En un entorno cada vez más exigente y en el cual la competencia por ser más eficaces en el cumplimiento de metas, particularmente monetarias, es muy común que dejemos de lado el llamado salario emocional, el cual se entiende como el conjunto de beneficios no monetarios que hacen que las personas se sientan a gusto en lugar determinado, generalmente en el ámbito laboral.
Si bien el concepto de “salario emocional” es relativamente nuevo, existen estudios de hace más de 70 años que explican bien este concepto, uno de los más conocidos es el que planteó el psicólogo Frederick Herzberg quien publicó su teoría de “los dos factores” en 1959 con la cual, según sus investigaciones, explicaba que el comportamiento de las personas en sus trabajos se vea influido por dos factores: el de motivación y de higiene.
La motivación tiene que ver con el contenido del cargo, es decir, las funciones del puesto per sé, el progreso profesional, el sentirse parte importante de un proyecto trascedente, realización propia ente otros.
El factor higiénico se relaciona más con el contexto del cargo, y explica Herzberg que esto es las condiciones del trabajo como el horario de trabajo, flexibilidad en condiciones labores, el salario, la relación con el superior inmediato y con sus pares y los beneficios y los servicios sociales.
Si bien ambos abonan al cómo se siente la persona en su lugar de trabajo, los dos se comportan prácticamente de manera independiente. La motivación que provoca satisfacción tienen poco impacto sobre los factores higiénicos; si estos faltan o son deficientes respecto a las expectativas de quien los recibe, causan insatisfacción pero su presencia tiene poco efecto en la satisfacción a largo plazo.
Así pues, es muy importante que los tomadores de decisiones tengan en cuenta cómo se relacionan ambos factores para generar un sentido de pertenencia en los proyectos que llevamos a cabo y que los beneficios que se dan a los trabajadores en “salario emocional” también constituyan un diferenciador para que las personas se sientan a gusto tomando en cuenta que también existe normativas y exigencias en el cumplimiento de metas que si no se cumplen, abren frentes no agradables en otros ámbitos como el jurídico o la falta flujo de efectivo en las empresas que pueden llevarlas a perder la viabilidad operativa para continuar operaciones.
Además, hoy la realidad es muy distinta. La manera en la que percibimos el mundo es mucho más abierta y con motivaciones enfocadas a estilos de pensamiento, como por ejemplo los free thinkers que son personas abiertas a ideas y propuestas no consideradas antes. No creen en las certezas ni en límites culturales; o están los adapters, que son aquellos que buscan mejores causas y mejores cosas que las que tienen ahora. Buscan el cambio como forma de aprendizaje y adaptarse es su característica.
Todo esto hace un reto interesante para la alta dirección el mantener los “dos factores” de Herzberg en un buen nivel para crear fidelidad a la empresa. Nuevos tiempos requieren de nuevos cambios y formas innovadores de liderar. Los retos ahí están y es momento de afrontarlos con conocimiento y pensamiento sistémico para la mejor toma de decisiones.