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miércoles, abril 24, 2024

Suicide Squad

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¿Qué significa para nosotros, los cinéfilos definir a una película como “algo”? Me pregunto esto al salir de Suicide Squad, el nuevo intento de DC Comics de tener un universo cinematográfico.

Recuerdo que estas palabras que sirven como juicio también aparecieron con El Hombre de acero (2013) y Batman v Superman (2016). De alguna manera le estamos dando el beneficio de la duda por tercera vez a Warner Brothers con su plan respecto al universo de DC; cambiamos las piezas del tablero –en este caso a Zack “violen a Batman” Snyder– y se le da una oportunidad a David Ayer. Si bien no es el director más fenomenal de la historia, es uno que entiende lo sucio del ser humano y el planteamiento de la violencia en situaciones donde la garantía de sobrevivir es imposible. Es por ello que una película en donde un grupo de villanos hace el trabajo sucio suena perfecto para su estilo y debo decir que me sonaba atractiva la idea.

Suicide Squad a simple vista parece como un divertido viaje irreverente pero lo que hay como resultado es grotesco y diciéndolo de manera amable.

La película de David Ayer es un completo fastidio y es complicada de describir y del por qué no funciona. Lo que primero se percibe de este producto es que intenta tener estilo, aderezando la película de música sin sentido y sin necesidad; es decir, generar un soundtrack sin entender lo que está pasando a escena. Y esto no es por minutos, es en toda la película, ni siquiera se puede escuchar el trabajo de Steven Price, el compositor de la película y colaborador habitual de Ayer; la efectividad de la selección musical es como estar en una fiesta y que un idiota esté cambiando de canciones durante toda la noche sin dejar que una se vuelva la canción de la noche.

Esto viene acompañado de manera sospechosa con colores neón y escenas de humor que no cuajan con lo que se ve. Del neón es claro que intentaron generar una falsedad de irreverencia porque la película nunca cae en ese estilo, es una treta publicitaria sucia como pocas veces se ve en el cine. En cuanto al humor… pues DC no capta el problema. Puedes tener una película que no lo tenga en demasía, pero antes de preocuparte por ello considera que el humor que vas a usar en tu película no dé pena ajena, en donde los personajes terminan siendo máquinas para vomitar “catchphrases” y usarlo en momentos innecesarios: Como todo, se vuelve molesto.

Estos elementos comienzan a laborar algo grave: que tú te cuestiones cosas mientras estás sentado en el cine, te desapegas del planteamiento fílmico. Cuestionas el por qué mandarían a un equipo de inútiles a enfrentar a un ser poderoso fuera de sus rangos considerando que ya existen héroes en el planeta que le pueden dar pelea (porque si te pones estricto mandaron a una loca con un palo). Del por qué la trama se vuelve repetitiva (ir, pelear con monstruos genéricos ¡Rescaten a Flagg! Repetir el proceso hasta el cansancio), del por qué no se aprovecha la tensión de que los miembros del equipo no temen por la bomba en sus cuerpos, donde no hay noción del tiempo que ha pasado y que deben cumplir su labor en minutos. Esto es resultado de un guion exprés que la productora quiso que se hiciera en 6 semanas.

Ni siquiera las escenas de acción de salvan, tan genéricas y mal planteadas en toda área: la poca iluminación no te permiten apreciar las coreografías de acción y lo peor es que la cámara se vuelve cómplice en este crimen porque dichas escenas se sienten cortadas y no concibes el área en donde se desarrolla la acción.

Hay un gran desperdicio en los personajes porque el equipo no se siente cohesivo ni vemos la evolución de este de pasar de no tenerse confianza a trabajar en equipo de manera natural, solamente pasa porque el guion lo exige. El mejor personaje sin duda alguna es Amanda Waller. Viola Davis se siente amenazadora como una mujer en control de todo y que considera desechable a cualquiera en su paranoia que apesta a la guerra fría, bien pudo ser la villana de la película en un planteamiento retorcido, pero obviamente esto no pasa. Will Smith es Will Smith y no es Deadshot, no es desagradable pero es una situación que repite siempre con sus películas, tiene carisma pero esto no lo va a salvar de ser un actor de poca capacidad. Margot Robbie como Harley Quinn es sobre explotada hasta el fastidio, y es una pena porque en realidad no está mal caracterizada e incluso Robbie se siente a gusto con el personaje. De los demás, pues aparecen, en un caso de estar presentes de manera simplona y ocasionalmente hablar, pero nada de lo que hacen es sobresaliente.

Un aplauso al sujeto que pensó que Cara Delevingne puede actuar.
Un aplauso al sujeto que pensó que Cara Delevingne puede actuar.

Ah… y el mentado Guasón, aquel que se nos vendía con anécdotas que parecen de muchachos de secundaria y que prometían una versión fresca… pues se le puede culpar a su tan poca aparición de ser tan poco memorable. Si le podemos agradecer a alguien por esta tan atinada decisión – cortar las escenas del personaje que más promocionas suena a la peor idea que un estudio pudo hacer- es al estudio que tuvo la tan atinada decisión de contratar a los sujetos que hicieron el tráiler que tanto te gusta para que editaran la película, sin el consentimiento del director, ni de nadie más… sí, esto es totalmente cierto. Gente que piensa de manera agresiva en marketing cortó la película, esto explica la incesante música y los dos tonos irregulares.

Sigue sin convencer el diseño que, cierto, como el Guasón demanda atención, pero lo hace de manera equivocada con tatuajes por todas partes.
Sigue sin convencer el diseño que, cierto, como el Guasón demanda atención, pero lo hace de manera equivocada con tatuajes por todas partes.

Y es que mientras más lo pienso, más nausea me da. La intromisión de los estudios en las películas no es cosa nueva, de hecho siempre escuchamos cuando quisieron otro corte o agregaron escenas… pero planteamos estas anécdotas como situaciones que demuestran la estupidez de los productores que arruinan material o que estuvieron a punto de hacerlo. Este es el mismo caso que nos ha entregado propuestas como Los cuatro fantásticos (Josh Trank, 2014) y Spiderman 3 (Sam Raimi, 2007). Pero ahora han subido un peldaño más, porque además de arruinar lo que en sí podría ser pasable –dándole el beneficio de la duda a David Ayer– no me retracto de lo que pienso: Warner Brothers y DC han logrado vendernos la idea de lo mediocre, del “algo”, del que si cuestionas algo no sabes nada, y de que sus seguidores irán a ver esta obra maestra para atacar opiniones que contradigan lo que opinan, y ese es el logro que estaban buscando.

Ahora, si alguien les pudiera decir que haciendo buenas películas también podrían obtener ingresos se los agradecería mucho.

 

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