El término lo escuché por primera vez hace unas semanas y de la peor manera posible. De boca de un escritor, en una feria del libro. Juan Álvarez, autor colombiano con títulos de libros muy sugerentes como La ruidosa marcha de los mudos o Nunca te quise dar en la jeta, Javier, (sí, estamos cerca del día de los Inocentes, pero es verdad: esos libros existen y así se llaman) presentaba a unos autores centroamericanos cuando espetó: No voy a espoilearles la novela… Pensé que había oído mal, pero así dijo, y me hizo pensar que quizás había dicho espolearles, o quizás espuelearles, pero no se hablaba de potros. Me entretuve un momento buscando spoiler en mi diccionario mental, y recordé que así le llaman también a los alerones con que se tunean, o mejor, se engallan los carros para dizque mejorarles la aerodinámica y la pinta. Pero no estaba en un taller mecánico, sino en una presentación de libros, y entonces vinieron a mi mente Junot Díaz y Ana Lydia Vega. Hay que pensar en spanglish, off course. To spoil = Echar a perder. Spoilear = echar a perder una novela revelando alguna parte de la trama, arruinar la sorpresa = ¿contaminar el idioma?
Para cuando terminé mi razonamiento lógico lingüístico, ya estaban leyendo parte de los textos, así que miré el reloj (bueno, el celular, porque hace años que no cargo reloj), y salí de la sala porque deseaba ver en vivo a Irvine Welsh.
Algo más tarde, durante su decepcionante presentación, la palabreja saltó de nuevo de boca de Julio Patán, también escritor: para no espoilearles la novela… Vaya, el término anda ya en boca de todos y no es solo una aberración colombiana (donde como en Ecuador, México, Guatemala y Chile, se precian de hablar el mejor castellano del mundo). El asunto habría muerto ahí, pero unos días después vuelvo a encontrar la palabreja en las redes sociales que hervían en los preparativos del estreno del Episodio VII de Star Wars. Nadie supo aclararme por qué decían espoilear y no usaban palabras más directas como dañar, chafar, madrear, cagar o joder, tienen menos letras y son más expresivas, u otras como: estropear, echar a perder, anticipar, madrugar. O la más perrona para mí: deturpar.
La consigna era clara, ya que se repetía tanto, todo el mundo la usaba y temía, había que ponerla en práctica. Aquí, por supuesto, encontrarán una gran flaqueza en mi argumentación; todos sabemos decir ametralladora, y a pesar de ello, nadie, a menos que sea amigo de Donald Trump o pertenezca a la NRA, tiene un M16 en su casa. Sin embargo, me fui con la intención de espoilear, porque ¿qué tiene de malo que nos cuenten algo antes de leerlo? ¿No importaba más la forma que el contenido? ¿Acaso en nuestra velocísima sociedad de la comunicación el derecho a la sorpresa que nos depara una historia se ha elevado a derecho humano inalienable? ¿No es para esto que existen las redes sociales, para enterarnos de todo? Y bueno, sí, un día después del estreno revelé algún detalle mínimo de cierto personaje, pero mi excusa consiste en que lo hice de forma elegante o, por lo menos, en el buen español que a veces echa uno tanto de menos en los escritores actuales. Sorry.
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