- Publicidad -
lunes, marzo 18, 2024

Te quedó mujerísimo

El lenguaje que utilizamos al ser un reflejo de la cultura muestra y hace evidente el tipo de relación que como seres humanos establecemos, así como las condiciones de dominio, sumisión e igualdad que entre nosotros damos por sentado y normalizamos.

De esta manera, cuando queremos referirnos a algo que resulto muy bien hecho e incluso estético, decimos: “esto te quedó padrísimo”, en cambio, cuando los resultados de lo que hicimos fueron un desastre o cuando algo se rompió, la frase que soltamos es: “ya le diste en la madre”.

La palabra “padrísimo” nos refiere al padre y al hombre, apunta hacia el  género masculino a quien se le atribuye estas cualidades, pero si observáramos desde una perspectiva  más profunda y crítica el desempeño de los hombres como género masculino, nos podemos dar cuenta, que somos los que hemos generado los peores desastres en la humanidad: la guerra, el fascismo, las dictaduras, las torturas, etcétera, etcétera, son creaciones, ideaciones y concreciones del género masculino, basta mirar la realidad actual en donde más del 90% de las personas que realizan las actividades delictivas son hombres. Las mujeres en su mayoría realizan las labores de limpieza, cocina y cuidado en los lugares donde se encuentran los secuestrados, aunque siempre ha habido algunas que utilizan sus encantos o el camuflaje de su género para envolver y cometer algún acto delictivo.

Llama la atención que no utilizamos frases con la intención de referir una acción negativa e insultar, haciendo alusión al sexo masculino, por ejemplo no decimos: “vales para puro padre”, “le diste un padrazo al coche”, “chinga tu padre”, “a mi amigo le dieron una padriza en el antro y entre varios lo agarraron a padrazos, y cuando algo nos sorprende o se rompe no decimos “padres”, las expresiones que utilizamos con la intención de expresar nuestro enojo las tenemos reservadas principalmente para el sexo femenino y la madre, a excepción de cuando decimos “te quedó a toda madre”, que nos evoca hacia algo que estuvo muy bien hecho y nos gustó, pero eso sí, no decimos “eso te quedó muy madre”.

El posicionamiento en el lenguaje para referirnos a las acciones gratas, adecuadas y bien realizadas utilizando expresiones masculinas, llega al extremo en el que podríamos exclamar “asistí al parto en que nació mi hijo y todo salió padrísimo ”, cuando en realidad esta se trata de una situación en que la frase pertinente sería “asistí al parto en que nació mi hijo y todo salió madrísimo“ ya que los hijos y las hijas nacen de su madre no de su padre.

Es inherente en nuestra cultura, el vínculo especial que los hombres tenemos con la mujer y en especial con nuestra madre: el amor hacia la progenitora nos sitúa ante ella en una relación de  vulnerabilidad muy particular,  en la que podríamos con certeza afirmar: “la única persona que nos puede dar en la madre es nuestra propia madre”, las raíces del machismo se encuentran por una parte arraigadas en el modelo masculino que los hombres hemos adquirido con relación a la presencia o ausencia de nuestro padre, pero paradójicamente, los efectos más poderosos del machismo, los hemos adquirido por medio de la forma de ser educados por nuestra madre, los hijos hemos sido orientados por nuestras madres, de manera permisiva y solapada ante ciertas conductas e irreductiblemente ante otras, la participación en las labores del hogar y la expresión de sensibilidad y amor hacia los hermanos menores está concedida para las mujeres de la casabajo la idea que de esa manera se están preparando para en el futuro ser madres, a los varones  se les orienta para que siendo mayores trabajen.

No perdamos de vista que México es un país Guadalupano, donde la virgen del Tepeyac está situada como la madre de todos los mexicanos, aunque en medio de todo esto, las expresiones de discriminación, violencia e insulto siguen teniendo como principales víctimas justamente a las mujeres y sin importar que puedan ser madres de familia.

Se acaba concluyendo que, si de lastimar se trata, hay que insultar utilizando las alusiones a la madre como proyectil y carne de cañón, y si lo que pretendemos es halagar y felicitar diremos “padrísimo”.

No estaría mal introducir una que otra expresión para dar un sentido distinto a esta arraigada postura del lenguaje reflejo del patriarcado y del machismo, si de halagar, valorar y reconocer se trata podríamos ahora decir: esto que hiciste te quedó mujerísimo.

Ricardo Solórzano Zínser
Ricardo Solórzano Zínser
Psicólogo egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana, con estudios de Maestría en Psicoterapia Gestalt en el Instituto de Terapia Gestalt Región Occidente. Se dedica a la atención psicoterapeutica, es facilitador de proceso de desarrollo humano en instituciones gubernamentales, no gubernamentales y docente en el Departamento de Educación de la Universidad de Guanajuato impartiendo en la Maestría en Desarrollo Docente, y en el Departamento de Matemáticas de esta misma institución.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Más noticias

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO