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viernes, abril 26, 2024

Sorcerer (1977)

Los miedos surgen por traumas que suceden desde temprana edad y eso es algo que como humanos estamos destinados a sufrir; todo ese sudor frío, el tiempo que se vuelve lento y los pensamientos de escape nervioso tienen un origen cruel que experimentamos sin comprender en ocasiones el razonamiento que nos llevó a tenerle miedo a las cosas. Yo por ejemplo, le tengo pánico a las inyecciones por una experiencia en la primaria en la que una enfermera me bajó los pantalones frente a todos mis compañeros exponiéndome, y decidió usar mi glúteo como un tablero de dardos para la más reciente vacuna obligatoria.

Ese es fácil de explicar pero… cómo explico mi miedo irracional a los camiones de carga?

Culpable sólo hay uno: William Friedkin.

En estos tiempos Friedkin no goza del impacto de antes, lo cual es una pena e injusticia considerando que en la década de los setentas fue uno de los involucrados en inyectar nueva sangre a los estudios y entregar cine de autor puro. William Friedkin fue de los primeros en tener impulso por la década ofreciendo dos trabajos en particular: Contacto en Francia (1971), película que le dio su primer estatuilla como mejor director y ganadora de mejor película en los OSCAR, y por supuesto, la película americana que más afecto a la sociedad mexicana en los 70’s:

Es uno de los mejores trailers de la historia, pero velo bajo tu propio riesgo.

Poco importaba que Friedkin fuese un director reacio a sus ideales y problemático para los estudios cuando se toma en cuenta la calidad de sus productos finales y sobre todo la taquilla que generaba. Así que todo mundo se quedó a la espera de su siguiente ataque, cosa que resultó en la odisea más grande de su vida.

Friedkin preparaba un proyecto sobre el triángulo de las Bermudas desde 1974, pero al ver el desarrollo de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, se rindió: para él no podía haber competencia destacable ante el proyecto de Spielberg… pero sí para lo que hacía su némesis/amigo oficial: Francis Ford Coppola, quien hace poco había regresado de una selva medio vivo para filmar la gran película de Vietnam por excelencia.

Fue ese impulso lo que lo llevó a la selva latinoamericana, encima de que este sería un proyecto de pasión, porque se trataba de una readaptación de “El Salario del Miedo”, aquella novela que inspiró la película del mismo nombre dirigida por Henri George Clouzot y que agradecía por haberle dado interés a hacer cine. Problemas a la hora de grabar, el cast que lo abandonó a último minuto (en un guión completamente pensado para Steve McQueen), un presupuesto que alcanzó cifras meteóricas y que tuvo que ser respaldado por DOS ESTUDIOS –Universal y Paramount– y la malaria casi lo matan, pero este es un hombre necio ante todo termina la película que decide titular Sorcerer gracias a un disco de Miles Davis que escuchaba con fervor religioso.

Y el mundo peca de no recordarla.

La película abre mostrándonos como si se tratase de un documental de la vida de cuatro personajes, los cuales de inmediato nos damos cuenta de que no son personas de bien; hombres que han engañado al mundo, que asesinan, roban y actúan con violencia, protagonistas poco usuales.

Las secuencias –o mejor tituladas, viñetas- nos narran desde un asesino elegante, un terrorista palestino, un ladrón de bancos, y un hombre sumido en deudas por su vida elegante. Conocemos su trasfondo y lo que los llevó al extremo de otro mundo, porque intentando escapar de sus problemas terminan en el infierno.

Friedkin se encarga de que cada toma involucre un puño crítico hacia la audiencia, en ningún momento estas tomas se sienten de sobra y acrecentan el sentimiento déspota de esta pocilga.

La vida en Porvenir es una miseria para estos cuatro sujetos, comiendo pan con mantequilla tras una ardua jornada laboral y acosados por la policía militarizada que se aprovecha de ellos y su situación exprimiendo las pocas monedas que ganan… hasta que un ángel llega al lugar, en forma de una explosión, muerte y fuego inagotable.

Una planta petrolera americana sufre un atentado terrorista que busca derrocar el gobierno de la zona, y para evitar las pérdidas los hombres de negocios tienen que recurrir a un método peligroso: usar nitroglicerina para crear una explosión que ahogue las llamas. Estos cuatro hombres ven la oportunidad que han estado esperando y deciden llevar a cabo la misión suicida a bordo de dos trastes andantes: Lázaro y Sorcerer.

Es curioso ver cómo Friedkin comenzó el blockbuster con El Exorcista, abriendo paso a Tiburón (1975) quien informalmente se ha apropiado de honor de haber iniciado esta tendencia. Porque dos años después la obra maestra del director sería poco aceptada por todo mundo.

Un mundo que cambió gracias a lo que él inició: un blockbuster.

