O quizás nunca se fue. Para quienes lo daban por muerto, Andrés Manuel López Obrador ha regresado al centro de la contienda política. Un largo periplo que inició un día después de la jornada electoral del verano de 2006 y que este martes 15 de noviembre tuvo su recompensa al ganar las encuestas ordenadas por los dos aspirantes. AMLO ha recorrido todos y cada uno de los municipios de este país con su mensaje de transformación social. Ha sido una difícil persistencia, enfrentado a los poderes de las dos grandes televisoras, a no poco medios de comunicación; y a muchos analistas y opinadores empecinados en “despeñar” a AMLO.
Este martes 15 AMLO y Marcelo Ebrard Casaubón lograron lo impensable: preservar la unidad de la izquierda. Pese a todos los pronósticos, respetaron su acuerdo de aceptar los resultados de sendas encuestas nacionales. Creo que este resultado era el único que permitía llegar a la elección presidencial con un solo candidato. Si Marcelo Ebrard hubiera triunfado en las encuestas, difícilmente AMLO habría renunciado a una candidatura, en este caso por el PT y Convergencia (Movimiento Ciudadano).
Este jueves 17 de noviembre vence el plazo para que se registren las coaliciones ante el Instituto Federal Electoral. Tanto el PT como Movimiento Ciudadano no estaban dispuestos a construir una alianza con el PRD si el candidato no era AMLO. Si no se definía al abanderado antes del día 18, sería imposible para la izquierda presentarse a la contienda en coalición. De ahí que los dos aspirantes pactaron adelantar la definición, corriendo muchos riesgos. Para AMLO ir a una encuesta abierta, es decir, no sólo aplicada a los militantes, significaba una alta probabilidad de perder, pues algunos sondeos indicaban que en población abierta la ventaja era ligeramente superior para Marcelo Ebrard. Pero éste también arriesgaba mucho por la premura del tiempo. Conforme pasaban las semanas, su intensa actividad propagandística le permitía incrementar las preferencias. Sin embargo, ambos sabían que la división era un suicidio. Las posibilidades de ganarles al PRI o al PAN serían remotas. Así, se la jugaron. La aceptación de los resultados de las encuestas por parte de Marcelo Ebrard lo reconcilia con una parte de la población que simpatiza con las izquierdas pero que veía en él a un competidor desleal, sobre todo por el sacrificio de AMLO en todos estos años, y por alentar potenciales pactos con la derecha. Pero además, le brinda una gran oportunidad hacia el futuro, no sólo a través de un escaño en la Cámara de Senadores, sino como el más probable candidato de la izquierda en 2018.
Las encuestas estuvieron a cargo de Nodos Investigación + Estrategia (seleccionada por Ebrard) y Coavarrubias y Asociados (por AMLO). El sondeo constaba de cinco preguntas. En dos de ellas aventajó Ebrard (¿Cuál es su opinión hacia los personajes? y ¿De un grupo de cinco por quien nunca votaría?). Pero en las tres sustantivas aventajó AMLO (¿Por quién votaría? ¿De un grupo de cinco por quién votaría? ¿A quién prefiere como candidato a Presidente?). Así, AMLO se convierte en virtual candidato a la Presidencia. Horas después de presentarse los resultados en conferencia conjunta entre los dos aspirantes, la dirigencia nacional del PRD encabezada por Jesús Zambrano y Dolores Padierna, ratificaban que aceptaban el veredicto ciudadano y que AMLO será el candidato del PRD y de la coalición de izquierda ya bautizada por López Obrador como Movimiento Progresista. Una de las consecuencias de esta decisión es que al ir como precandidato único, AMLO no tendrá tiempos oficiales en radio y televisión durante los 60 días de precampaña que inician el 18 de diciembre.
A partir de este martes cambia de nuevo la dinámica para los precandidatos de los otros partidos. La izquierda ha tomado la delantera en la ruta presidencial. En el PRI no parece haber mucho problema pues ahí se perfila claramente Enrique Peña Nieto. En la orilla azul aumenta la presión; ahí existe una dispersión de preferencias entre tres. Los obliga a ir definiendo con más claridad quien sería su abanderado(a). Llegar a febrero sin que al menos uno de los tres decline, sería jugar a la ruleta rusa. La izquierda al parecer salió muy bien librada de este proceso; en el PAN continúa la nubosidad baja.
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