- Publicidad -
jueves, abril 25, 2024

Sin lugar para juguetes viejos: Toy Story 4 (2019)

He estado reflexionando de manera seria en estos días después de ver Toy Story 4. No creo que sea el único que pensó de manera preocupante la llegada de una cuarta entrega que solamente reflejaba el interés irrespetuoso de parte de Disney Pixar en querer sacarle hasta la última gota a una franquicia perfecta e indispensable para entender el crecimiento de la industria de la animación desde la última década del siglo pasado. Y es que Disney ya no es el Disney de antes, o por lo menos el que pensábamos que era durante nuestros años de infancia, ahora es un monstruo de la industria del que parece que me quejo de manera insistente por este medio cada que tengo la oportunidad y que he predicado de sus peligros para la industria dentro de la oficina como predicador loco. Y sí: la idea de que una entrega más que estaba destinada a ser un billete fácil para el estudio era lo que pensaba incluso estando ahí sentado en una sala llena el día del estreno y al término no dejo de pensar en Woody.

Woody es la figura del vaquero más importante de tiempos modernos… en serio. Para la década los noventas los vaqueros ya son cosa perdida en el terreno fílmico/cultural; claro que hay casos como Los imperdonables (1992) de Clint Eastwood en donde se despide del género que le hizo leyenda y que vale mucho la pena, pero en ese punto el western se ha vuelto una mirada nostálgica a través de adaptaciones miserables de televisión como Wild Wild West (Barry Sonnenfeld, 1999)Maverick (Richard Donner, 1994)Woody representa curiosamente al género exiliado de este dentro del campo de la animación, y a pesar de ello, el personaje no tiene sus raíces ni tropos eliminados, ya que si la agonía existencial de Toy Story se percibe en cada entrega con la idea de qué es un juguete y la relación de un niño/Dios y su meta en la vida, en Woody se representa la idea del vaquero en el nuevo mundo y son en Toy Story 4 el punto en donde dichas exploraciones alcanzan un punto de exploración más interesante, cuando bien pudo quedarse simplemente en una entrega más para el billete fácil.

Todo mundo está enfocado en Forky y lo que representa en la dualidad de basura/sentido, pero es con Woody en donde resuena más la idea; Woody, un juguete de antaño, de viejas costumbres y que no es coincidencia su figura de vaquero con la labor patriarcal que funge, tanto para un niño con figura paternal ausente, así como la salvaguarda y consejo de su grupo de allegados a los que cuida y rescata de las amenazas de su día a día. Es precisamente en Woody lo que las lecciones de su mundo terminan repercutiendo de manera agresiva y en donde en este punto se encuentra desplazado.

Woody ya no es más la figura de cuidado, porque ahora deja de ser el juguete de facto, ahora Woody se encuentra en el olvido y no puede ser una figura de autoridad en un nuevo hogar con diferentes dinámicas infantiles, y es Woody quien resiente más este neceser con la figura de un cubierto de basura que ahora toma su posición, porque si el vaquero nunca veló por su estabilidad salvo en la primera entrega, ahora se encuentra con la obligación de hacer entender a un objeto de su importancia con un ahondo mirar nostálgico.

Es ahí donde Toy Story te golpea, y en donde Stephany Folsom Andrew Stanton como guionistas hacen gran uso de este sentimiento, no en evocar escenas del pasado sino en el punto de inflexión y redescubrimiento de nuestro héroe, y quien por primera vez en 24 años se siente ajeno al mundo que tanto le ha entregado. Si bien habrá quejas de que no aparecen los demás personajes, en realidad esto es necesario para dicho viaje, y del cual no es ajeno a éxitos, porque Toy Story 4 es la entrega más cómica, más  aterradora con todo y un gran guiño a la única entrega del género de Stanley Kubrick que también está hablándole a un público más adulto ya por parte de un sorpresivo Josh Cooley en su primera película con todo y experimentos en el montaje e incluso en el posicionamiento de la cámara que ahonda en las sensaciones de los protagonistas y por mucho, la más reflexiva de toda la entrega, haciendo lo que una secuela debiera hacer pero que es algo que no le es ajeno a la franquicia y que nos deja con cara de estúpidos para los que sospechábamos de su posible falla.

Hacia al final del camino nuestro guardia de la infancia que se encontraba incierto en la vida lo vuelve a hacer. Sacrifica todo  por el bienestar de lo que representa la felicidad de manera misericordiosa y encuentra al amor de su vida a quien muy en el fondo pensaba desecha pero que por ello representa un punto en un nuevo capítulo, y en donde el vaquero entiende que el mundo al que le hizo tanto bien ya no le requiere, en un movimiento de cede de obligaciones se despide de nosotros, cabalgando al horizonte metafóricamente a través de un carrusel y cercano al siempre sol que representa un carnaval, dejándonos con un orgullo auténtico y sorpresa de saber que es feliz.

Toy Story 4 es sin tapujo alguno, una obra maestra aquí en el ahora y siempre. Gracias, muchas gracias vaquero, nos cambiaste la vida a todos, ahora puedes estar tranquilo.

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO