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sábado, abril 20, 2024

¡SHAZAM! (2019)

La fascinación por los superhéroes suele empezar en los fanáticos desde una edad bastante temprana, en donde la mayoría no suelen razonar el deber moral de estos personajes ni en las consecuencias que repercuten en la vida diaria de personajes con semejantes obligaciones… sino en la fantasía que representa el tener poderes más allá de lo permitido respecto a nuestra fisionomía o lógica natural. Es por ello que conectamos con Superman, quien vuela desde lo más alto de los edificios y que no posee alguna enfermedad o mal día, sentimos esa pretensión de querer ser cómo él por lo menos para liberarnos de nuestras presiones cotidianas, y es una cosecha que probablemente persista todavía, porque ensoñamos de vez en cuando sentados en nuestro cubículo de la oficina, alejados ya de nuestros cómics a los que cambiamos por obligaciones en un mundo adulto y civilizado.

Quizás el que más golpee respecto a este fenómeno, se trata del antiguo Capitán Marvel, quien siempre ha tenido una dinámica ajena al de otros superhéroes, ya que se trataba de uno que dependiendo del autor transmutaba, o intercambiaba espacio y tiempo entre las personalidades de Billy Batson, un niño huérfano… y el sorprendente Capitán Marvel, con un sinnúmero de habilidades. El personaje posee una historia bastante curiosa pues desde su creación se volvió un éxito en ventas particularmente por la facilidad de apego tras este fenómeno del alter ego, y también porque las historias eran entretenidas y rayaban en un absurdo particular de la pluma de Bill Parker y sin olvidar esos ojitos de puntito de parte de C. C. Beck, cosa que no agradó a la editorial de Superman quien buscaba a como dé lugar acabar con la publicación que generaba más ingresos que la del último hijo de Kriptón. Con el tiempo el personaje quedó en el olvido y la ironía es que terminaría siendo comprado por la empresa que le repudiaba –DC Comics– solamente que ahora no podía ser reconocido como el Capitán Marvel ya que la otrora compañía, la de la casa de las ideas tenía a un personaje que adoptó ese nombre, y por lo que se orilló a usar el nombre de Shazam, palabra clave del personaje que se utilizaba como expresión de magia y que, curiosamente tenía un despunte de popularidad por allá de la década de los setentas entre la comunidad afroamericana.

¡Shazam! llega a los cines tras un largo intento de adaptar al personaje a la pantalla grande por una cantidad notoria de directores, y quien ahora pasa a formar parte del ahora muy enmudecido universo cinemático de DC, que ahora prefiere omitir la idea de un universo compartido para preferir expresar proyectos independientes, y esto ayuda,  porque una película como ¡Shazam! ofrece una belleza representada en una honestidad que pocas veces las películas de superhéroes llegan a tener.

De todos los posibles intentos de adaptar al personaje, la decisión de Henry Gayden y Darren Lemke es la más viable, porque deciden adaptar el origen interpretado por Geoff Johns Gary Frank durante la etapa del Nuevo 52, el cual siempre tuvo un potencial fílmico a comparación de otros materiales, además de generar uno que otro cambio que le agrega sentido y mayor drama al proyecto, y las sensibilidades y referencias de Sandberg -a las que podemos incluir Quisiera ser grande (1988) de Penny Marshall, Aventuras en la gran ciudad (1988) de Chris Columbus Supercool (2007) de GregMottola– salen a flote de manera mejor integrada que otras películas de la compañía, porque en efecto, todo mundo ha estado diciendo que hace una película como las que antes se hacían… y esto es porque logra en primera logra que los niños actúen de acuerdo a sus edades de manera natural, a eso se le suma una clásica exploración de madurez y sorpresa juvenil gracias al hecho de que se trata de un superhéroe al final de cuentas lo que terminan atesorando el grupo infantil, y sobre todo por contar con una carga de violencia y temas que no temen mostrar a la juventud como consciente de que estas cosas existen en el mundo (eso y una afinidad por derretir rostros en la película).

