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jueves, abril 18, 2024

Juventud, Divino Tesoro o la engañifa del 132

Conforme avanzan los días, la información que sale a la superficie confirma que el movimiento YoSoy132 no es más que una engañifa preparada por la campaña de Andrés Manuel López Obrador para utilizar la loable vocación democrática de los jóvenes como carne de cañón en la lucha por la presidencia.

Las versiones apuntan a Manuel Camacho Solís, el tenebroso achichincle de Salinas que, durante sus años como Jefe de Gobierno, convirtió al DF en la capital mundial de las marchas y en el paraíso para los grupos de manifestantes profesionales, incluyendo al famoso “Super Barrio”.

Después, defraudado por su antiguo amo, que en lugar de elegirlo a él bendijo con el dedazo primero a Colosio y luego a Zedillo, el inefable Camacho formó su propio partido (el Partido de Centro Democrático) y, cuando este naufragó, se refugió, como tantos otros miembros del ala izquierda del salinismo, en el equipo de Andrés Manuel.

Siguiendo los consejos de Marco Enríquez Ominami, ex candidato a la presidencia de Chile en el 2009, Camacho y el equipo de campaña de AMLO aprovecharon la fuerte presencia de la izquierda en las universidades para organizar primero el sainete contra Peña Nieto en la Iberoamericana y, después, aprovechando la contraproducente reacción del PRI, para darle presencia nacional a su estrategia a través del membrete “Yo Soy 132”.

Siendo objetivos la jugada de los asesores de López Obrador ha sido muy exitosa, pero este logro se debe no solo a la habilidad política de sus titiriteros, sino también a la fuerza de uno de los mitos más enraizados de nuestra sociedad, el de “Los Jóvenes idealistas e infalibles”.

El mito se construyó desde mediados del siglo XX como una herramienta para dotar de una aureola de santidad a las estrategias de desestabilización orquestadas por la izquierda. El razonamiento era una adaptación del “buen salvaje”, en este caso, si los jóvenes lo dicen, deben tener razón, pues ellos todavía no están contaminados por los intereses del “mundo adulto”.

Así, se proyectó la imagen idílica de los estudiantes cambiando a la sociedad, armados con un libro de Sartre en una mano y una hoz en la otra, aunque no entiendan al primero ni sepan cómo usar la segunda.

Con base en este mito la juventud se ha convertido, una y otra vez, en la parcela política de “líderes” sin escrúpulos, desde las huelgas universitarias y hasta movimientos como Yo Soy 132, donde los jóvenes, convencidos de que, con gritos e insultos cambiarán a México, se convierten en simples acarreados, llevándole agua al molino del “peje”.

El problema de Yo Soy 132 consiste en que, pintándose de democrático y moderno, respalda y repite lo peor de la izquierda, desde la guerrilla hasta el sindicato de Luz y Fuerza, promoviendo un “cambio” que implica el regreso de las políticas populistas que tanto daño le han hecho a nuestro país. Por eso, siendo jóvenes, están equivocados.

Aunque duela romper con las fantasías, debemos entender que los jóvenes no tenemos razón por el hecho de contar pocos años, sino por la validez de nuestros argumentos. No basta con actuar, hay hacerlo del modo correcto, no es suficiente que se escuche bonito, tiene que dar resultados en la vida real.

Para construir un México mejor, necesitamos más trabajo y menos pancartas, más madurez y menos gritos, porque los verdaderos cambios no se alcanzan con marchas, lemas o plantones, sino con una convicción coherente, que se traduzca en esfuerzo a lo largo de toda nuestra vida.

Es menos glamoroso, pero tiene una ventaja: Sí funciona.

 

 

Gerardo Enrique Garibay Camarena
Gerardo Enrique Garibay Camarena
Escritor, Católico por vocación y convicción, libertario, escéptico de la política y desconfiado de las intenciones de los políticos Twitter: @garibaycamarena "Personas libres y mercados libres." Wellington.mx

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