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viernes, marzo 29, 2024

Tener perdón de Dios

Para las personas de fe, los milagros, las apariciones, los ángeles y Dios constituyen una posibilidad real en su cotidianeidad. No veo que pueda haber algo de malo en tener expectativas preñadas de ilusión y divinidad. De alguna forma todos necesitamos certezas en nuestras vidas. Sean científicas, místicas o religiosas.

Pertenecer a una confesión no debe suponer nunca una discriminación, ofensa o desventaja para nadie. Para ellas, será inobjetable vivir conforme a sus convicciones religiosas, si no, ¿qué caso tendría?

Para quienes ejercen un ordenamiento en el catolicismo no es negociable vivir bajo los votos de castidad, pobreza y obediencia. Ya que son parte esencial de su doctrina.

El voto de pobreza implica vivir decorosamente sin caer en excesos o avaricia. Vivir con sobriedad implica alejarse de caer en vicios y adicciones. No veo nada de malo en este propósito.

Un voto de castidad no implica únicamente el celibato. También es castidad de mente y alma. Amar al prójimo, amar a la naturaleza, amar a Dios. Esto puede ser complicado en nuestros tiempos. Vivimos en un mundo lleno de adversidades y diferencias sociales.

El voto de obediencia, así como los anteriores deben ser por elección y no por presión familiar, social o clerical. De lo contrario se corrompe su finalidad.

Para mí el voto más importante es el de castidad. Pero, no en el modo burdo que usualmente los estereotipos nos han hecho creer. Caer en una dogmática ingenua no nos hará mejores creyentes. Muchas veces nace de esto una expectativa social difundida, errónea y estigmatizada en cuanto a quienes eligen apegarse a una confesión religiosa.

Para quienes decidieron comprometerse a servir con su vida a Dios, además de tener un juramento con él, también tienen un deber moral y legal. Este es el caso de la Ciudad de los Niños.

Nunca he visto que sea noticia que un avión haya despegado y llegado a su destino con bien. Son noticia los aviones que se caen. Lo mismo sucede con los sacerdotes.

Según el Génesis, los humanos somos seres imperfectos. Por ello en la Biblia aparecen múltiples castigos divinos. Pestes, plagas, diluvios y enfermedades. Lo que me preocupa no es que la humanidad sea imperfecta. Me preocupa que sea injusta. Esto es lo que me duele profundamente.

Quienes seguimos de cerca el proceso de la Ciudad de los Niños nos quedamos con un mal sabor de boca. Insisto, las víctimas merecen que las escuchen, les crean y les auxilien. Este no fue el caso de quienes denunciaron una larga lista de delitos graves por parte de quienes debían cuidarlo, llámense sacerdotes, monjas y samaritanos de estos albergues.

¿Cómo podemos dejar de victimizar a quienes les falló su propia familia, la Justicia y la Iglesia? Mientras las víctimas sufren amenazas de muerte por integrante de la Iglesia Católica, quienes fueron sus agresores siguen gozando el privilegio de la irrelevancia ante la justicia.

Son irrelevantes para ser investigados por las autoridades competentes. Son invisibles ante los ojos de la justicia clerical. El gobierno ha realizado una mínima intervención en el ámbito de sus competencias, confirmando descaradamente la falacia del Estado laico.

La justicia se exige hoy, no el Día del Juicio Final. El castigo que clamamos para las víctimas de estas atrocidades es aquí en la tierra. Nuestro sistema legal existe para remediar estos males. Nuestro sistema político está para velar por todos. No le dejemos la carga a un ser omnipresente, omnipotente e invencible. ¿Qué fácil no?

Sigue sin ser reparado el daño a los niños, niñas, adolescentes y a sus familiares. Es una falta que amerita ser reparada integralmente a nivel jurídico, social y espiritual. La impunidad también es un agravio a Dios. Para mí ante tantas injusticias y abusos de autoridad, el perdón de Dios (y del gobierno) no basta.

 

María Isabel Puente Gallegos
María Isabel Puente Gallegos
Abogada por la Universidad de Guanajuato, Maestra en Derechos Humanos y Doctoranda en Sostenibilidad por la Universidad de Valencia, España. Activista. Fanática de la Fiera. mapuenga@alumni.uv.es Facebook: María Isabel Puente

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