- Publicidad -
jueves, abril 25, 2024

“La vislumbra”

Para César, todos los abrazos

Como casi todos los años, los periodos pre y post navideño dedico una parte de la jornada a revisar asuntos atrasados, a revisar los papeles acumulados en mi escritorio y a tirar a la basura la mayor parte de ellos. Es una sensación placentera pues siento que me libero de buena parte del lastre que lleva uno cargando por la vida.

Estos son días para el balance del año que termina; entre el 26 y el 31 de diciembre todo parece detenerse; las cosas funcionan a medias, cuando funcionan. Es el respiro necesario para tomar impulso y planear los días por venir. El 2012 será un año difícil nos dicen los empresarios bajacalifornianos; y claro que les creemos, pese a los buenos deseos que todos estos días escuchamos. Por más que te empecines en “pensar positivamente”, como establece la devaluada consigna, la realidad es terca y rápidamente te pone los pies en el piso.

Los tiranos seguirán siendo tan autoritarios como siempre, pese a las sonrisas y a los mensajes navideños donde se regodean de sus logros. Bestias con piel de cordero. Hablan en diminutivo pero delinquen a lo grande. ¿Cómo creerles? A propósito encuentro un artículo de Carmen Aristegui fechado el 9 de octubre, titulado “Síndrome de Hybris”, en el que cita al médico y político inglés, David Owen. Se trata de un padecimiento derivado del ejercicio del poder. El autor dice que el síndrome es “’un trastocamiento de personalidad cuyos síntomas serían la falta de atención, aislamiento e incapacidad para escuchar a cercanos o expertos’. Quienes lo padecen se ‘encapsulan y hablan en nombre de la nación, tienen una confianza desbordante y se recluyen en sí mismos’. “Eso aumenta, notablemente, las posibilidades de tomar malas decisiones. Aunque hay debate al respecto, el autor sostiene que –al igual que el trastorno narcisista- esto también debe ser reconocido como una enfermedad”. En palabras mundanas podríamos decir que “el poder marea a los inteligentes y a los pen… los vuelve locos”. Si ello es así, debemos reconocer que el padecimiento está más extendido de lo que parece.

Estos son tiempos de estar cerca de los amigos y de nuestras querencias. Algunos regresan, nos buscan, nos abrazan. De otros recibimos mensajes y sabemos que siempre están ahí. Que las limitaciones de la vida cotidiana, de las rutinas, del trabajo, nos impiden encontrarnos más seguido de lo que quisiéramos. Pero los verdaderos amigos nunca traicionan. Son consecuentes. Algunos de mis grandes amigos viven fuera, algunos en lejanas tierras. Pero los prodigios tecnológicos nos han acercado. Vivimos lejos pero estamos cerca; eso es un gran aliciente; y una buena vitamina para el alma.

Algún día lograré juntarlos a todos. Vendrán de todos lados, los de antes, los de hoy, los de siempre. Ese es un sueño. Y brindaremos y nos embriagaremos y recordaremos las mismas anécdotas y reiremos, como siempre: y nos daremos un largo abrazo que sintetizará toda nuestra vida. Son tiempos para la nostalgia; la vida no es más que la lenta sedimentación de las nostalgias.

Cuando vivía en la Ciudad de México, retornaba al terruño en el mes de diciembre. Como muchos estudiantes de aquellos años hacía el recorrido en autobús. Una noche observaba la carretera y se me acercó otro viajero mayor, ensombrerado, y me dijo: “ya se ve la vislumbra”. Sí, se veían las luces al pie del cerro del Cuchumá. Llegábamos por fin después de horas y días. Veníamos al pueblo bajito a cargarnos de abrazos y parabienes para resistir los retos del futuro.

Todo ello me provocan los días y las tardes decembrinas. Hurgo en mis papeles y encuentro tesoros. Y son como el asidero que requiero para enfrentar el año que ya llega.

Víctor Alejandro Espinoza
Víctor Alejandro Espinoza
Director del Departamento de Estudios de Administración Pública de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: victorae@colef.mx. Twitter: @victorespinoza_ Página web: www.victoralejandroespinoza.com

ÚLTIMAS NOTICIAS

ÚLTIMAS NOTICIAS

LO MÁS LEÍDO