Obvio el pilar temático se centra en Billy BatsonFreddy FreemanShazam, y existe una gran química entre los tres; en el caso de Billy/Shazam, la dupla interpretada por Asher Angel Zachary Levi esta demuestra un gran trabajo de asimilación, porque Levi la gran mayoría del tiempo reacciona de manera natural como si fuera una versión adulta de Angel, y considerando que Billy es una persona con errores termina actuando a la par de este, algo que no es muy normal de ver en películas que tratan sobre jóvenes acrecentados, ya que tienden a llevar su actuación a una exageración no presente en el personaje que simulan ser, aparentando una jovialidad falsa. Es además, interesante de apreciar que la dinámica de Shazam no se trate de salvar al mundo a gran escala, sino en la relación entre sus seres queridos y su proceso de aceptación.

El simil funciona de manera exitosa con los protagonistas, y es con  Freddy con quien Billy Batson encuentra una amistad funcional a pesar de las discapacidades de su hermano adoptivo ya que Freddy es una persona que a diferencia de él y de los demás hermanos consume de manera religiosa el tema de los superhéroes y que gracias a ello funge como maestro para una persona que normalmente vería sus nuevos poderes como un beneficio enteramente personal… y a su vez obteniendo un gran tono humorístico ya que también tiene que sobrellevar las exigencias de una persona que busca disfrutar el viaje y habilidades que sólo llegó a soñar obtener. Jack Dylan Grazer ya antes había demostrado tener dote actoral con su interpretación de Eddie en el remake de Eso (Andy Muschietti, 2017) y aquí no es la misma dinámica, ni siquiera los mismos modismos… algo que quizás debieran de aprender una sarta de actores adultos que siempre interpretan el mismo rol.

Existe un problema con ¡Shazam! y como de costumbre dentro del género es en su villano. Mark Strong no tiene complicación alguna para interpretar a Sivanna, el némesis clásico del personaje, pero en medio de la adaptación Sivanna ha perdido lo que su versión de tinta y papel tenía y que lo hacía un excelente villano. Acá el doctor carece de este matrimonio de la ciencia y la magia, obteniendo poderes similares a los de otro villano que la película nos advierte existe en este universo, haciendo que pierda valor como individuo y lo extraño es que durante una gran parte del filme vemos un desarrollo en el villano -si hasta es el que abre la película- que por default debería de confrontar los idealismos del héroe frente a los suyos pero esta situación jamás llega a traducirse de manera perfecta y que termina por arrojar al personaje junto a sus habilidades en un clímax carente de creatividad a pesar de la locación.

¡Shazam! ha sido tachada de ser una comedia por parte de aquellos que todavía buscan aferrarse a este mundo oscuro y cruel que por años estuvieron pragmando como el ideal para los personajes de DC, llegando a omitir que por momentos la película decide plantear momentos de verdadero desarrollo maduro en su protagonista y la eterna búsqueda entre sus padres que culmina en una ruptura de idealización y un aprendizaje de parte de un personaje que se da cuenta de las oportunidades que tiene frente a él y que nunca había querido aceptar. Momentos como estos se unen a la gran comedia y valor juvenil de quizás la primera película que puedo recordar en años que no se muestra de manera hipócrita y que ahí está, esperando a que el público adopte a un superhéroe de gran corazón, y con ello las dificultades que se le van a presentar en un futuro.

Hace más de 10 años no pensé poder ver una película de Shazam, y ahí estaba, en el día del estreno con una vieja playera del personaje que ha estado sobreviviendo el paso del tiempo conmigo, y absorbí su mundo y su carisma… agregando el hecho de que me amenazan con ver a un gusano -mi gusano- súper genio en próximas secuelas: ¡Shazam! es la mejor película de DC porque no se ahoga en pretensiones. 

 

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