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viernes, marzo 29, 2024

El mito del fraude

El “FRAUDE” así, con mayúsculas, es una de las instituciones fundamentales de la “democracia” (así, con minúsculas) en México; tanto como el IFE y los partidos, pues su simbolismo ha definido más que una lucha postelectoral, la identidad misma de la oposición, bajo el precepto de que: “si gané yo, la elección fue limpia, sino, no”.

Por supuesto, al hablar de “el mito del fraude” no descalifico la existencia de pruebas concretas de conductas irregulares o incluso ilegales, principalmente por parte de los operadores del PRI, sino al fraude como una palabra mágica, que explica por sí mismo las derrotas electorales.

Es cierto: los esbirros del tricolor han llegado incluso a violencia física y el asesinato para imponer a sus candidatos, como ocurrió por ejemplo, en las elecciones generales de 1940, pero casos extremos como ese son la excepción, no la regla y claramente los comicios del 2012 no fueron uno de ellos.

¿Por qué es importante hacer esta aclaración? La respuesta es simple: durante años la oposición justificó su incompetencia achacándole todas sus derrotas al “fraude”. A los ojos de los opositores el problema no eran sus campañas mal enfocadas y peor organizadas, con candidatos a los que solo conocían en su casa y mensajes tan pirrurrescos como inútiles, el problema es que el PRI hacía fraude.

Lo malo de ceder ante este mito, por más reconfortante que nos parezca, es que, al echarle al PRI la culpa de los malos resultados electorales, se cancela de facto el espacio para la muy necesaria autocrítica pues, si perdimos a la mala, entonces no nos equivocamos y no hay nada por mejorar.

Es cierto que el pasado primero de julio hubo compra masiva de votos, pero lo que tenemos que preguntarnos es: ¿por qué la gente accedió a venderlo? Panistas y perredistas no deberían indignarse porque la gente vendió su voto, sino porque sus candidatos (Josefina y Andrés Manuel) valían menos de 100 pesos a los ojos de miles, quizá millones de electores.

En lugar de usar las redes sociales para, haciendo gala de un clasismo cuasi porfirista, burlarse de quienes votaron a cambio de una despensa, los simpatizantes del PAN y del PRD deben observar a sus propios partidos con ojo crítico y darse cuenta de que, en la percepción ciudadana, son iguales al PRI, con todo lo que ello implica.

A quienes tan amargamente se quejan del “fraude” cabría preguntarles ¿Acaso el PRI no compró votos en el año 2000? por supuesto que sí, y contó con mucha mayor influencia para coaccionar voluntades, pero, a pesar de todo, Fox se llevó la victoria, porque era un buen candidato, con un mensaje atractivo y respaldado por una estructura electoral sólida.

Por tanto, el camino a seguir no consiste en denunciar fraudes que son imposibles de comprobar legalmente, sino en mejorar desde la oposición nuestras propuestas y candidatos, para que la gente vea una diferencia, para convencerlos de que votar por nuestro “gallo” vale la pena, aún sin despensa de por medio.

El primer paso es construir una oposición responsable, que vaya más allá del berrinche, que deje de respirar por la herida y pensar con el hígado; que acepte la derrota y la convierta en la enseñanza para superar los fallos; que colabore con el nuevo gobierno en todo lo que sea bueno para el país y que rechace lo malo proponiendo, al mismo tiempo, alternativas.

Por lo pronto, la amenaza de Gustavo Madero, al poner en duda la asistencia de los diputados panistas a la toma de protesta de Peña Nieto, manda una pésima señal, al sujetar aún las más básicas cortesías democráticas (que en cualquier nación de primer mundo se dan por sentado) a los caprichos de la negociación, pero falta mucho por ver y, a pesar de todo, el PAN es el partido mejor preparado para asumir, desde la trinchera opositora, la tarea de la modernidad democrática.

Hoy por hoy, Acción Nacional está ante la disyuntiva de: 1) ceder ante el sentimentalismo lopezobradorista al ritmo de “nos robaron la presidencia”, los otros son los malos, nosotros estamos bien; o 2) actuar con responsabilidad y profesionalismo para recuperarla.

Por el bien de México esperemos que tome el segundo camino, empezando por reconocer los errores y corregirlos.

@Garibaycamarena

www.garibaycamarena.com

Gerardo Enrique Garibay Camarena
Gerardo Enrique Garibay Camarena
Escritor, Católico por vocación y convicción, libertario, escéptico de la política y desconfiado de las intenciones de los políticos Twitter: @garibaycamarena "Personas libres y mercados libres." Wellington.mx

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