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jueves, marzo 28, 2024

La seducción de la tiranía (de nazis y copetes)

El sábado 24 de noviembre los panistas del Edomex, eligieron como su nuevo dirigente estatal a Óscar Sánchez Juárez, quien se convirtió en el centro de la polémica hace apenas unos meses cuando, en plena campaña para el senado (quedó en tercer lugar) declaró su admiración por el nefasto dictador alemán Adolfo Hitler.

Ante la deleznable declaración, tanto la dirigencia del PAN como la propia Josefina Vázquez Mota se deslindaron del candidato. Con todo y todo el señor es ahora el líder de los blanquiazules en el estado con más habitantes a nivel nacional, mientras que sus defensores recurrieron a la eterna e infalible excusa de los políticos “es que lo sacaron de contexto”. El único problema es que, cuando leemos la frase en su contexto, resulta incluso peor.

El señor Sánchez, Textualmente, declaró respecto a Hitler y Julio César: “Fueron hombres que trascendieron en la historia, que dominaron el mundo, a lo mejor no de la manera más convincente para todos, pero admiro el liderazgo que ambos tenían para que miles de gentes estuvieran dispuestas a dar la vida por ellos”.

Más allá de la obvia e inexplicable nazifilia, (que por alguna razón ha infectado desde siempre a parte de la derecha mexicana, fruto en partes iguales del antisemitismo y la ignorancia respecto a las maldades de Adolf y compañía) vale la pena hacer un par de reflexiones sobre la declaración del panista.

El problema de fondo es que, más allá de ser o no un nazi, el nuevo dirigente manifiesta en forma clara su admiración por quienes dominan, incluso aunque sus métodos sean inmorales y hayan provocado la muerte de millones de personas, la conclusión a que arriba es que tanto Hitler como Julio César fueron poderosos y, por ello, dignos de imitación.

Apenas unas palabras más tarde hace énfasis en que ambos tiranos, el de Roma y el de Berlín, tenían el liderazgo suficiente para lograr que “miles de gentes estuvieran dispuestas a dar la vida por ellos”. En otras palabras, el sueño de este señor consiste en tener la capacidad de manipulación suficiente como para dominar la voluntad de miles de personas y ponerla al servicio de sus intereses personales.

Afortunadamente, considerando su pésimo resultado en las elecciones del 2012, parece que el nuevo dirigente del blanquiazul en el Edomex carece de las habilidades que hicieron tan peligrosos a Julio César y a Hitler, pero el tema de fondo es que la misma tentación del poder a costa de lo que sea, que tan cándidamente expresó Óscar Sánchez ante la prensa nacional, ataca en mayor o menor medida a todos los políticos.

Ante la seducción del aplauso y la dopamina del halago, convertidas en alimento cotidiano a todos los niveles del gobierno y los partidos, quienes se dedican a la vida pública están siempre en riesgo de caer en el canto de las sirenas: ese deseo subconsciente de controlar a los demás, convirtiéndose en pequeños o grandes tiranos.

En palabras del general George Washington, el gobierno es como el fuego: un peligroso sirviente y un patrón atemorizante. Por ello es indispensable que el actuar de los políticos esté siempre acotado por un sistema de contrapesos institucionales, que impida la imposición de los delirios personales por encima de la libertad de los ciudadanos.

El tema es muy relevante porque esa misma tentación del autoritarismo ronda inevitablemente tanto a Enrique Peña Nieto como a sus colaboradores, de regreso en Los Pinos tras doce años de exilio. Esta será, a partir del sábado 1 de diciembre, la prueba de fuego para nuestra naciente democracia: que gobernantes y sociedad resistamos al canto de la tiranía.

De entrada el regreso de las tareas de seguridad pública a la esfera de la Segob representa un motivo de preocupación, pues, aunque muchos de los argumentos de Peña y su equipo para realizar el cambio son válidos, al final del día es el mismo PRI de la persecución religiosa, de la represión del 68 y de la guerra sucia. Muy malos antecedentes.

Ya sean de izquierda o de derecha, tecnócratas o populistas, sabios o ignorantes, prudentes o bocones; todos los políticos están sujetos al mismo riesgo de pervertir su vocación y por tanto la única solución de largo plazo consiste en limitar el poder y la influencia de los gobiernos sobre las vidas de los ciudadanos.

Que la tarea de las autoridades sea proteger la vida, la libertad y la propiedad, que los políticos estén conscientes de que son servidores y no mesías, que la sociedad esté siempre alerta, exigiendo cuentas y castigando excesos. Solo a través de la participación permanente, en un marco de libertad e instituciones y contrapesos podremos mantener a raya a los hitlers en miniatura y a los émulos del César. Solo así estaremos a salvo de la seducción de la tiranía.

Correo electrónico: garibaycamarena@hotmail.com                   

www.sinmediastintasblog.com

Gerardo Enrique Garibay Camarena
Gerardo Enrique Garibay Camarena
Escritor, Católico por vocación y convicción, libertario, escéptico de la política y desconfiado de las intenciones de los políticos Twitter: @garibaycamarena "Personas libres y mercados libres." Wellington.mx

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