Star Wars (George Lucas, 1977) cumplía un mes de haberse estrenado y la gente seguía amontonándose para ver la saga espacial favorita de todos, eso o preferían ver las desventuras de Burt Reynolds encima de un coche de mal gusto para llevar cerveza de manera ilegal. Por lo tanto se suele mencionar a Sorcerer como el inicio de la decadencia del autor dentro de Hollywood en el terreno del “enfant terrible” y la rebeldía de este frente a los estudios establecidos.

La gente no quería ver una película sobre hombres malos en un mundo peor sobreviviendo, querían películas inspiradoras e “imaginativas”, por eso tacharon el proyecto como decepcionante, que además mostró la cara de ignorancia de la audiencia norteamericana porque salían enfurecidos porque la película en sus primeros minutos no está en inglés.

¿Qué tan estúpido tienes que ser como para ocasionar este cartel en los cines que aconsejaba a la audiencia de no desesperarse?

Tampoco ayudó que la crítica, esperando lo mejor de Friedkin se regodease en aires pretenciosos y difamaran al director por atreverse a hacer un “remake” de una película considerada clásica. Si uno lee las críticas de ese tiempo encontrará que estas son muy marcadas a denunciar elementos inexistentes dentro de la propia película, lo cual me hace pensar en lo siguiente:

¿Qué nadie vio una de las películas más emocionales de la década?

Sorcerer es influencia directa de lo que George Miller presentó con la última entrega de Mad Max y ahí la crítica se entregó a los pies del director (aunque también estaban a la espera de ser mala leche). Menciono de que es la influencia directa porque el guión de Walon Green es simple, no busca momentos de conexión entre los personajes por diálogos largos y filosóficos y una amistad, pero sí lo hace por el uso de su sapiencia frente a la naturaleza; de inmediato congeniamos con su misión, de querer verla en progreso aunque es también por el morbo de ver si no se traicionan por las cantidades de dinero que podrían obtener de ser el último.

Desde el momento en el que esos camiones infernales avanzan la trama no descansa ni un momento y se vuelve una pesadilla, una de las películas más aterradoras de todos los tiempos, porque cada secuencia cuenta, cada maldita piedra que aparece en el camino indica peligro y el crujir de la madera es más efectivo que cualquier “jump scare” moderno.

La increíble calidad de su diseño sonoro fue lo único que tomaron en cuenta a la hora de nominarla a un premio de la Academia… lo cual es aún más enigmático porque por lo general la industria no sabe nada del tema.

Esta es una película existencial en el sentido en el que sus personajes deben lidiar con las consecuencias de algo que los llevó a tener que acarrear una misión suicida y no existe otra salida. Además se da tiempo de ser rebelde en espíritu y mostrar una mirada cínica al comportamiento de los pueblos sudamericanos que agonizan en extrema pobreza y son respaldados por la única utilidad de ser minas de oro para los magnates que devoran sus selvas verdes, en este sentir la película retoma el duelo mental de sus personajes porque el pueblo a pesar de estar en esta situación lo único que quiere es justicia y claman como animales llegando a matar en una de las secuencias más salvajes de la película.

El cast es impecable y al igual que la película, sufrieron un desenlace de olvido, porque la mayoría no tendría otro papel tan importante y exigente en el cine como lo fue en esta ocasión, salvo Roy Scheider. Él es magnífico en un papel del cual no se le dio mucha importancia y tomando en cuenta que lo hizo por obligación contractual, de que hizo sus propios stunts y de que este fue el papel que lo hizo resentir a Friedkin como para no volver a trabajar con él, la verdad es que lo hace excelente. Jackie Scanlon es un patán pero es el más apto para sobrevivir dentro de sus compañeros, y la cara fría de piedra de Scheider ayuda mucho a entender su reto al peligro y sobre todo a ver cómo comienza a desesperarse a un grado de volverse loco.

Gran parte de mí ama a Sorcerer y le tiene respeto a William Friedkin por hacer una película de semejante talla y honestidad. Sin pretensiones de ser un artesano de las masas y buscando entregar las películas que él quiso, muy a pesar de en el fondo encarar el olvido de casi todo mundo. Y gran parte de mi le respeta por hacerme sentir incómodo, porque desde esa vez en el que vi reflejado al demonio dentro del camión explosivo, cruzando el río con violencia y en donde la situación no parece mejorar encontré una película que incluso el día de ayer vi con el corazón a punto de estallar, ninguna otra película se ha sentido tan real y en donde la audiencia de verdad conecta a un nivel similar al de saltar a un incendio: no quieres, de verdad que no, pero te hipnotiza.

Ese camión está esperando a invadir los pensamientos de un público que a 40 años de su olvido, parece que está surgiendo tras un largo sueño. Felicidades William Friedkin por tu obra maestra que también en estos tiempos es una bofetada a los estudios de que lo que de verdad importa es el nivel de artesano que el director puede manejar.

 

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