialidades fueron reconvertidos a hospitales Covid, y no se les dieron alternativas.
No se refiere, tampoco, a la reducción de ingresos producto de la baja recaudación, lo que impactará aún más el gasto del próximo año. Lo que al presidente le interesa es que el dinero público le alcance para los programas sociales prioritarios y los megaproyectos de su gobierno.
No se le ve preocupado por el cierre de cerca de 500 mil micro, pequeñas y medianas empresas; ni mucho menos por la pérdida de más de un millón de empleos formales y poco más de 12 millones del sector informal.
El titular del Ejecutivo Federal no ofrece un plan ordenado para la reactivación de la economía. Todo lo quiere enfrentar con los empleos que presume está creando el gobierno con los programas sociales, que no son tales ni generan crecimiento económico; con la reducción de personal y recursos a gran parte de las dependencias y programas federales, la desaparición de subsecretarías y la rifa del avión.
Así como con el supuesto combate a la corrupción que ha aprovechado para descalificar a la oposición a diestra y siniestra. Aunque, una vez que se difundió el video en el que aparece su hermano Pío recibiendo dinero destinado para él, ha dejado de referirse a los videos de Lozoya.
Y ahora menos que su cuñada, Concepción Falcón, está involucrada en un presunto desfalco de 300 millones de pesos al Ayuntamiento de Macuspana, Tabasco; en donde fungía como regidora Sindico de Hacienda.
No hay visos de que el presidente quiera rectificar algo en su gobierno, mucho menos remover funcionarios que no han dado resultados, ni aumentar recursos a áreas que ayudarían a paliar la emergencia nacional como el campo, educación, ciencia, tecnología e investigación; turismo, fomento económico, entre otros.
Esta necedad, ha tenido un costo muy alto para las y los mexicanos. Andrés Manuel está a la defensiva, pensando más en cómo ganar las elecciones en 2021 para su partido, Morena, que en gobernar para todos los mexicanos.
